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Dr. Semino: la laicidad es inclusiva. No pretende prohibir todo atisbo de religión sino por el contrario aceptarlas todas, con conocimiento, con respeto, con tolerancia.
Nuestro Estado es laico, o sea, es neutro con respecto a las religiones y opciones filosóficas de la gente y no adopta ninguna a priori. Eso está claro, es un valor establecido en la sociedad y hasta los creyentes estamos de acuerdo (por lo menos la mayoría de los creyentes). No queremos un Estado religioso como Arabia Saudita o ideológico como Cuba o Corea del Norte. Eso es un valor de los uruguayos. Ahora, eso no quiere decir que la ciudadanía tenga que ser neutra. Un Estado laico puede convivir con un 100% de población religiosa o un 100% de población atea y todos los porcentajes que hay en el medio.
Que Mujica sea el presidente de un Estado laico no implica que él tenga que esconder su (tenue) fe religiosa, o dejar de ir a misa, a servicios en sinagogas o terreiros umbandistas o a cualquier culto religioso que quiera, donde quiera, y en honor de Chávez o de quien quiera. De hecho, el artículo quinto de la Constitución es el que establece la primera libertad que se menciona en la Carta Magna: “Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay…”. Y eso se aplica a todos los ciudadanos, sin importar el cargo que tengan.
Lamentablemente hay ateos/agnósticos/secularistas (no hablo necesariamente de Ud.) que incluso en una sociedad libre como esta no les alcanza con el hecho de que nadie los obligue a ser religiosos, sino que en el fondo, y aunque no lo digan, son iguales a muchos religiosos porque su intolerancia no los deja descansar mientras haya gente que no comparte su visión. Entonces, como no pueden decir que quieren prohibir las religiones, utilizan el argumento de la laicidad mal entendida para hacer progresar su punto de vista.
La laicidad convive con la libertad religiosa y utilizar la primera para relativizar la segunda es una estratagema engañosa. La Declaración Universal de los derechos humanos es clara: “Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
El que no quiera ver iglesias o presidentes yendo a misa que se vaya a Corea del Norte porque este país es laico y no antirreligioso. Cualquier persona puede odiar a las religiones y expresarlo a viva voz, pero pretender que el ordenamiento jurídico del país limita la libertad religiosa de un ciudadano es incorrecto, y nada tiene que ver con la laicidad.
Obviamente una sociedad estructurada alrededor de una idea fija es más ordenada y con menos problemas de convivencia pública y anomia. Corea del Norte es un ejemplo de ello. No hay crimen, ni drogadicción, ni familias descompuestas, ni suicidios, pero es repugnante. Es el extremo del continuo seguridad-libertad. Y no se puede ir a los extremos. El balance hay que mantenerlo. La laicidad es fundamental para el balance. Pero la de verdad. No la de los intolerantes que quieren negar todo, aunque sea al presidente del país.
O sea, Uruguay es laico, por suerte. ¿Mujica va a misa? ¿Qué tiene que ver? No es problema más que suyo. Aceptémoslo… o aceptémoslo.
Esa es mi visión y creo que, por suerte, es la compartida por la mayoría de este pueblo.
