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Una notebook y un block de apuntes es todo lo que quedó de Ernesto Ramos en Hermenegildo, balneario brasileño de frontera. Este hombre de 40 años desapareció de la cabaña que había alquilado para escribir una novela, y allí quedaron las huellas de su trabajo: algunos párrafos que apenas habían tomado forma, apuntes deshilvanados que podían ser el inicio de una historia, varios cuentos acabados, las confesiones y los sueños de sus personajes, o tal vez los de él mismo. Eso es parte de lo que va descubriendo Fernando de Armas, un abogado que llega al balneario para saber qué pasó con el escritor. Pero igual que en la buena literatura, en la que “es más importante lo que no se dice que lo que se dice”, en la desaparición de Ramos la clave está en los silencios y en los pliegues de su historia.
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El hombre que despertaba, de Luis Fernando Iglesias, transita entre la novela policial y la fantástica, entre el realismo de un mundo reconocible y la extrañeza de los tiempos paralelos y de hombres que son uno y son también otro. De esta forma, lo que en un comienzo parece una típica investigación pueblerina, deriva en una búsqueda más profunda sobre la identidad. “La gente de aquí se ha convertido en la gente que finge ser”, escribió Sam Shepard en “Crónicas de motel”, y no en vano esa cita sirve de epígrafe para esta historia.
Uno de los atractivos de la novela es su estructura narrativa, que alterna el punto de vista del hombre desaparecido con el del hombre que lo busca. Son dos miradas diferentes, pero terminan siendo muy similares, porque ellos son los foráneos en un pueblo que los observa. De este juego de miradas participa desde un viejo lugareño que percibe lo que otros no ven, hasta el gordo amigable, dueño de las cabañas de alquiler, que también tiene sus pliegues ocultos.
En otra “capa” narrativa se ubica la propia literatura, que adquiere consistencia en los libros que lee el escritor (entre ellos los de Paul Auster) y en sus esfuerzos por convertirse en novelista. “Tenés que estar preparado para convivir con un segundo mundo que se va a sostener gracias a vos. Quien no esté preparado para aguantar esta carga, no debe intentar escribir una novela”, le había dicho a Ramos un amigo escritor. Hacia ese “segundo mundo”, que tiene mucha relación con lo onírico, desemboca la trama de esta historia, escrita con originalidad y un exquisito cuidado por los detalles. Con esta, su primera novela, Iglesias obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2012 en la categoría Narrativa Inédita.
“El hombre que despertaba”, de Luis Fernando Iglesias. Hum, 2013, 180 páginas, $ 350.