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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMe quiero referir a la carta a Búsqueda del ex vicepresidente de la República por el Partido Colorado (2000-2005), Luis Hierro López, sobre los avatares de su candidatura a la Embajada de la República en Perú. Como evidentemente hay cosas que el interesado no puede expresar, por modestia o por ese espíritu moderado y conciliador que ha caracterizado su vida y su trayectoria en todos los ámbitos en que le ha tocado actuar, es que he sentido la necesidad de agregar algunas reflexiones —que no comprometen más que a mí mismo— a la muy acertada e ilustrativa carta de Hierro.
Cronología de los hechos. 1): “Luis Hierro López será embajador de Uruguay en Perú, confiaron a ‘El País’ fuentes del Frente Amplio. El cargo le fue ofrecido hace un mes por parte del canciller Rodolfo Nin Novoa y, después de consultarlo con los líderes colorados, decidió aceptarlo” (5/9/2015). Por lo tanto, de esa información surge que el ofrecimiento fue de agosto de 2015 y que fueron “fuentes del Frente Amplio” (para promoverlo o para fondearlo) las que divulgaron la noticia.
2) Conforme a la página web de la Presidencia de la República, el 13/10/2015, se remite el mensaje al presidente de la Cámara de Senadores solicitando conformidad para acreditar en calidad de embajador de la República a Luis Antonio Hierro López. Cumpliendo así con el artículo 168 numeral 12 de la Constitución, que prevé la “obligación de solicitar el acuerdo de la Cámara de Senadores o de la Comisión Permanente hallándose aquella en receso, para los jefes de Misión. Si la Cámara de Senadores o la Comisión Permanente no dictaran resolución dentro de los sesenta días, el Poder Ejecutivo prescindirá de la venia solicitada”.
Vale decir que el 13/12/2015, al no haberse reunido el plenario del Senado para tratar ese acuerdo y seguir en la Comisión de Asuntos Internacionales, el Poder Ejecutivo tenía la obligación de prescindir de la venia solicitada y proceder al nombramiento. No lo hizo. Y peor, el 21/01/2016 envió otro mensaje a la Comisión Permanente “para acreditar en calidad de Embajador al señor Luis Antonio Hierro López”, lo cual es una aberración jurídica, que ninguno de los constitucionalistas “progresistas” —esos que tanto saben de la Constitución brasileña— percibió o si lo hizo, adhirió al principio de Mujica (ampliado): lo político partidario está por encima de la Constitución. Pero eso no es todo. Pasaron otra vez los 60 días, el Poder Ejecutivo volvió a violar la Constitución en lugar de designar, entonces, sin más trámite, a Hierro López y culminó su tarea retirando el pedido de venia.
Motivaciones del rechazo. Además de las bien fundamentadas por Hierro en la mencionada carta, quiero insistir sobre algo que el ex vicepresidente expresa: “Prevalecieron en la bancada oficialista el sectarismo y la intolerancia, así como la confesada intención de que los cargos deben ser para ‘los frentistas’, actuando con mezquindad y sin altura de miras, lo que recorta y achata las perspectivas del país”.
En efecto, esto es muy grave porque no se cuestiona la aptitud de Hierro para desempeñar la función, sino porque le quita el cargo a algún frenteamplista, como explícitamente lo dijo el dirigente del MPP, Jorge Meroni, quien comentó a “El Observador” (21/3/2016) que por esos motivos su sector había decidido no votar la venia de Hierro. Hay que reconocer que, en esta ocasión, el lobo se sacó la piel de cordero. Y lejos están los tiempos en que Tabaré Vázquez —el mes antes de asumir la primera Presidencia— entregaba a los tres partidos políticos un memorando en el que afirmaba: “El gobierno electo iniciará un proceso de reforma del Estado que involucrará los siguientes aspectos fundamentales (…), la presencia de una mayor solvencia técnica y profesional (...) lo que supondrá tomar progresiva distancia de las prácticas de clientela y cuota político-partidaria (…)”.
La segunda motivación —más excusa que motivo— es la que, entre otros, utilizaron los senadores Mujica y Agazzi: habría colorados que no votarían la venia de Hierro. Eso lo aclaró el senador Bordaberry cuando dijo que el único legislador colorado que no apoyaba la venia de marras era él, que los otros tres la votaban y, por tanto, si el Frente Amplio también lo hacía, Hierro tenía los votos. Y agregó que sus razones eran que no votaba embajadores políticos e incluso que había presentado un proyecto para eliminar la posibilidad de que en los cargos de embajador, se designe a políticos en lugar de funcionarios de carrera.
En primer lugar, es verdad que el Frente Amplio no necesitaba a Bordaberry para la venia, pero es un error darle el asunto en bandeja a los más cavernícolas de los frentistas para que puedan parapetarse detrás de “su partido no lo apoya”. En segundo lugar, durante 45 años fui funcionario diplomático de carrera y siempre apoyé la reivindicación de disminuir los cargos políticos, pero contrariamente a algunos colegas, nunca fui partidario de eliminarlos. Creo que hay que limitarlos y utilizarlos con personalidades políticas, académicas, científicas o culturales. No con perdedores de bancas legislativas o con compañeros que quedaron en la llaga. Y eso me trae a colación una famosa expresión del embajador francés Wladimir d’Ormesson (1888-1973): “Para nombrar un embajador político, tiene que ser una gran personalidad. Para mediocres están los de carrera”. Y la gracia de esta boutade es que d’Ormesson era un conocidísimo escritor y periodista, integrante del Directorio de “Le Figaro” y miembro de la Academia Francesa. Además de ser embajador… de carrera.
Empezando como docente e investigador histórico, luego periodista de dirección en varios medios, Luis Hierro fue diputado, senador, ministro, vicepresidente y candidato a la Presidencia. ¡Vaya si es una personalidad política!
Adolfo Castells Mendívil