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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Quién tiene la culpa? Con relación a normas adoptadas por la República Argentina que nos perjudican en varios temas, el Dr. Tabaré Vázquez alegó, a mi entender acertadamente, que esa imposición es motivada por graves problemas económicos que afectan a ese país. Son conocidas esas dificultades: es sabido que la Rep. Argentina omitió pagar deudas externas; que tiene baja disponibilidad de dólares y que su problemática económica tiende a aumentar.
Nuestro presidente, Sr. José Mujica, en sus reuniones con la presidenta, Sra. Cristina Fernández de Kichner, para tratar de evitar medidas que nos afectaran, actuó de un modo extremadamente amigable y gran concordia; de forma tal que integrantes de partidos uruguayos de la oposición manifestaron públicamente que careció de versación diplomática y vulnerando nuestra soberanía.
En un noticiero de televisión, ante reporteros, el Sr. Mujica atribuyó a sus críticos, en forma airada y destemplada, que ellos, con esas manifestaciones, influyeron en la decisión argentina. Completó su enfado diciendo —para sus críticos— “ahora vayan a llorar al cuartito”.
Esas manifestaciones sobre soberanía, creo que son comprensibles y aceptables por los países ajenos, dado que ellos exigirían lo mismo en similar situación. A mi entender, es otra la circunstancia que pudo tener relevancia contraproducente y ser adoptada como ofensiva en la Argentina.
Es notorio que la presidenta Cristina Fernández de Kichner es quien sustancialmente acepta imponer las medidas de su gobierno, como las que nos fueron infligidas.
Ella, en su actuación pública, se mueve coquetamente mostrándose como atractiva. Esto no es una crítica, dado que es un atributo naturalmente femenino. Dada esa manera de ser, es factible una reacción suya de enemistad hacia el presidente Mujica, atribuyéndole a este hipocresía en su trato, dado que, refiriéndose a ella, realizó la conocida manifestación: “la vieja terca del tuerto”.
Actualmente, según se ha visto en intervenciones y reportajes televisivos, el presidente Mujica parece no reconocer errores que le tildan, no molestándose, si lo fueren, en analizarlos, ni aceptarlos; adoptando al respecto una actitud defensiva y agresiva, que antes no realizaba.
Es posible que, actualmente, considere todo desde el pedestal que lo colocaron políticos del exterior que lo trataron, máxime, siendo para ellos el presidente Mujica un personaje atípico por su forma de involucrarse, de vestir y antecedentes guerrilleros.
Además, los traductores de idiomas de esos políticos, en sus traducciones sobre la charlatanería filosófica y sabihonda de J. Mujica, traducen las palabras, frases y disertaciones con una estructura ligüística más correcta y adecuada que la pronunciada.
Desde la altura de ese pedestal en que se siente ubicado, J. Mujica no reflexiona errores y refuta a los que están abajo contrariando su proceder. Por ejemplo: no aquilata que su inconveniente manifestación sobre la presidenta argentina pudo acarrear un malestar, quizás redundante, en las medidas económicas que nos afectan y, por lo tanto, su posible culpabilidad al respecto.
J.S.G.