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    Ni tan libres ni tan pensadores

    Director Periodístico de Búsqueda

    Nº 2252 - 23 al 29 de Noviembre de 2023

    , regenerado3

    Esa idea de que todos somos un poco más libres gracias a los avances tecnológicos y científicos no es tan cierta como parece. En algunos aspectos lo somos, no hay cómo negarlo. Se acortaron las distancias, se alargó la vida, se pueden curar enfermedades que antes eran letales y se multiplicaron por cientos las opciones de qué escuchar, leer o mirar, por ejemplo. En otras palabras: el menú se agranda y también la carretera por la que conducimos a lo largo de nuestras vidas.

    La información cae sobre nuestras cabezas como una lluvia torrencial que nunca cesa. Queremos averiguar cómo viven en la tribu más alejada de Oceanía y es probable que encontremos eso y mucho más de lo que ocurre alrededor. Conocer y poder elegir son dos características imprescindibles para poder ser un poco más libres y hoy las tenemos de sobra.

    El problema es que con eso solo no alcanza. Cuanto más se abre el horizonte, más crece la angustia y menos son los que están dispuestos a tolerarla. Así parece al menos teniendo en cuenta algunos de los últimos episodios locales, que llegaron para confirmar que lo de la mayor libertad es relativo. En especial la de pensamiento.

    En los hechos, no hay tantos librepensadores en Uruguay, por más que unos cuantos se proclamen como tales. La campaña electoral, recién instalada —al menos en forma oficial—, muestra la preponderancia de los fanáticos por sobre los que están dispuestos a ver lo bueno y lo malo, venga de quien venga, más allá de los relatos y los discursos hechos.

    En tiempos como estos, donde los líderes políticos se trasladan a la cima de la loma para desde allí pedir el apoyo, son muchos los que hablan de la importancia de “salir de la caja”, de “escaparse de la pecera” y de fomentar el “pensamiento crítico” y la “cabeza propia”. Lindos conceptos para gritar desde la tribuna pero la realidad muestra algo muy distinto.

    Lo que se ve al retirarse un poco de la niebla cotidiana son ejércitos ya prontos para la batalla y muchos alistándose de un lado y del otro sin detenerse a pensar argumentos ni posibilidades de que en el bando elegido se cometan errores. En lugar de vaciarse las cajas, se llenan de guerreros dispuestos a defender lo indefendible o a justificar acciones que no resisten el menor análisis desapasionado. No parece muy sano y es difícil de entender para alguien que realmente reivindica y cultiva la independencia de criterios y el libre pensamiento.

    A continuación, algunas pruebas para todos los gustos. Esto es: de los dos lados, no sea cosa de dejar sin críticas tanto a los fanáticos oficialistas como a los opositores.

    En lugar de ampliar el espectro y habilitar un mayor intercambio de opiniones diferentes, el Frente Amplio se acerca cada vez más en forma orgánica a la central sindical PIT-CNT, lo que lo transforma en un defensor de intereses sectoriales. De un tiempo a esta parte, una de las muletillas del oficialismo para desacreditar a la oposición es catalogarla de FAPIT, en referencia a su supuesta mimetización con los sindicatos. Parecía una caricatura un poco exagerada pero, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, está adquiriendo rasgos reales. Así ocurrió al menos con la movilización en contra de la corrupción y el gobierno de Luis Lacalle Pou que organizaron en conjunto la semana pasada.

    El PIT-CNT defiende los intereses de sus trabajadores agremiados y está bien que así sea. Esa es su razón de ser, para eso existen los sindicatos. Su campo de trabajo es limitado y su objetivo debe ser inclinar la balanza hacia una de las partes. El Frente Amplio debe abarcar mucho más si pretende volver al poder y ejercerlo con justicia y para todos los uruguayos. Cuanto más atado esté a las corporaciones y a los intereses particulares, menor será su libertad de acción después.

    A su vez, quedar demasiado asociado a una visión muy parcializada de la realidad es encerrarse en un corral en el que solo se encuentran los fanáticos de uno de los bandos. Y ahí empiezan a contagiarse de supuestos enemigos a los que hay que intentar paralizar. La “prensa burguesa” es uno de ellos, en especial los que justamente piensan, informan y actúan con libertad.

    Seguir defendiendo a regímenes totalitarios como los que se aplican en Cuba, Venezuela o Nicaragua solo por el hecho de que se definen de izquierda también aleja a los dirigentes políticos de los librepensadores y hay muchos en el Frente Amplio que lo hacen. Decir que solo por asumirse de izquierda se ayuda a los más desprotegidos y necesitados o no se puede ser corrupto, por ejemplo, es un insulto a la inteligencia y a la libertad de pensamiento.

    O aplaudir y poner como ejemplo de anticapitalismo al músico británico Roger Waters cuando pasea sus millones por el mundo. Pero este ejemplo también sirve para cuestionar a los del otro lado, a los que se dicen liberales en oposición con la izquierda, pero promueven la cancelación de Waters solo por pensar distinto a ellos. Lo vimos en estos días, en los que algunos poco menos que planteaban llevarlo preso por sus posiciones sobre la guerra entre Israel y Hamás. La mayoría de ellas son muy polémicas y algunas hasta repudiables, pero cada uno debería ser libre de expresar lo que piensa y dejar que otros lo hagan. Más aquí en Uruguay.

    Tampoco es muy de liberales o de librepensadores promover que cada cual pueda ser dueño de su destino y elegir lo que le parezca mejor para su vida, pero negarse a habilitarle esa posibilidad en cuestiones tan sustanciales y centrales como decidir si prefiere morir antes que continuar con una agonía muy dolorosa o si se siente con la capacidad y fortaleza suficiente como para ser madre o padre.

    Algo similar ocurre con respecto al consumo de drogas. ¿Tiene sentido que se prohíban algunas sustancias, principalmente las más adictivas, generando todo un mercado millonario y asesino? ¿No será mejor que cada uno elija qué consumir y qué no y acompañar y tratar de ayudar a los que entran en los excesos, como ocurre con el alcohol y el tabaco?

    No parece tener mucho sentido promover al individuo y a su libertad de ser, pero colocarle por arriba a alguien o algo que tenga la capacidad de decidir por él en las cuestiones más profundas, sea un Dios, el Estado o algún grupo de seres que se sienten superiores al resto. No suena muy lógico eso de ser muy liberales en algunas cuestiones pero actuar como conservadores e irracionales en otras.

    Y esto trasciende fronteras ideológicas e identificaciones con izquierda y derecha. Para la inmensa mayoría, parece ser más cómodo tener un techo al que ir a resguardarse en lugar de poder mirar el cielo despejado, pero que de tan inmenso provoca incertidumbre. Una lástima por lo que nos perdemos.