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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSon especies distintas.
Y no es bueno que se entreveren y confundan. No da lo mismo juntos que separados. Esto no es una opinión teórica: la historia trae ejemplos que prueban las pésimas consecuencias que sobrevienen cuando se entreveran los tantos y no hay que investigar mucho para encontrarlas: el peronismo ofrece abundantes ejemplos.
Incluso llegó a haber países que creyeron descubrir la pólvora institucionalizando el corporativismo, como Portugal, la España franquista y la Unión Soviética.
Los partidos políticos, casi que por necesidad, suelen abrir el espectro de sus posiciones para tratar de abarcar el mayor número de votos posibles. Además, deben preocuparse por temas que hacen al gobierno y van más allá de intereses económicos o sociales sectoriales (seguridad, justicia, relaciones exteriores, etc.). Los sindicatos, en cambio, tienen sentido precisamente en la medida que defienden intereses sectoriales. Por tanto, cuando la política de un país es determinada por los sindicatos, tiende a hacerse excluyente, jacobina y aún despótica, y las leyes suelen alejarse del principio básico de generalidad y abstracción.
Todo esto es muy malo. Ahora, si cabe, es peor aún cuando se hace embozadamente. Como ocurre, o ha ocurrido, en nuestro país.
Hace mucho tiempo que el sindicalismo es la influencia de mayor peso dentro de la izquierda política nacional. Podrá no decidir directamente en todos los casos, pero no se decide contra él en ningún caso. Esto se está haciendo cada vez más evidente en los tiempos que corren. El ala política de la izquierda, llamada Frente Amplio, ha quedado muy malherida por el resultado electoral, a lo que se le suma una crisis de liderazgo. Esa debilidad ha puesto de relieve al ala sindical, que no viene sufriendo esos problemas.
La prueba del nueve ocurrió con la LUC, fue el PIT-CNT quien tomó la decisión política de utilizar esa ley para enfrentar al gobierno y tratar de herirlo. El Frente no quería, notoriamente, pero tuvo que agachar cabeza y seguir al sindicalismo, aun con el bochorno de que incluyeron en la volteada artículos votados favorablemente por los legisladores izquierdistas.
Ahora se produce otro hecho que confirma la hegemonía sindical sobre el Frente: ante las enormes dificultades del ala política para encontrarse un presidente, con el mínimo necesario de peso y pienso, para ordenar la cosa, recurren al Sr. Pereira, presidente del PIT-CNT. Hasta la hoja de parra se cayó.
Es importante que los afiliados al PIT, pero también la sociedad toda, abran los ojos a este fenómeno político, inédito y nada neutro que está ocurriendo en nuestro país.
Los primeros deben tomar conciencia de que cuando los llamen a movilizarse con paros y huelgas lo que la dirigencia persigue no es mejorar las condiciones de los trabajadores, sino fines políticos. Muy concretamente: debilitar al gobierno y fortalecer al Frente para recuperar el poder. Como eso es tan obvio, no pueden dejar de tenerlo presente los empleadores, y ello redunda muchas veces en una sensación de amenaza que lleva al endurecimiento de posiciones, agriando las relaciones laborales.
En cuanto a la sociedad en su conjunto, incluyendo quienes sienten afinidades políticas de izquierda, debe ser consciente de que la corporativización del Frente le hará perder definitivamente sus raíces históricas, el sueño de sus fundadores, como Juan Pablo Terra y Zelmar Michelini, y de líderes como el Gral. Seregni y Tabaré Vázquez. Solo el Partido Comunista y el ala nostálgica del socialismo festejan lo que está ocurriendo.
Ignacio De Posadas