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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáRefiero esta nota para realizarle gentilmente algunos comentarios sobre el artículo Obesidad y Políticas Públicas.
Coincido ampliamente con que la obesidad es un área muy relevante para abordar en nuestro país debido al incremento en la población, especialmente en la infancia y las repercusiones negativas que tiene en la salud a corto y largo plazo.
Creo también que no somos concientes de qué forma la alimentación puede ayudarnos en nuestra calidad de vida, como también perjudicarnos si ingerimos alimentos que no son útiles a nuestro organismo.
Durante la pandemia tuve la oportunidad de organizar talleres online de alimentación consciente con una colega nutricionista de amplia experiencia y conocimientos. La profesional exponía diferentes temáticas con recetas de creación propia prácticas, económicas y, sobre todo, muy sabrosas. Mediante la investigación constante, porque la salud y los conocimientos sobre nuestro cuerpo evolucionan, brindaba información plausible de ser aplicada sin dificultades.
Sobre este punto referido a la educación el Estado debería profundizar, tal vez en acuerdo con las mutualistas y salud pública, primaria y secundaria. El ciudadano en general no posee suficiente información sobre las propiedades y beneficios de determinados alimentos y la forma de prepararlos, como tampoco conocimiento sobre los que son más accesibles y por tanto económicos.
No necesitamos comer caro para comer mejor, más sabroso y sin grandes artilugios, es decir cocinar en menos tiempo. Eso no es cierto y es un concepto arraigado que es urgente derrocar para el beneficio de nuestra salud, el crecimiento de los niños y una calidad de vida apropiada y productiva. Para ello necesitamos reunir profesionales adecuados que investiguen, se coloquen en el lugar de las personas, sus necesidades y recursos, sin dietas imposibles de realizar.
Más de una vez he visto las dietas que algunos nutricionistas en las mutualistas le brindan a las personas mayores, por ejemplo. Dietas imposibles de realizar si la persona provenía de costumbres arraigadas de mala alimentación, porque los cambios son paulatinos y la información que tiene el paciente es poca. O las frutas y verduras que se promocionan de temporada, que está bien pero no resuelve el problema estructural.
En esta nota quise brindar mi opinión sobre la experiencia en torno a la calidad de la información que aplico diariamente en mi vida, con alimentos que me devolvieron más energía, concentración, bienestar anímico y mejor descanso, sin medicamentos y suplementos vitamínicos (otra falencia de la industria alimentaria y la salud que sería muy extenso abordar).
Es un tema que requiere mayor análisis, por supuesto, pensando en otras poblaciones como las personas de menores ingresos. Pero algunos mitos podemos y debemos enterrar pronto.
Muchas gracias,
Carolina Fernández