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“Cuando aprendamos a convivir sin agresividad hacia otros seres vivos obtendremos el derecho de llamarnos seres superiores”. Esta leyenda está inscripta en la pared del ingreso al zoológico de San Carlos, en el departamento de Maldonado.
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Este zoológico recibe miles de visitantes al año, y los fines de semana llegan en grupos porque el predio cuenta con parrilleros para que las familias se reúnan a almorzar al aire libre entre los carpinchos y los ciervos y a la orilla del “arroyito de la Quinta de Medina”, como se conoce entre los lugareños.
Los animales se encuentran en grandes espacios verdes. Hay flamencos, ñandúes, pecarí y llamas, aunque los felinos, el león y el tigre, están en jaulas de barrotes con piso de hormigón, en espacios de aproximadamente siete metros de lado cada uno. En 2007 la Intendencia de Maldonado realizó un evento para generar propuestas de especialistas que puedan ayudar para mejorar el zoológico.
Mahia Minteguiaga, licenciada en Ciencias Biológicas de la Sección Etología de la Facultad de Ciencias, especialista en bienestar animal y manejo en cautiverio de especies silvestres, contó que esta institución participó y presentó un proyecto que luego no se concretó.
Durante el II Congreso Uruguayo de Zoología en la Facultad de Ciencias varios especialistas vinculados con esta institución manifestaron que se les ha hecho difícil poder ingresar a trabajar a varios zoológicos del país y que han hecho propuestas educativas y de mejoras para los animales que nunca se concretaron.
Tras el planteo realizado para San Carlos hicieron otra propuesta para el zoológico de Canelones y otra para el de Salto. En 2010 le presentaron un plan de trabajo a la Sección Cultura de la Intendencia de Montevideo y en 2012 a la Reserva Tálice en Flores y en todos los casos la respuesta quedó “en standby”, dijo Minteguiaga durante la disertación “10 años aportando conocimientos: iniciativas de investigación biológica en zoológicos de Uruguay”.
También se acercaron al zoológico de Durazno, en donde participaron en ayudar a realizar mejoras, pero cuando presentaron la propuesta de trabajo formal la respuesta también quedó en “standby”. La misma respuesta tuvieron luego de realizar trabajos con monos en la reserva de la Fortaleza Santa Teresa.
Minteguiaga rescató como positiva la apertura de los zoológicos y reservas a que los estudiantes concurran y puedan realizar estudios y prácticas. Sin embargo, destacó que hay una necesidad de realizar cambios en los zoológicos del país y que hay “personal formado, gente recibida y con experiencia” que lo puede hacer.
Villa Dolores.
Ignacio Lombardo relató durante su disertación en el Congreso su participación en el zoológico de Villa Dolores en Montevideo hace ya varios años. Cuando llegó al serpentario notó que algunos ejemplares tenían la “cola amputada” porque en el zoológico les daban de comer ratones vivos y estos terminaban atacando al animal en exposición. Había serpientes muy obesas y otras muy flacas. Además, estaban en recintos con pasto artificial tipo “de fútbol cinco” y los nombres de algunas especies estaban mal escritos. Estos eran solo algunos de los problemas que trabajó para solucionar. Hoy el espacio fue reformulado en un vivero con mejores condiciones.
Entre 2008 y 2010 la Intendencia pagó por el trabajo de Lombardo y otro compañero de Ciencias, que realizaron aportes para reestructurar el sistema con asesoramiento sobre mejoras en la iluminación, en el manejo de animales, participaron en el manejo de especies peligrosas y redactaron protocolos de trabajo. Pero en 2010 los cargos no fueron renovados, “aparentemente por problemas administrativos”, dijo Lombardo. Además, hubo atrasos de hasta siete meses en el pago del sueldo.
Hoy la persona a cargo del vivero aún se comunica con los especialistas cuando tiene dudas. Ellos asesoran por teléfono pero no pudieron volver a trabajar presupuestados en el zoológico.
