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Oferta de alimentos “símiles” crece y preocupa a la intendencia, que quiere evitar engaños y confusión en consumidores
En la mayoría de los casos, el servicio de Regulación Alimentaria de la comuna autoriza su comercialización con la condición de que cambien su nombre y logo
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Alimentos “de origen lácteo”, productos vegetales que parecen hamburguesas o dulces “símil chocolate”. El fenómeno no es nuevo, pero las ofertas van en aumento. Hoy la industria está llena de alimentos que emulan otros, que sustituyen ingredientes para hacerlos más económicos y aptos a nuevos hábitos de consumo, como el veganismo.
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La tendencia es global y Uruguay no está ajeno: la cantidad de alimentos para veganos que intentan registrarse anualmente en la Intendencia de Montevideo (IM) es cada vez mayor.
La creciente oferta de ese tipo de productos, sin embargo, provoca preocupación en las autoridades responsables de regular su comercialización. Según explicó a Búsqueda el director de Regulación Alimentaria de la comuna, Marcelo Amado, las inquietudes surgen “desde el punto de vista de la calidad nutricional y alimenticia”, sobre todo cuando se trata de productos conocidos como “símiles”.
“Es un tema muy complejo. Algunos de esos productos son elaborados con proteínas vegetales, básicamente los llamados ‘alimentos para veganos’. Pero nos llama la atención que si bien están dirigidos a veganos, tienen formas que se parecen más al producto con el cual quieren competir, como milanesas, hamburguesas y hasta chorizo o fetas de queso”, describió Amado.
El jerarca indicó también que si bien algunos alimentos tienen nutrientes de proteínas vegetales, les preocupa que en otros casos, como los “símil lácteo”, los productos no contienen nutrientes para el organismo. “Realmente nos preocupa el tema del símil, porque intentan desplazar alimentos genuinos, como los lácteos o las proteínas cárnicas, sin cumplir la misma función nutricional”, explicó.
Para poder ser comercializados, todos los productos alimentarios deben registrarse en la IM, donde son evaluados por el área de Regulación Alimentaria bajo la normativa nacional del Ministerio de Salud Pública (MSP).
En la mayoría de los casos en que llegan solicitudes por parte de productos “símiles” o sustitutos, Regulación Alimentaria obliga a las empresas a modificar el nombre, el packaging o las imágenes que los acompañan. De esta forma, se busca evitar confusiones y engaños en el consumidor.
“En general los productos vienen del exterior con nombres que hacen alusión a los lácteos o cárnicos y se vuelven engañosos. Si fueran dirigidos solo a veganos, no tendrían necesidad de tener un nombre similar al producto que ya tiene naturalmente proteína animal o leche”, indicó Amado. “Casi siempre le decimos a la empresa que debe cambiar la presentación, el dibujo que trae y el nombre original del producto para poder comercializarlo”, agregó.
Para el director, la discusión debería basarse en cómo se comercializan, cómo se presentan y qué ingredientes tienen. Es que los consumidores pueden entender que alimentos muy diferentes son similares en función de dónde se ofertan —generalmente en las mismas góndolas— y las propiedades que parecen contener los productos al ver la foto.
“Le llaman símil porque tiene una presentación similar, pero es lo único que tienen en común. No pueden ocupar el mismo lugar nutricional, es otro producto distinto. Es una tendencia que viene creciendo mucho y habrá que ver cómo se canaliza”, opinó.
Normativa.
Si bien el director no pudo precisar una cifra exacta, aseguró que “son muchos” los productos de ese tipo que intentan registrarse y que la tendencia creció significativamente en los últimos dos años.
De todos modos, el porcentaje de esos productos en el total de alimentos registrados aún es pequeño, informó la química farmacéutica Inés Villa, del área de Registro de Producto de la IM. Estima que no superan el 5% de todos los alimentos.
“La oferta está aumentando mucho, ya que hay una demanda importante, tanto de la población como de las empresas, pero para nosotros son realmente muy dificultosos”, dijo Villa a Búsqueda.
Según la especialista, actualmente la legislación “no contempla para nada” el tema de los alimentos símiles, por lo que hasta ahora el único producto de ese tipo habilitado es el símil chocolate —que por razones de producción, permite incorporar 5% de grasa vegetal en lugar de manteca de cacao—.
Pero sí se comercializan, por ejemplo, texturizados de soja, como tofu, que emulan la forma de una milanesa. “Es otro tipo de producto, no es un sustituto. Ahora lo que estamos estudiando con el MSP es la sustitución parcial de la grasa láctea, por ejemplo, en los quesos, por otro tipo de grasa. Pero eso aún no está autorizado”, explicó Villa. Según la especialista, junto con el gobierno nacional buscan “abrir el campo para los símil lácteo”, pero aún hay que legislarlo.
Hoy las autoridades discuten cómo hacer frente a este fenómeno, con el fin de establecer qué denominación deben tener y cómo deben presentarse ante el consumidor este tipo de productos.
Los símil carne o símil lácteo no están dentro del Reglamento Bromatológico, que incluye la regulación de los diferentes tipos de alimentos, por lo que el uso de esa terminología está prohibido.
En ese sentido, desde el Ministerio de Salud Pública y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca informaron a Búsqueda que no están de acuerdo con modificar el reglamento bromatológico para incluir esos productos: “No hay un vacío legal, hay una postura”, comentaron técnicos consultados. Además, incluir productos símil carne o símil lácteo iría en contra de los alimentos naturales que se busca promover.
Para Villar, el surgimiento de este tipo de productos responde a una tendencia global “muy marcada, impulsada no solo por el veganismo, sino por un cuestionamiento generalizado hacia los lácteos y las carnes”.