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Advertencia: esta no es una película de amor, sino sobre el amor. Eso implica mostrar a dos personajes que se quieren pero que atraviesan los mismos problemas de cualquier pareja, en este caso gente de cuarenta y pico. Y esos problemas implican planteos ingratos sobre una convivencia no siempre placentera, puntuales desacuerdos, airadas discusiones, reproches del pasado, malestares del presente e incertidumbres sobre el futuro. Tal vez hasta amenazas de terminar con todo, si el amor no es suficiente para superar esos momentos donde parece que todo se derrumba y el divorcio es la única solución.
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Pero además, Antes de la medianoche se apoya en dos personajes que ya conocemos, y muy bien. Los vimos hace dieciocho años, cuando Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) se encontraron en un tren que iba de Budapest a Viena. Él era un joven norteamericano de 24 años que recorría Europa y ella una muchacha francesa de su misma edad en camino hacia París. En Antes del amanecer (1995) él la invitaba a pasar juntos el día en Viena, y el bellísimo marco de esa ciudad oficiaba de inmejorable decorado para un romance que podría ser fugaz pero que prometía perpetuarse. No fue así. Nueve años después se reencontraban en París y Antes del atardecer (2004) mostraba que después de todo algo había quedado pendiente en aquella jornada vienesa, a pesar de que ahora él estaba casado y tenía un hijo. ¿Sería el momento de decidirse a reconocer que era el momento de encarar su relación más seriamente? Bueno, recién ahora lo sabemos.
Es el caso curioso de un mismo equipo que se reúne periódicamente para retomar personajes que han seguido viviendo en el transcurso de etapas que no se han mostrado y que el mismo espectador debe reconstruir apoyado en los diálogos y en las referencias que aparecen mencionadas como al pasar. François Truffaut lo hizo con Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud) en cinco filmes entre 1959 y 1979. Y hay otros dos ejemplos bastante disímiles de parejas que uno pensaba que habían encontrado el gran amor y sin embargo no había sido así: una era la de Claude Lelouch en “Un hombre y una mujer” (1966) y “Un hombre y una mujer 20 años más tarde” (1986), donde Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant demostraban cuán frágil había sido su romance inicial. La otra, más importante, era la de Ingmar Bergman en “Escenas de la vida conyugal” (1973) y “Saraband” (2003), treinta años de separación entre Liv Ullmann y Erland Josephson donde la ancianidad, la curiosidad y la piedad provocaban el reencuentro de dos viejos amantes.
El caso de Richard Linklater (1960) no se parece empero a Bergman, salvo por sus largos planos abundantemente dialogados. Recuerda más bien a los filmes de Eric Rohmer, por sus reflexiones (también muy conversadas) sobre la vida, el amor y la fragilidad de los sentimientos. Estamos hablando de grandes directores (no de Lelouch, por favor) y tal vez la comparación no sea excesiva. ¿Por qué? Pues porque Linklater ha establecido una relación muy estrecha, muy cómplice, con sus actores principales, quienes además firman el libreto junto con él. Antes de la medianoche, es entonces, más que nada, un trabajo elaborado con mucho amor. Linklater no es un director comercial, y aparte de estos tres “Antes de…” hizo “Tape” (2001) que encerraba a sus tres personajes entre cuatro paredes, “Escuela de rock” con Jack Black (2003), que era la más zafada, y el experimento de “Una mirada en la oscuridad” (2006), donde los personajes estaban dibujados sobre actores verdaderos con el pretexto de una trama basada en Philip K. Dick. Ninguna película se ha parecido a otra, salvo esta (por ahora) trilogía sobre Jesse y Céline, a la que presta especial dedicación.
Primero fue Viena, luego París y ahora es Grecia, con paradisíacos escenarios de Mesenia y Kardámila, donde Jesse y Céline se encuentran de vacaciones con sus dos hijas mellizas luego de nueve años de convivencia. Él ha seguido su carrera de escritor, el hijo ya tiene 14 años y está lejos, y ese es justamente el motivo de la disputa conyugal: la posibilidad de mudarse a Chicago y dejar que ella pierda un trabajo que le interesa particularmente, porque nunca ha ejercido el simple papel de ama de casa y madre sino que, como ya se sabe, prefiere ser independiente y hacer lo que le gusta. Están en la casa de Patrick, un veterano escritor griego interpretado nada menos que por Walter Lasally, recordado fotógrafo de Michael Cacoyannis (“Zorba el griego”), Tony Richardson (“Tom Jones”) y James Ivory (“Amarás a un extraño” o “The Bostonians”).
La película está compuesta prácticamente de cuatro escenas, dos de ellas largos planos secuencia de 15 minutos cada uno, proeza del fotógrafo y de los dos actores, que dialogan largamente como si no estuvieran actuando, como si fueran ellos mismos asumiendo los papeles de dos personajes que conocen a fondo, con una naturalidad y una espontaneidad que le otorgan al filme esa cualidad especial de algo sentido y sincero. Es una pareja hablando de sus problemas con humor, con cariño, con una derivación hacia la agresividad cuando el tono de la discusión sube, y todo ello es observado por el espectador como si estuviera ante una situación real, no ensayada, más bien espiada indiscretamente. Y eso le otorga a Antes de la medianoche un estilo muy poco común y de extraordinaria fuerza emotiva, tanta que uno desea saber qué será de estos personajes dentro de otros nueve años, cuando seguramente volverán siendo ya cincuentones. Por cierto, no hay precedentes de nada de eso en el cine actual.
“Antes de la medianoche” (Before Midnight). EEUU, 2013. Dirigida por Richard Linklater. Escrita por Linklater, Julie Delpy y Ethan Hawke. Fotografía de Christos Voudouris. Con Ethan Hawke, Julie Delpy, Walter Lasally, Seamus Davey-Fitzpatrick. Duración: 109 minutos.