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Fue Verónica en La mujer sin cabeza, la película de Lucrecia Martel, en la que encarnó a una mujer atormentada por la culpa tras atropellar a una persona en la carretera y no asistirla. Fue Helena en Relatos salvajes. Fue Irene en El azote del diablo y Clara Villalba en Perdida. El suicidio de la actriz argentina María Onetto, encontrada muerta en su casa en Buenos Aires el jueves 2, conmocionó al ambiente artístico argentino. La intérprete, que tenía 56 años y que participó en más de 60 producciones entre cine, teatro y televisión, padecía una severa depresión que se vio agravada tras la reciente muerte de su madre.
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Se recibió de psicóloga a los 21 años pero no ejerció; la vocación artística fue más fuerte y se formó como actriz con maestros como Hugo Midón, Ricardo Bartís, Javier Daulte y Luis Agustoni. Su debut como actriz fue en 1997, en la obra teatral Raspando la cruz, de Rafael Spregelburd, con quien también actuó en La escala humana. Estuvo en títulos emblemáticos del teatro argentino de las últimas décadas como Nunca estuviste tan adorable, de Daulte, Los corderos, de Daniel Veronese y Potestad, de Eduardo Pavlovski. También hizo clásicos del siglo XX como La muerte de un viajante, Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba y Sonata de otoño.
En 2020 actuó en Monólogos de la peste, del libanés Wajdi Moawad, y en enero de 2022 estuvo en Montevideo con el unipersonal La persona deprimida, basada en el ensayo literario de David Foster Wallace, que había estrenado en Buenos Aires en 2019. Onetto contó que se acercó a esa pieza a raíz de su tendencia a ser depresiva, que finalmente terminó por llevarla, como al escritor estadounidense, a la autoeliminación. Su notable actuación en la Sala Verdi, en el marco del festival Temporada Alta, fue recompensada con una fuerte ovación, con la platea de pie.
En televisión tuvo roles protagónicos en series como Mujeres asesinas, Trátame bien, 23 pares y Vestir a la nación. También integró el reparto de Montecristo, Vientos de agua, Santos y pecadores y Maradona, sueño bendito, entre otras. Su último trabajo antes de morir fue en la miniserie Ringo, gloria y muerte, de próximo estreno, sobre el boxeador Ringo Bonavena.
Entre los premios que recibió se destacan el Cóndor de Plata (el más importante de la cinematografía argentina, como Actriz protagonista, por La mujer sin cabeza), el Clarín (en teatro, por La escala humana, y en TV por Montecristo) y el Martín Fierro (Revelación, por Montecristo).
Las muestras de congoja fueron múltiples en las redes, y entre ellas resultaron por demás estremecedoras las palabras que le dedicó su colega y amiga Cecilia Roth: “María. Quiero volver a recordar tus palabras entrelazadas, dichas a tu manera, formando oraciones irrepetibles. Recuerdos que juegan a las escondidas en campos imaginados donde no existen señales de final. Te veo venir, volver del misterio con una sonrisa triste y callada. Salgo a buscarte y no estás. Nuevamente no estás. Quédate así, ahí donde aún te pueda ver. El universo es todo tuyo y de tus secretos. Tranquila, amor, que el viento es suave y estamos contigo”