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    No hay que “decirle que sí a todo” lo que plantea el gobierno

    Fue uno de los creadores de la reforma de la salud en el primer gobierno de Tabaré Vázquez y luego dirigió el Ministerio de Desarrollo Social durante la administración de José Mujica. Haciendo gala de estas credenciales y de su pasaje por el movimiento sindical y el cooperativo, Daniel Olesker se presentó esta semana como candidato a secretario general del Partido Socialista.

    El domingo 13 de marzo, Olesker competirá con la senadora Mónica Xavier por el principal cargo socialista.

    El ex ministro divulgó el lunes 4 una carta en la que anunció su candidatura, que es respaldada por los diputados Gonzalo Civila, Roberto Chiazzaro, el ex ministro de Industria Roberto Kreimerman, dirigentes sindicales y de cooperativas.

    Olesker escribió a sus compañeros socialistas que conoce el gobierno y que durante su trabajo en el Poder Ejecutivo aportó a la “reducción de la desigualdad, la pobreza y la indigencia, a la ampliación de derechos, a la transformación y desmercantilización del sistema de salud, a la participación social, a la generación de políticas públicas con y para mujeres, jóvenes, sectores discriminados y oprimidos”.

    “El Partido ha decidido cambiar, en una dirección segura y bien definida, y para eso se necesita una nueva mayoría integradora y convencida de la necesidad de ese cambio en su Comité Central”, explicó.

    En diálogo con Búsqueda, Olesker dijo que si gana las elecciones internas trabajará para que los socialistas tengan una presencia fuerte en el movimiento social, en especial en el sindical. Agregó que la lista que impulsa su candidatura, la 4, es el “cambio” dentro del Partido Socialista y no son los “ortodoxos”, como algunos identifican a su grupo. Olesker prefiere hablar de un movimiento de “removedores”.

    Aseguró que “nadie puede decir” que quienes lo respaldan no defiendan al gobierno. Y aclaró que “apoyar a un gobierno es decirle que sí a todo lo que está bien y marcarle cuando no está bien”.

    —En su carta de presentación destaca mucho su gestión como ministro y su trabajo tanto en Salud Pública como en Desarrollo Social. Además reivindica que no es parte de aparatos partidarios. ¿Por qué hizo esa distinción?

    —La primera cosa, la de la gestión, lo digo porque el documento partidario que se aprobó en diciembre en el congreso socialista, hace mucho énfasis en las transformaciones más estructurales que de alguna manera tuvieron perfil socializante. Por otro lado, el partido vive, a nuestro juicio, una situación bastante crítica en los últimos años, con una situación organizativa y política que hay que reconstruir. Y bueno, las garantías que uno puede dar es ser un buen organizador de equipos y alguien que puede reconstruir cosas.

    Lo del aparato es porque de alguna manera el partido tiene que salir de su internismo y abocarse a reconquistar algo en lo que fue muy fuerte siempre, que fue el movimiento sindical y cooperativo. Tengo historia en ambos: 30 años en Fucvam, 10 años en las Cooperativas de Producción, casi 25 en el PIT-CNT.

    —En el último congreso partidario hubo momentos de tensión y usted ahora habla de “internismo”. ¿Por qué cree que se da esa situación?

    —A pesar de eso, la discusión política que se dio en el último congreso fue muy abierta. Somos los que mejor representamos el documento político aprobado, que fue el que presentamos y que es con el que va a conducir al partido. Creo que el internismo tuvo que ver con una conducción partidaria que perdió protagonismo en la discusión hacia afuera. Por un lado, se concentró mucho en la gestión de gobierno y de alguna manera perdió el vínculo con el movimiento social, con lo territorial. Eso había sido muy importante, recordemos que en la década de los 90, el Polo Gargano en el Senado y el Chango De Mello en Fancap, jugaron un rol muy importante en la defensa de las empresas públicas. En el movimiento sindical, en el Secretariado del PIT-CNT, el partido tuvo mucho más peso que el que tiene ahora. Recién ahora está recuperando la dirección en Fucvam, algo que fue histórico desde la salida de la dictadura. Todo esto tuvo que ver con una conducción que no mantuvo una presencia externa.

    —Se dice que el grupo que usted encabeza son los “ortodoxos”. ¿Usted está de acuerdo?

    –No. Ortodoxo es una palabra que puede tener varios significados, pero es algo que se ha usado despectivamente. En ese sentido nosotros somos la propuesta de cambio, hace casi diez años que hay una misma dirección. Somos el cambio, somos el sector que reconquista la esperanza, por eso lo de “removedores” es una buena síntesis. Estamos removiendo y reconquistando la esperanza. Pero se usa mal el concepto de renovación, como renovación ideológica. Uno ideológicamente mantiene sus principios básicos. De hecho, las tesis del Partido Socialista están basadas en los principios de marxismo y socialismo. Uno renueva sus ideas en la práctica política. Por eso “ortodoxos” no es un buen nombre. Lo que nos distingue a nosotros es discutir de política y de propuestas.

    —En su carta de presentación habla de dar un “salto de calidad”, mediante un “nuevo impulso a la distribución de la riqueza” y “poner en marcha un cambio en la estructural material y productiva de la economía”. ¿El Partido Socialista estará a la cabeza de eso?

    –Así es. Pero quiero decir que si yo no ganara, Mónica también tiene que hacer eso, porque el documento aprobado en diciembre habla de profundizar la distribución de la riqueza, habla de la incorporación de nuevos tributos para financiar el crecimiento del gasto social. Más aún, en agosto el partido dijo, hablando del dilema presupuestal, que el gobierno decidió que no va a poner nuevos impuestos y agrega que esta no es la posición del partido. Respecto al cambio de la matriz productiva, los primeros aparecieron al final de la administración de Daniel (Martínez) en Industria, y luego la desarrolló Roberto (Kreimerman). Lo que pasa es que eso requiere, además de una política industrial, fondos económicos que subsidien a las empresas que agregan valor y modifiquen su estructura. Buena parte de los cambios tributarios y mejora de recursos que proponemos, no son solo para el gasto social, sino para la estructura productiva hacia el mayor valor agregado.

    —El lunes el diputado Chiazzaro, que apoya su candidatura, escribió en Facebook que ve con “preocupación que algunos valores históricos de la izquierda uruguaya se han difuminado”. ¿Qué valores cree que se están difuminando?

    —Los valores como tales no, pero la práctica política en alguna medida sí. El modelo de desarrollo que nosotros impulsamos tuvo varias etapas: la primera fue salvar al país de la catástrofe, la segunda fue comenzar a desarrollar reformas estructurales en el plano social y ahora la tercera etapa está en debate. No sé si es un tema de valores, es ver cómo se profundiza la igualdad, el ritmo y medidas para hacer esto. Lo que sí creo, cuando se habla de las tensiones de 2015, que en un marco de crecimiento económico enlentecido, donde la puja distributiva es más fuerte y donde la inflación aparece como un gran problema que no lo era antes, esa puja distributiva se acelera y se profundiza. Y en eso el partido siempre ha tenido la postura de poner la igualdad como eje de la política pública.

    —El director de Descentralización de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Pedro Apezteguía, escribió una carta en la que daba un paso al costado del Partido Socialista. Dijo que en el Partido Socialista falta mesura, hay advenedizos, y que hay algunos que “desafían” al presidente con sus planteos. ¿Cómo observa estas críticas?

    —Creo que la carta de Pedro no merece ni mención. Podría haber ido al congreso a decir eso y no fue. Respecto a los contenidos, no creo que se desafíe al presidente. Cuando Gonzalo Civila fue el único diputado que le planteó al presidente Vázquez que está en desacuerdo con la esencialidad en la educación, fue para ayudarlo, no para desafiarlo. Cuando la bancada socialista plantea cambiar el proyecto del Fondes que envió el Poder Ejecutivo, que prácticamente quitaba toda la parte autogestionaria y la pasaba a microempresa, y se recupera el proyecto original y el Fondes subsiste, no es para desafiar al presidente, es para ayudarlo a seguir gobernando en un contexto diferente. Es un error pensar que apoyar al gobierno es decirle que sí a todo. Apoyar a un gobierno es decirle que sí a todo lo que está bien y marcarle cuando no está bien. Nadie puede decir que los compañeros que integramos esta lista no defendemos al gobierno.

    —¿Cómo será la campaña teniendo en cuenta lo que pasó en el último congreso?

    —Creo que será tranquila. El partido presenta dos candidatos que se respetan; estuvimos juntos en la vicepresidencia del Frente en el 99. Pienso que habrá alguna cosa, las redes sociales permiten decir cosas que no se animan a decir en otros lugares, pero esperemos que la campaña sea un debate de ideas.