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    Mieres asume que deberá enfrentar los “prejuicios” y al PIT-CNT “demasiado alerta”; aspira a lograr una conflictividad “manejable”

    En la vorágine de diciembre, mientras que la mayoría de las personas vive apurada, estresada, Pablo Mieres mantiene la calma. Eso, a pesar de que, en poco más de dos meses, será el próximo ministro de Trabajo y Seguridad Social, designado para ese rol por el presidente electo Luis Lacalle Pou. El líder del Partido Independiente no se esperaba tal nombramiento, pero lo recibió como un “halago”. Interpreta que la decisión estuvo vinculada a que su partido es el que se ubica “más hacia la izquierda” dentro de la coalición “multicolor” y puede “operar como puente”. Entre las complejidades de su nuevo rol, lo primero que Mieres menciona es “el prejuicio” que existe en el Frente Amplio y en el movimiento sindical, que está “preocupado” porque teme que se cumpla lo que proyectó el titular de la cartera, Ernesto Murro, respecto a que los Consejos de Salarios cambiarían para peor. El futuro ministro asegura que la impronta de su cartera será colocar “el péndulo en su punto medio” entre los empresarios y los trabajadores, y aspira a lograr “niveles de conflictividad manejables”.

    A continuación, un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.

    —¿Cómo recibió la noticia de su designación como futuro ministro de Trabajo y Seguridad Social?
    —No era una situación esperada. Me pareció —primero— un halago, porque es un cargo complejo, difícil e importante. Es uno de los puntos neurálgicos del próximo gobierno, en el que ya, en estos últimos días, hemos visto que el Frente Amplio va hacer foco como un punto de crítica, de cuestionamiento, como ha hecho Murro en estos días, pero también el plenario del Frente. El gran tema es la acusación, a priori, de que se van a perder derechos y conquistas de los trabajadores. Eso me toca directamente.
    Valoro que el presidente electo tenga confianza en mí para desempeñar ese cargo, y creo que en el partido. Me parece que acá hay una cosa que también tiene referencia a que el Partido Independiente es, dentro de la coalición, el que está ubicado más hacia la izquierda y, por lo tanto, el que puede tener más capacidad de operar como puente.
    —¿Cuáles cree que son las mayores complejidades del cargo?
    —La primera es el prejuicio. Es decir, la idea de que el gobierno que viene va a dejar de lado los logros alcanzados en los tiempos del Frente Amplio. También, el movimiento sindical está preocupado, demasiado alerta, y se ha visto en varios discursos un preconcepto.
    La conflictividad es parte del paisaje, y eso hay que asumirlo con cierta naturalidad. Que haya conflicto ideológico en una sociedad democrática, que haya conflicto en las relaciones entre el trabajo y el capital también tiene su lógica. El tema es cómo se maneja, cómo se canaliza y cómo se resuelve.
    —¿Espera más conflictividad?
    —Sí, la superposición de todos esos eventos puede determinar un nivel de conflictividad mayor, porque además hay que agregarle la reforma educativa, que va a generar otro frente de conflictos. Pero todo depende de cómo se encare, de cómo se maneje el diálogo.
    —¿Qué logros y qué debes le reconoce a la gestión de Murro?
    —No he hecho un análisis muy circunstanciado de eso. Un logro quizás sea el diálogo. Después hay un debe, que es que ha tenido un comportamiento sesgado a favor del movimiento sindical, y eso lo reclaman las gremiales empresariales. Por eso es muy importante que esta administración coloque el péndulo en su punto medio. Eso implica ganarse la confianza de las partes, tanto del movimiento sindical como de las cámaras empresariales.
    —Por el lado empresarial, parecería que va a estar un poco más fácil…
    —Sí. Pero también del lado sindical ha habido manifestaciones, particularmente de Fernando Pereira, positivas hacia mi eventual designación, que abren un campo que hay que cuidar y cultivar. De hecho, después de la reunión que va a tener Lacalle Pou con el PIT-CNT el 7 de enero, mi idea es que mi primera reunión formal con un actor sea con el movimiento sindical, con el PIT-CNT.
    —¿Qué responde a los prejuicios?
    —Que no tiene por qué ocurrir lo que dicen. Por ejemplo, la preocupación sobre el alcance de los Consejos de Salarios no tiene razón de ser. Los Consejos de Salarios van a tener los mismos contenidos que han tenido durante los períodos anteriores.
    —¿Por qué dice que se flechó la cancha?
    —Porque no solamente el tema son los Consejos de Salarios, hubo otras decisiones que, en general, van en la dirección de apoyo al movimiento sindical. Y porque Murro es una persona muy cercana, tiene una militancia en el movimiento sindical. Pero lo importante es mirar para adelante y decir: “bueno, hay zonas de las relaciones laborales donde no solo hay contraposición de intereses, sino que puede haber convergencia de intereses”. Eso hay que desarrollarlo.
    —¿Por ejemplo?
    —Por decirlo en términos muy genéricos, cuando a una empresa le va bien, puede significar que al trabajador le vaya mejor, en la medida en que esa empresa esté dispuesta a compartir parte de ese proceso de crecimiento y, por lo tanto, mejorar las condiciones laborales, los niveles de ingresos, etc. Eso hay que desarrollarlo más, porque yo veo que el mundo de los países desarrollados funciona mucho más en esa lógica.
    —¿En qué modelos piensa?
    —Los nórdicos, fundamentalmente. Me parece que esos son los modelos principales. En Suecia, en Noruega, Dinamarca. Incluso, donde el nivel bipartito es prácticamente la regla. Pero para eso se necesita, del otro lado, madurez del sindicato para que esa información se use de una manera constructiva, responsable. Todo eso es una construcción futura.
    —¿Se ve en ese escenario?
    —No. Hoy no soy tan ambicioso. Hoy lo que importa es lograr niveles de conflictividad manejables y de acuerdos inmediatos. Y ojalá con duraciones más largas.
    Creo, además, en la posibilidad, que también es una aspiración, de construir un mapa de referencia, en términos de indicadores, de valores, de referencia del mercado y de la economía, que tengan un origen no controvertido por las partes, y que sea un mapa común. En eso el Ministerio de Trabajo puede ayudar mucho, me gustaría, y ojalá tengamos el tiempo de desarrollar una unidad de información. Ya la hay en el ministerio, pero desarrollarla más, en la línea de ir generando validaciones por las cámaras empresariales y por el movimiento sindical, de forma tal de nutrir el debate con un diagnóstico que sea más compartido.
    —¿Qué indicadores deberían estar en ese mapa?
    —Indicadores vinculados con la macroeconomía, con las restricciones que supone. Pero también cuestiones más vinculadas con productividad, competitividad, el peso del salario en la ecuación de costos, cosas que sirvan para temas de ocupación, de empleo.
    Me parece que, en contextos de crisis, que es otra preocupación que nosotros tenemos, la relación salario-empleo empieza a tener una cierta tensión que hay que aceptar. Tampoco quiero que decisiones sobre el salario tengan como impacto no buscado la reducción de los puestos de trabajo. Y ahí vamos a la flexibilización en las negociaciones por rama. En los Consejos de Salarios se sientan a negociar los sindicatos más potentes con las empresas más potentes de cada rama. Y los débiles no están sentados en la negociación. Ahí hay que buscar la manera...Están los descuelgues, pero tenemos que fijar reglas también para los descuelgues, porque es extremadamente injusto...
    —Hay pocos descuelgues, en general…
    —Sí, claro, porque son muy arduos, y eso es lo que tenemos que conversar. Tampoco es cierto que haya variables definitivas. Se ha hablado de territorio, de tamaño de la empresa. Ninguna de esas dos variables es suficientemente discriminante. Porque uno puede decir ‘que esté en un territorio no significa que no tenga mejores resultados’, o aunque sea chica o grande puede tener resultados muy distintos. Esos criterios son indicativos, pero no deben ser tomados como absolutos.
    —¿Y ahí cómo se manejarían? ¿Caso a caso?
    —Y bueno, sí. Eso es muy arduo. Me dirá que eso es un laburo... Y sí, es. No es fácil instalarlo cuando tenés los Consejos de Salarios venciéndose, en el 80% de los casos, en junio. Pero en una perspectiva de acumulación de trabajo...
    —El viernes 20 tuvo su segunda reunión con Murro, luego de que dijera en Búsqueda que los Consejos de Salarios van a cambiar para peor. ¿Se conversó del tema?
    —No, yo decidí no hablar de eso y él se ve que también. Seguimos de largo con la agenda que teníamos prevista.
    —¿No quiere seguir hablando de eso?
    —No, porque yo creo que el movimiento se demuestra andando. Nosotros ya hemos dicho que las cosas que él dice que van a pasar, no van a pasar. El alcance de los Consejos de Salarios se va a mantener y vamos a buscar resultados que sean positivos. Lo que está claro es el tema de las ocupaciones, eso sí.
    —El PIT-CNT ha dicho que, si hay necesidad de ocupar, igual lo harán.
    —Y bueno, pero dijo también que son muy pocos los casos de ocupación.
    —Pero, en esos casos, ¿cómo procederán?
    —Actuaremos como corresponde, buscaremos que desocupen de la mejor manera posible. Habrá plazos, y si no se desocupa, habrá que hacer que se desocupe, como ha hecho el gobierno del Frente Amplio con todas las oficinas públicas cada vez que se ocuparon.
    —¿Cuál será la impronta del Ministerio de Trabajo? Porque si los Consejos van a negociar las mismas cosas ¿lo distinto será la postura sobre las ocupaciones?
    —Y el equilibrio en la toma de decisiones entre las partes. Me parece que eso es importante. La búsqueda de construcción de un mapa común entre trabajadores y empresarios para ayudar a que las negociaciones sean más maduras. Si vos lográs construir un ámbito en donde los datos con los que cuenta cada parte son los mismos...
    – Eso se ha intentado hacer, ¿por qué cree que no se logró?
    – Porque hay mucha desconfianza, mucho miedo.

    Economía
    2019-12-26T00:00:00