En discrepancia con algunas medidas que determinó recientemente el gobierno, mediante el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), en el marco de la emergencia agropecuaria declarada por el Ministerio de Ganadería ante las pérdidas generadas por las tormentas de lluvia y viento en febrero, el Centro de Bodegueros planteó a ese organismo que revise el método elegido para corregir el grado alcohólico de los vinos de alta calidad.
Integrantes de esa gremial cuestionaron además el cambio en la certificación de las exportaciones, que hasta ahora era potestad del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu) y desde marzo pasó al Inavi.
Consultado por Campo el presidente de ese instituto, José Lez, reafirmó las acciones definidas por el Directorio, que es integrado por representantes de gremiales de viticultores, bodegueros y del Poder Ejecutivo, y adelantó que la producción de uvas tendrá una merma de 20 millones de kilos este año y de 15 millones de litros de vinos.
A fines de febrero, el Centro de Bodegueros transmitió a ese jerarca la preocupación de sus asociados por la regulación actual, que impide chaptalizar (agregar sacarosa) los vinos para alcanzar el grado de alcohol requerido en esas bebidas, señalaron a Campo integrantes de esa gremial.
Dijeron que el argumento de los bodegueros es que la chaptalización es “menos costosa” y “más conveniente cualitativamente” que agregarle alcohol vínico, como decidió el Inavi.
Atendiendo a la posición de Lez a favor de la alcoholización, recurriendo a un fondo de alcohol vínico, en lugar de la mezcla con sacarosa, el Centro de Bodegueros le solicitó que reconsidere ese tema para enfrentar la “grave problemática” de esta zafra. En estos “momentos difíciles” confiamos en su “discernimiento” y “ecuanimidad”, le comunicó ese gremio al titular del Inavi en una nota, comentaron.
El exceso hídrico provocado por las abundantes lluvias de febrero golpeó al sector vitivinícola en pleno arranque de la vendimia.
El Directorio del Inavi aprobó “por unanimidad” esa medida, con la “observación” que significó el voto en contra del Centro de Bodegueros respecto a la decisión de utilizar alcohol vínico para corregir el grado alcohólico de los vinos finos, dijo Lez a Campo.
Ese organismo estudió las alternativas para corregir el grado alcohólico de los vinos y una de las posibles es la utilización de sacarosa, lo que se conoce como chaptalización; otra es el uso de alcohol elaborado con una materia prima que no sea la uva, y la tercera es la de recurrir al alcohol vínico.
Esa última fue la elegida porque es el “mejor sistema de corrección pensando en una cadena productiva”, opinó. Y argumentó que “tanto a nivel local como internacional cada vez más los mercados exigen que los vinos contengan alcohol proveniente de la uva”. Esto sucede “en algunos países que no son tan rigurosos en sus condiciones de compra de vinos, como el caso de Rusia, que ya no acepta estas bebidas si pasaron por un proceso de chaptalización”, acotó.
Dijo que Uruguay tiene hace varios años un control del tratamiento de los vinos para detectar si hubo una corrección de ese tipo.
Otra justificación mencionada por Lez es que las uvas que ya se daban por perdidas por el impacto negativo del clima se puedan utilizar para elaborar alcohol vínico. Esa “no es una práctica anormal que perjudique la calidad del vino, sino que por el contrario puede garantizarla y hacer sostenible la producción” en el tiempo, comentó.
Sostuvo que hoy “el Inavi puede garantizar que el 100% de los vinos proceden de la uva”.
Respecto al planteo del Centro de Bodegueros, el presidente de ese organismo consideró que chaptalizar “podría ser una medida adecuada en el corto plazo, pero tiene una cantidad de elementos en contra respecto al control de la calidad que garantice al consumidor”.
Aclaró que ese instituto autoriza otras alternativas para mejorar el nivel de alcohol en el vino fino, como es la utilización de mosto concentrado, que contiene el azúcar del jugo de uva.
De un total de 120 millones de kilos de producción de uvas, previstos antes de las tormentas de lluvias y viento, de diciembre hasta ahora se perdieron 20 millones de kilos, informó.
Calculó que eso representará una disminución de unos 15 millones de litros en la producción de vinos.
A fines de 2013 el stock disponible de vinos en el país era de 86 millones de litros, mientras que la venta de esa bebida osciló entre los 90 millones y 99 millones de litros anuales, de los cuales poco más de 3 millones fueron importados, según datos del Inavi.
¿Quién paga?
La emergencia agropecuaria asiste a la producción primaria, no a la industrial, aclaró el titular del Inavi. Pero indicó que “se buscaron medidas para que el precio del alcohol vínico no tenga un costo tan alto, en comparación con otras alternativas”. Señaló que “las bodegas pueden acceder al financiamiento en tres años sin el pago de intereses en la compra del alcohol vínico, mediante un fondo” generado en ese organismo.
El sector de la producción de uvas estaba en una “situación crítica porque la materia prima no tenía valor comercial”.
Mediante una resolución fechada el 21 de febrero, el MGAP declaró la emergencia agropecuaria por 90 días en los departamentos de Canelones, San José, Colonia, Florida, Durazno y Lavalleja en los rubros hortícola y vitivinícola, lo que habilita al gobierno a dar apoyo financiero del Fondo Agropecuario de Emergencias, creado en 2008.
Certificaciones
A partir de este mes el Inavi es la entidad oficial encargada de certificar la calidad de los vinos a ser exportados. Históricamente fue el Latu el organismo responsable de esa tarea, y tiene ganada una reputación a nivel internacional, dijeron a Campo empresarios vitivinícolas.
Criticaron ese cambio porque perjudicará la imagen que tiene Uruguay en la certificación de los vinos de alta calidad.
En relación con ese tema, Lez señaló que en los últimos años el Inavi realizó varias inversiones en su laboratorio que le permiten garantizar la inocuidad de esa bebida, por lo que correspondía hacer uso de un equipamiento adecuado para esa tarea.
Ese jerarca resaltó la necesidad de que los diferentes actores del sector canalicen sus inquietudes y posiciones en el Directorio del Inavi, y que él frecuentemente recibe a empresarios y productores para intercambiar opiniones sobre los temas que competen a ese organismo.