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    Montevideo revirtió la tendencia de expansión hacia las zonas periféricas y comenzó a recuperar pobladores en los barrios céntricos

    El dato alivió a la Intendencia, que desde hace décadas lucha para frenar la propagación de la ciudad

    A mediados de la década de los 80 comenzó una tendencia que se convertiría en un dolor de cabeza para los gobernantes de Montevideo: el crecimiento de la ciudad y el desplazamiento de las personas más humildes hacia la periferia. El fenómeno estuvo acompañado por el traslado de los sectores más pudientes hacia los barrios de la costa, y cada vez más al este, lejos de la zona urbana.

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    Eso implica que se profundiza en la ciudad la separación entre ricos y pobres y le exige al gobierno hacer costosas inversiones para instalar nuevos servicios en esas zonas antes despobladas.

    No obstante, esa tendencia a alejarse de las zonas céntricas de la ciudad se desaceleró en los últimos años, de acuerdo con un estudio presentado recientemente en la Intendencia de Montevideo (IMM). El dato entusiasmó a las actuales autoridades, que, como las anteriores, apuestan a repoblar los llamados barrios céntricos y frenar el crecimiento hacia fuera de los límites urbanos.

    El estudio, realizado por el arquitecto y urbanista Federico Bervejillo, recopila datos hasta 2011 (cuando se hizo el último censo), y proyecta que en los próximos años habrá una “moderación” de la tendencia expansiva. El gobierno, en tanto, va un poco más allá y asegura que, en la actualidad, la capital está creciendo más en el centro que en las periferias.

    De acuerdo con la investigación realizada por Bervejillo, fue en el período 1985-1996 que comenzó la ocupación de terrenos y la creación de barrios informales en la periferia. En ese lapso, la población en esa zona de la ciudad creció en más de 54.000 personas. En tanto, en el área de los barrios centrales e intermedios, que incluyen desde Ciudad Vieja hasta La Blanqueada y Tres Cruces, Barrio Sur, Parqué Rodó y Cordón, la población cayó en el entorno de las 20.000 personas.

    La situación no mejoró en los siguientes años. Entre 1996 y 2004 la ciudad consolidada de las áreas céntricas e intermedias atravesó su etapa más “crítica”, con una “fuerte” pérdida de población. En efecto, esa área tuvo un descenso de 61.000 habitantes. La zona de la ciudad llamada intermedia, que abarca el norte del área central, estuvo prácticamente “estancada” a pesar de que estaban “bien equipadas y servidas”, señala el informe. A su vez, la zona periférica creció en 50.000 habitantes en ese periodo.

    En el período 1985-2011, al mismo tiempo que se consolidaban los barrios irregulares en la periferia, crecían las zonas de densidad media y alta de las áreas costeras vinculadas a las clases más pudientes. Esos barrios, que incluyen Pocitos, Punta Carretas, parte de Buceo y Malvín, se vieron dinamizados por la inversión privada y la demanda de sectores medios y altos, dice el informe.

    Fue recién en el período 2004-2011 que hubo una “disminución de la polarización” y que el crecimiento de las periferias y de la ciudad informal se desaceleró y dio pie a una “incipiente” recuperación de la ciudad consolidada. En ese lapso, la periferia solamente creció en 1.700 habitantes, mientras que en el área central la población cayó en el entorno de las 2.000 personas, con lo que la tendencia disminuyó considerablemente.

    Sin embargo, durante el período presidido por la intendenta Ana Olivera (2010-2015), el tema siguió preocupando a las autoridades de la IMM.

    El hecho de que la ciudad se extienda en las periferias supone que el gobierno debe ampliar los servicios hacia esas zonas y repensar temas clave como el transporte y el saneamiento, lo que implica una fuerte inversión y también dificulta la ejecución de proyectos en el territorio.

    El director de Planificación de la IMM durante el gobierno de Olivera, el arquitecto Juan Pedro Urruzola, lo describió como un proceso de “involución urbana”. Hay “una ecuación un poco irracional” con “territorios adecuados que se vacían y otros inadecuados con un empuje demográfico importante”, dijo el jerarca consultado sobre el tema en 2012 (Búsqueda Nº 1.687).

    El fenómeno también preocupa por las consecuencias sociales. Es que en los barrios de las llamadas zonas intermedias y céntricas que experimentaron el fenómeno de vaciamiento convivían personas de diferentes estratos sociales, pero con la polarización territorial, la sociedad se fragmentó: los más humildes se ubicaron en la periferia de Montevideo y los más ricos colonizaron la costa este. “Comienza a generarse ‘espontáneamente’ una lógica de ocupación que ya no condice más con aquella vieja tradición del barrio montevideano, donde estaba el pobre, el medio y el rico”, dijo Urruzola.

    El informe presentado por Bervejillo, sin embargo, fue una buena noticia para las autoridades porque demuestra una desaceleración de la tendencia, aunque el gobierno entiende que es un tema que todavía requiere “tiempo” y muchos esfuerzos.

    La directora de Desarrollo Urbano, Silvana Pissano, dijo a Búsqueda que hay que acercar a la población los distintos servicios que ofrece la parte céntrica de la ciudad, que van desde plazas hasta escuelas, desde agua potable hasta policlínicas. “Queremos una ciudad más sólida y compacta, porque eso forma parte de la sustentabilidad urbana”, explicó la jerarca a Búsqueda.

    A principios de este año, el intendente Daniel Martínez envió tres expedientes para expropiar viviendas “visiblemente abandonadas” y puso en marcha un proyecto piloto llamado Fincas Abandonadas. La idea de la comuna es poder pasar esas fincas a la Cartera de Tierras y coordinar acciones con el Ministerio de Vivienda para que esos predios ubicados en zonas urbanizadas —que ya poseen todo los servicios— sean reutilizados.

    De acuerdo con el estudio realizado por Bervejillo, las perspectivas para frenar la expansión hacia la periferia y mitigar las diferencias sociales son buenas. “Los datos del período más reciente permiten apreciar una cierta moderación de las tendencias expansivas, probablemente como reflejo de un ciclo económico favorable y de políticas orientadas a evitar la expansión informal y restringir la expansión formal de la ciudad”, señala el informe. “Faltan elementos para interpretar estos datos como una tendencia destinada a mantenerse en los próximos decenios, pero al menos se abre la posibilidad de un escenario diferente a los adoptados en estudios anteriores”, agrega.

    El arquitecto comentó a Búsqueda que entre 2004 y 2011 bajó el ritmo de crecimiento de los asentamientos irregulares y, por lo tanto, también el de la periferia. Y ese fenómeno, dijo, se prolongó después del 2011. Pissano por su parte aseguró que, de acuerdo con los datos de la Intendencia, debido a las políticas implementadas por esta y las anteriores administraciones frenteamplistas, hoy Montevideo “está creciendo más en sus áreas centrales y consolidadas que en las periferias”.

    Desarrollo urbano.

    En sintonía con la idea de transformar la ciudad, hace unas semanas el departamento de Acondicionamiento Urbano cambió su nombre por el de Desarrollo Urbano. La idea es reflejar el verdadero propósito y alcance que tiene esta dependencia de la IMM.

    “Le cambiamos el nombre al departamento porque cada vez más es necesario pensar en términos de desarrollo”, dijo Pissano. El desarrollo propuesto, explicó, implica poder “aportar a suprimir las grandes brechas de las injusticias y las desigualdades”.

    Este cambio de nombre conlleva un enfoque que intenta alejarse de la idea de que el departamento tiene solamente la función de embellecer la ciudad, de acondicionarla. “Cada vez que hablemos a través de nuestros planes, proyectos y programas de ‘desarrollo urbano’, estaremos hablando desde el paradigma de la justicia social y desde la sostenibilidad de la vida humana, donde siempre seamos capaces de poner a las personas en el centro de nuestras políticas”, dijo la jerarca.

    Este nuevo concepto implica, entre otras cosas, destinar más esfuerzos para seguir revirtiendo la expansión de la ciudad hacia las periferias. “Una política de izquierda implica redistribuir los recursos, y Montevideo puede ser entendida como un conjunto de recursos”, explicó Pissano. “Pensamos que la riqueza de la ciudad, y el encuentro, tienen que ver con la mezcla y la diversidad”, añadió.