Por qué no se callan

REDACCIÓN  
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Sr. Director:

Cuando en la Cumbre Iberoamericana del año 2007 el entonces rey de España Juan Carlos increpó al presidente venezolano Hugo Chavez diciéndole “por qué no te callas”, acuñó una frase que aún hoy se recuerda. Si bien practicamos y apoyamos la total libertad de expresión, respetuosa, en algunas circunstancias es mejor callarse que decir cosas fuera de lugar o que no se ajustan a la realidad. Hoy por hoy todos somos rehenes de nuestros archivos.

Uno de los dirigentes que haría bien en callarse por un tiempo es el expresidente Tabaré Vázquez. Durante su última presidencia fue reacio a las conferencias de prensa, las pocas que dio contestaba solo lo que quería, la prensa poco preguntaba y también supo desacomodarse en algunos casos como al tratar de “pompita” al actual presidente o al dialogar con un colono a quien luego desacreditó desde la página web de Presidencia. También recordamos la arenga anticonstitucional que hizo desde el fastuoso Antel Arena, donde en lugar de un discurso presidencial a la ciudadanía realizó un recuento de los supuestos logros de su gobierno sin ningún tipo de prejuicios al estar violando la carta magna y actuando partidariamente.

Ahora, aggiornado a las nuevas tecnologías, realiza conferencias vía Zoom para sus partidarios, fundamentalmente del interior, que él dice haber recorrido igual que Luis Lacalle Pou. Nos parece que el GPS de Vázquez es distinto, pues dejando de lado las parodias de los consejos de cercanía de ministros (pautados de antemano en sus preguntas a escolares), poco lo vimos en el Uruguay profundo, en los asentamientos y en las zonas de los más vulnerables, esas “donde tanto invirtió”. Preguntó el exmandatario: “¿Invertir para que la gente viva mejor es dilapidar el dinero?”. No, doctor Vázquez, eso no es dilapidar el dinero. Lo que sí lo es son los miles de millones de dólares que tuvimos que poner para evitar el quiebre de Ancap (1.000 millones), el cierre de Pluna (300 millones), la regasificadora (250 millones), el Fondes con un manejo impresentable (70 millones) y la lista sigue, destinando plata a proyectos innecesarios como el Antel Arena (106 millones). Caprichos del expresidente como gastarse US$ 1 millon en un avión más US$ 1,2 en mantenerlo, US$ 5,5 en el Museo Gurvich, compra de edificios para ministerios, aumento indiscriminado de la flota de autos oficiales y un sinfín de gastos que concluyen en un “despilfarro” por parte de su fuerza política. ¿Hubo inversión social? Sí la hubo, pero no del tamaño que se intenta “vender”. Hoy tenemos más pobreza, más asentamientos, más ciudadanos colgados de un pequeño hilo sin estar formalizados laboralmente (léase “en negro”), más deuda, más inflación, más déficit. Para el Dr. Vázquez, la coalición tiene fisuras y sigue con el chip de la campaña; para muchos y sobre todo frenteamplistas, el relato de la izquierda se agotó y seguirá así mientras no tengan una sincera autocrítica. No hay más lugar para los vendehumo, los que se quejan de todo y no aportan a la sociedad.

El actual gobierno, con sus cinco partidos, hizo una propuesta e intenta llevarla a la práctica. Si dejamos de lado la pandemia, donde la oposición se quedó sin argumentos para criticarla, el resto todo les parece mal. ¿No es oportuno callarse al criticar la Ley de Urgente Consideración si después voto más de la mitad de sus artículos? ¿No es oportuno callarse en lugar de pedir mayor cantidad de gastos cuando no hay de donde sacar? Tener líneas de crédito accesibles no es lo mismo que pedir y pedir. Así manejaron Vázquez y sobre todo Mujica nuestros dineros que ahora debemos pagar, nadie regala nada.

Otros actores, que también deberían callarse, son los economistas que supimos padecer durante años y que resulta ahora tienen las grandes soluciones. Estas últimas son similares a las que ellos aplicaron y nos dejaron donde hoy estamos con un déficit insostenible, producto de pedir y pedir, gastar y gastar. Para ellos siempre hay “un espacio fiscal” (así llamó Astori al sobrante) y Presupuesto tras Presupuesto aumentamos el gasto para satisfacer a los compañeros.

La oposición es buena y necesaria siempre y cuando sea constructiva, no importa qué partido político la ejerza. El engaño y la mentira son detestables también sin importar quién la ejerza y mucho más aún cuando apunta a querer convencer a quienes peor están, más dificultades padecen y más sufrieron el engaño. Ahora parece que desde el gobierno departamental se puede tutelar al país entero y reclaman su voto para salvar al Uruguay. ¿Cómo se puede pretender construir algo positivo si comienzo diciendo que voy “contra los embates de un programa de gobierno restaurador de privilegios de derecha que representa los sectores más reaccionarios de las clases dominantes? Quien redactó esto bien podría ser Javier Miranda, no sabe leer el pensamiento popular que, en su gran mayoría, se opone a grietas sociales y apoya la gestión gubernamental de hoy.

“Larga vida al rey” también gritaba la ciudadanía varios siglos atrás. Hoy, siglo XXI, a muchos dirigentes políticos les gritamos: “Por qué no te callas”, tu silencio ayuda más que tu grito mentiroso y desesperado.

Sergio Barrenechea Grimaldi

Egresado de la Escuela de Periodismo, primera generación (2017)

Cartas al director
2020-08-06T00:00:00