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    Mala leche

    No es broma

    por Kid Gragea

    Los conflictos en la industria láctea se arrastran desde hace meses, en un desafío a la capacidad de comprensión y de asombro por parte de los damnificados, es decir, la Cámara de la Industria Láctea del Uruguay (CILU), los tamberos de Conaprole, las autoridades del Ministerio de Trabajo y, como siempre al final, los consumidores.

    Entre muchas de las causas difíciles de comprender en este enredado merengue está la del rechazo de la Federación de Trabajadores de la Industria Láctea (FTIL), y así como de la Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole (AOEC) a la incorporación de una “cláusula de paz” al convenio colectivo que se negocia en el Consejo de Salarios del sector.

    El acuerdo salarial ya está cerrado (con unas retribuciones especialmente generosas, como lo han reconocido los propios trabajadores), pero los chochamu se niegan a firmar la paz por la duración del convenio, por más que siempre estén —en casos de alguna fricción— las bipartitas, las tripartitas y el propio Consejo de Salarios para limar asperezas y evitar otro conflicto.

    Los trabajadores han estado especialmente activos en las últimas semanas.

    Más allá de los paros, manifestaciones, cortes de calles y rutas y demás prácticas usuales, han llevado a cabo unas gestiones inusitadas. Se han ido a visitar a los embajadores de los países a los cuales el Uruguay le exporta productos lácteos para “sensibilizarlos” ante la posible exportación de leche en polvo, yogures o quesos de estas perversas empresas que quieren obligarlos a no hacer paros por cualquier motivo tras haber conquistado unos salarios de campeonato.

    “Se anuncian nuevas medidas y movilizaciones en el sector lácteo”, leemos cotidianamente en la prensa, aunque no se han explicitado todavía los detalles de este combate.

    Estamos en condiciones de informarles acerca de algunas de ellas, que sin duda lograrán que los objetivos de la lucha se cumplan en su totalidad.

    Se anuncia que una delegación de la FTIL y la AOEC viajará a Nueva York en estos días para reunirse con el secretario general de las Naciones Unidas. El objetivo es solicitarle una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU a los efectos de tratar este delicado asunto y, eventualmente, aprobar una condena a las prácticas antiobreristas de los productores uruguayos de leche y derivados.

    No conformes con ello, otra delegación viajará a Moscú con el fin de entrevistarse con Vladímir Putin. Llevarán como planteo explícito la solicitud de que tropas rusas invadan el departamento de San José y destruyan todos los tambos que encuentren a su paso para darles un aviso a los tamberos uruguayos de que la cosa viene en serio.

    Como ellos mismos suponen que esto no será suficiente, el plan B consiste en actos de acción directa en los que personal técnico entrenado especialmente en el manejo del rodeo bovino de leche introduzca unos adminículos artificiales en la ubre de las vacas que determinarán que las pobres lecheras pierdan la leche sin que se llegue a ordeñarlas, bañando así los tambos de leche derramada y perdiendo la extracción diaria del precioso producto.

    Tras estas medidas habrá un comité de evaluación de la marcha de la lucha, el cual estará encargado de proponer actividades complementarias que sensibilicen a la población de la justicia y el compromiso de sus planteos y reclamos.

    Entre estas medidas complementarias se estudia la posibilidad de incorporar a los helados Conaprole como factor de concientización. Uno de cada 10 envases de helados de crema de un litro será contaminado con una enzima gástrica que provoca diarreas agudas y así se enviarán a los centros de distribución de Cambadu y de los supermercados. Cuando la población empiece a descomponerse y aumenten las ventas de antidiarreicos hasta agotarse el stock de plaza, se llevará a cabo una movilización en la que se explicará públicamente que se trata de un argumento de lucha tan justificado como eficiente y que, ni bien los empresarios acepten las condiciones exigidas, se volverá a fabricar el helado sin las agresivas enzimas.

    Se agregará asimismo que, si ello no ocurre, se utilizará el mismo instrumento pero en la leche fresca, la entera y descremada, en los yogures y en los quesos magros.

    Ello, coinciden los trabajadores, determinará una creciente reticencia de la población a consumir productos lácteos, con la consiguiente crisis del sector, lo cual será un acicate más para promover un acercamiento entre las partes en el que los trabajadores puedan imponer sus exigencias.

    En medio de la discusión de más medidas de lucha, algunos de los más radicales protagonistas del comité de evaluación llegaron a proponer otras acciones más extremistas, como por ejemplo el asalto a madres lactantes que se encuentren amamantando a sus bebés en lugares públicos, procediendo a la cauterización de los pezones con el fin de que ni los más pequeños tengan acceso al noble producto.

    Pero este mecanismo pareció un poco exagerado y, por el momento, se ha descartado su utilización.