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    Más de un millón de uruguayos padece alguna “carencia crítica”

    La población con necesidades básicas sin satisfacer era 28% del total en 1986, 39% en 1996 y 34% en 2011

    La pobreza se suele medir a través de los ingresos de las personas, pero hay otros aspectos más allá de la escasez de dinero que suponen situaciones de exclusión o marginalidad. Uno de cada tres uruguayos padece al menos una de esas “carencias críticas” relacionadas con sus condiciones de vida.

    Ayer miércoles 24 se difundieron nuevos datos sobre esas carencias o Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) de la población, que constituyen dimensiones asociadas a la pobreza. A partir de información recabada en el último censo de población realizado en 2011, un grupo de expertos calculó el porcentaje de personas que satisface las siguientes necesidades básicas: una vivienda decorosa, el abastecimiento de agua potable, acceso al servicio higiénico, a la energía eléctrica, a algunos artefactos básicos de confort y a la educación. 

    El 34% de los uruguayos (1.067.871 personas) vivía con al menos una carencia crítica; la mayor parte de ese grupo (20%) tenía solo una NBI, 8% tenía dos y otro 6% tres o más.

    Esas cifras son complementarias a las de pobreza que se calculan por el método del ingreso, por lo que los expertos prefieren referirse a “carencias críticas” más que a “situación de pobreza” para denominar a las personas con NBI.

    El método del ingreso es unidimensional: establece una “línea de pobreza” (costo de una canasta básica de bienes y servicios) y otra de “indigencia” (asociada a los alimentos necesarios para subsistir); se consideran pobres o indigentes quienes tengan ingresos inferiores a esos mínimos. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2012 era pobre el 12,4% de la población de Uruguay y los indigentes 0,5%; esas cifras vienen reduciéndose en los años recientes. 

    La pobreza medida por el ingreso y las carencias medidas por las NBI reflejan diferentes fenómenos; el primero más asociado al corto plazo y el segundo vinculado a períodos más largos. La utilización de ambos criterios da lugar a las categorías de pobreza “reciente”, “inercial” o “crónica”, que ocurren cuando el individuo reúne solo la primera característica, solo la segunda o las dos.

    Necesidades 

    El informe sobre las NBI fue presentado ayer en la Torre Ejecutiva en un evento en el que participaron jerarcas y expertos de los organismos involucrados: el INE, el Fondo de Población de Naciones Unidas, el Instituto de Economía de la Universidad de la República, el Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales, el Ministerio de Desarrollo Social y la Oficina de Planeamiento. 

    Es el primer fascículo del “Atlas sociodemográfico y de la desigualdad del Uruguay”, que coordina el economista y demógrafo Juan José Calvo.

    Las cifras presentadas ayer muestran que 20% de la población tenía una sola NBI y que para otro 14% eran dos o más. Ese último porcentaje es similar a la medición de pobreza por el método del ingreso realizado en 2011, por lo que es probable que se trate de un grupo similar de habitantes.

    Calvo señaló a Búsqueda que el enfoque de las NBI es discutido por algunos expertos como medición directa de la pobreza. Explicó que incluso una buena parte de los hogares con una sola carencia crítica podrían considerarse no pobres.

    Para cada NBI se tuvieron en cuenta varios indicadores: la vivienda decorosa se caracteriza porque los materiales no sean desechos ni el piso sea de tierra, que haya suficiente espacio habitable (no hacinamiento) y que la casa disponga de un lugar para cocinar (con canilla y pileta). El 10,9% de la población padecía esas carencias. 

    Luego se releva el abastecimiento de agua potable (4,1% tenían esa NBI), de energía eléctrica (0,9%), el acceso a un baño de calidad no compartido (5,7%) y la asistencia a enseñanza formal de los niños y adolescentes (4,9%). La disponibilidad de algunos elementos de confort —heladera o freezer, calefón o calentador de agua y medios para calefaccionar la vivienda—es la dimensión en la que había mayor porcentaje de carencia en la población: 23,5%.  

    Al igual que lo que ocurrió en los últimos años con los índices de pobreza por el método del ingreso, hubo una tendencia descendente en las carencias de la población respecto a lo que había mostrado el Censo de 1996. Si bien no se pueden comparar ambas mediciones directamente, los investigadores señalan que se constató una evolución favorable respecto al hacinamiento, materiales de la vivienda y el acceso al agua potable. Los indicadores relacionados con esas carencias mejoraron 6%, 2% y 9%, respectivamente al comparar con 1996.

    Las mediciones de 1986 mostraban que el 28% de la población tenía al menos una carencia crítica y la de 1996 un 39%.

    El 51,3% de la población afrodescendiente tenía alguna de las NBI (unos 16 puntos más que los blancos). 

    Infantil.

    En el informe se destaca que la población infantil es “el grupo claramente más desfavorecido”. El 44% de las personas de 0 a 14 años tenía al menos una carencia crítica, los de 15 a 34 eran  38%, de 35 a 64 años el 28% y de 65 años o más el 23%. Eso refleja una “infantilización” de las carencias, lo que también se observa en las estadísticas de pobreza (en 2012, el 20% de los menores de 18 años eran pobres).

    La investigación constata un hecho “impactante” relacionando la fecundidad con las NBI. “La paridez media final de las mujeres en hogares con dos o más NBI  es de 4,47 hijos”, mientras que la de aquellas sin carencias “es de casi dos hijos y medio menos (2,08)”, señalan los autores. A su vez, “las diferencias entre las adolescentes son aún mayores: las pertenecientes a hogares con dos o más NBI  tienen una paridez media acumulada más de seis veces mayor que las de hogares” sin NBI.

    Localización.

    La proporción de personas con carencias críticas varía por departamentos, y es en el norte donde se observa ese fenómeno con más intensidad. En Artigas, Rivera y Salto es donde se registraban los mayores porcentajes de hogares con alguna NBI. En contrapartida, Montevideo, Flores y Colonia fueron los departamentos que presentaron la menor proporción de personas con al menos una carencia crítica. 

    Dentro de la capital hay una “distribución territorial polarizada de las NBI”, con unos 17 barrios que presentan más de 40% de las personas con al menos una carencia crítica, como Casavalle (60%) y Villa García (53%).

    El ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, dijo en la conferencia que el gobierno está implementando programas precisamente en las zonas donde el estudio advierte mayores carencias.

    En el otro extremo, Carrasco y Punta Gorda muestran niveles de NBI por debajo de 4%.