En la vorágine de diciembre, mientras que la mayoría de las personas vive apurada, estresada, Pablo Mieres mantiene la calma. Eso, a pesar de que, en poco más de dos meses, será el próximo ministro de Trabajo y Seguridad Social, designado para ese rol por el presidente electo Luis Lacalle Pou. El líder del Partido Independiente no se esperaba tal nombramiento, pero lo recibió como un “halago”. Interpreta que la decisión estuvo vinculada a que su partido es el que se ubica “más hacia la izquierda” dentro de la coalición “multicolor” y puede “operar como puente”. Entre las complejidades de su nuevo rol, lo primero que Mieres menciona es “el prejuicio” que existe en el Frente Amplio y en el movimiento sindical, que está “preocupado” porque teme que se cumpla lo que proyectó el titular de la cartera, Ernesto Murro, respecto a que los Consejos de Salarios cambiarían para peor. El futuro ministro asegura que la impronta de su cartera será colocar “el péndulo en su punto medio” entre los empresarios y los trabajadores, y aspira a lograr “niveles de conflictividad manejables”.