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    Lula visitará Montevideo invitado por Mujica en señal de apoyo

    El ex presidente brasileño, que ayer miércoles declaró ante la Justicia, tendrá reuniones con dirigentes del gobierno, del Frente Amplio y del PIT-CNT y solicitará ser recibido por Vázquez

    En el “Quincho de Varela” en las afueras de Montevideo, en una cervecería del centro de San Pablo, en los reservados de los aeropuertos, al costado de los estrados o en el Hotel Intercontinental de Medellín. Cada vez que los ex presidentes brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva y uruguayo José Mujica se encuentran, la charla se prolonga por horas. Siempre alrededor de una mesa, con alguna botella de por medio y con reflexiones políticas del pasado, el presente y el futuro.

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    Son amigos, dicen ambos con convicción. Son socios y compañeros de camino. Coincidieron menos de un año como presidentes, entre marzo y diciembre de 2010, pero siempre se mantuvieron cerca y lo siguen estando. Tanto que en medio de una de las mayores tormentas políticas en la historia de Brasil, con Lula como uno de los principales protagonistas, Mujica resolvió invitarlo a Montevideo entre los últimos días de mayo y los primeros de junio como señal de “apoyo político”.

    El actual senador tupamaro viajó a San Pablo del jueves 4 al domingo 7 y participó en la noche del viernes en un encuentro del Partido de los Trabajadores, liderado por Lula. Ambos volvieron a tener una “larga conversación” y el ex presidente brasileño insistió en algo que ha sido una contaste en los últimos intercambios: una supuesta campaña montada en Brasil para destruir su figura.

    Ya en noviembre de 2015, meses antes de que el Parlamento brasileño destituyera a Dilma Rousseff mediante un impeachment, Lula le había dicho a Mujica una noche de tertulia distendida en una habitación del Hotel Intercontiental de Medellín que primero irían por Rousseff y después por él. “Yo voy a responder con las urnas”, desafió en aquel momento.

    Ahora ya como candidato presidencial, Lula tuvo que declarar ayer miércoles en la ciudad de Curitiba por primera vez ante el juez federal Sergio Moro por denuncias de corrupción relacionadas con el caso denominado “Lava Jato”.

    Pese a esa investigación judicial, Mujica tiene una “confianza absoluta” en su amigo. Siempre la tuvo. Incluso semanas antes de asumir como presidente, viajó a Brasilia para entrevistarse con Lula y recibió un comentario premonitorio de mucho de lo que iba a ocurrir después. “En este mundo he tenido que lidiar con muchas cosas inmorales, chantajes”, le dijo en ese momento el presidente brasileño, según cuenta en el libro “Una oveja negra al poder”.

    “Lula no es corrupto”, está convencido Mujica desde ese día. Cree que Brasil tiene un sistema político sumamente corrompido y que el ex presidente brasileño tuvo que convivir con eso pero que no se benefició personalmente de ninguna acción ilegal.

    Por eso, resolvió invitarlo a Montevideo para que cuente su experiencia y cómo se está preparando para la próxima campaña electoral. Las encuestas lo ubican en el primer lugar en intención de voto, pero más de la mitad de los brasileños dicen que no votarán por nadie.

    La idea de Mujica es que Lula mantenga encuentros con los principales dirigentes del Frente Amplio y del PIT-CNT y con autoridades del actual gobierno, incluido el presidente Tabaré Vázquez.

    Al ser consultado por Búsqueda, manifestó su “profunda preocupación” por lo que está ocurriendo en Brasil y en una parte importante de América Latina.

    “Hay una tendencia a la exasperación de la política en América Latina y en eso se ven también involucrados el Poder Judicial y los medios de comunicación”, opinó Mujica.

    “Lo que más preocupa es la confrontación extrema, porque una cosa es la oposición y otra muy distinta esa confrontación. Algunos países están viviendo como en una especie de guerra civil”, agregó.

    Sobre el caso específico de Brasil, dijo que una prueba de la “exasperación” es que el actual gobierno “quiere hacer reformas para irse al otro extremo” de lo hecho por el Partido de los Trabajadores y “eso no conduce a ningún lado”.

    “No es un tema de solidaridad con Lula, que sí la tengo, sino que lo que quiero es advertir que ese clima no lleva a ningún lado ni termina en nada bueno”, aseguró Mujica y opinó que en Brasil “parte de la Justicia está haciendo política”.

    “El máximo comandante”.

    Lula debió declarar ayer en una de las causas derivadas del “Lava Jato”, la investigación policial que comenzó en 2014 sobre el pago de coimas a gerentes de la petrolera estatal Petrobras y que tiene derivaciones de magnitudes insospechadas.

    El juez Moro, con sede en Curitiba, quedó al frente de una investigación sobre un esquema de corrupción que involucra a una decena de las principales constructoras del país que pagaban “propinas” a políticos de todos los partidos para ganar licitaciones públicas. La trama de corrupción alcanza, además, a una decena de países de América Latina.

    Según una página web creada por el Ministerio Público Federal (MPF) para brindar información sobre el caso, el “Lava Jato” ya deribó en más de 61 acusaciones criminales contra 269 personas, que derivaron por el momento en 29 sentencias por delitos como corrupción, lavado de activos y formación de una organización criminal.

    Parte de la indagatoria judicial se apoyó en el sistema de delaciones premiadas, en el que los acusados negocian con las autoridades brindar información a cambio de una reducción en la pena. La mayoría de los empresarios acusados han resuelto colaborar, lo que permitió a la Justicia ampliar permanentemente la lista de indagados. Las delaciones de más de 70 jerarcas de la constructora Odebrecht, por ejemplo, llevó a que la Justicia brasileña comience a investigar a un tercio de los ministros que integran el gabinete del presidente Michel Temer. El mandatario también fue mencionado pero no puede ser investigado por un delito que cometió antes de asumir su cargo, así que los fiscales esperarán a que deje de ser el inquilino del Palacio de Planalto.

    Lula es investigado en el marco del “Lava Jato” desde hace más de un año. Al detallar los cargos de corrupción y lavado de dinero contra el ex presidente, en septiembre del 2016, el fiscal Deltan Dallagnol describió a Lula como “el máximo comandante” en la trama de corrupción.

    “Con ‘Lava Jato’, he aprendido que los políticos nunca son corruptos”, ironizó. “Siempre están perseguidos”.

    Ayer miércoles Lula debió declarar por la acusación del MPF por haberse beneficiado con “propinas” de la constructora OAS desviadas de tres contratos que obtuvo con Petrobras. El dinero, unos cinco millones de reales, habría sido destinado a la adquisición y reforma de un apartamento tríplex en el Guaruja, en San Pablo, y a los costos de almacenamiento del acervo presidencial.

    Casi cinco horas.

    En la última reunión que mantuvieron juntos, Lula le dio a Mujica el libro “O caso Lula: la lucha por la afirmación de los derechos en Brasil”, que está compuesto por artículos de juristas y abogados del ex mandatario.

    “El caso de Lula —especialmente la violación de sus derechos humanos en medio de los esfuerzos de encontrar algún delito— implica graves problemas al Estado de Derecho: ¿cómo en una democracia puede combatirse efectivamente la corrupción si eso no se hace de manera justa?”, se pregunta Geoffrey Robertson, que presentó un escrito en nombre del ex mandatario ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en el prefacio del libro.

    Robertson describe lo que entiende son diversos abusos cometidos por el juez Moro, quien es acusado de avasallar las garantías de Lula. Dice que el magistrado autorizó escuchas a los teléfonos del entorno del ex mandatario de manera ilegal y que en algunas ocasiones filtró su contenido para generar una campaña mediática contra el político.

    El abogado aclara que pese a todas sus conquistas sociales, el ex líder del PT “merece respeto, pero no inmunidad”.

    “Ante la acusación de que él se benefició de un esquema de corrupción, debe responder frente a un juez imparcial y en un proceso que le dé oportunidades de una amplia defensa”, dice, y agrega que eso no es posible con el actual magistrado del caso. “La Operación ‘Lava Jato’ se tornó en una especie de ‘ley de linchamiento’ cuyo objetivo es derrumbar al mayor símbolo de poder de los trabajadores en América Latina”, agrega.

    Lula y Moro se vieron las caras por primera vez ayer en un interrogatorio que duró casi cinco horas. El político después se fue a un acto organizado por la ex presidenta Dilma Rousseff en el centro de Curitiba para respaldarlo. Ante miles de personas, Lula dijo que respeta a la Justicia y que lo único que reclama es que lo respeten a él.

    Información Nacional
    2017-05-11T00:00:00