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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDios no previó los accidentes de tránsito, decía mi padre, neurocirujano él, ante los enormes daños neurológicos que derivaban de esas desaceleraciones bruscas y los impactos internos de materias blandas cerebrales contra el cráneo. El Dr. Bastarrica decía que el cráneo está preparado para recibir un martillazo fortísimo desde el exterior, pero no para amortiguar un impacto desde el interior.
La energía a disipar en un choque es proporcional al cuadrado de la velocidad, por lo cual esta no es inocua al determinar el nivel de daños de un accidente de tránsito.
La conducción y el tránsito no son un fenómeno individual, sino social. En la mayoría de los accidentes hay más de un actor involucrado. El muy difundido Manejo Defensivo es nada más que una forma de incorporar el error ajeno en las precauciones a tomar para conducir en forma segura.
Yo no manejo 11.000 km por mes, apenas una décima parte. Pero aunque creo ser un conductor de habilidades promedio y precauciones superiores a la media, todos los meses me enfrento a situaciones en las que por errores propios o ajenos, he estado cerca de protagonizar un accidente.
Uruguay, al igual que el resto del mundo, ha ido incorporando legislación, infraestructura y hábitos que tienden a prevenir accidentes o a minimizar su impacto. Los cinturones de seguridad, el alcohol cero, los airbags y ABS, los semáforos, el casco y muchos otros elementos han ayudado a salvar muchas vidas y bajar muchos costos humanos y materiales. Pero no es suficiente. Aún mueren o se invalidan para siempre muchos uruguayos en calles y rutas, sobre todo jóvenes y con mucha vida por delante.
Siempre hubo voces disonantes que cuestionaron el cinturón de seguridad, el casco, los límites de velocidad y alcohol y las multas, sugiriendo una cierta incomodidad, ineficiencia o injusticia con su cumplimiento. Los argumentos son siempre desde la perspectiva de la libertad individual del conductor para asumir sus propios riesgos. Pero no es lo único a poner en la ecuación: un choque con un motociclista sin casco o un automovilista sin cinturón puede transformar una colisión común en un homicidio para un automovilista que cometió un error.
La agenda de mejoras pendientes es enorme:
Afirmar las conductas relativas al alcohol, uso del cinturón y del casco, sujeción de los niños, uso del celular, conducción por la derecha y adelantamientos en ruta, uso de la banquina.
Usar la libreta de conducir como una herramienta de control de las habilidades, capacitación y cumplimiento de las normas, para sacar de las calles a los ignorantes de las normas, los inhábiles para el manejo y los transgresores consuetudinarios
Mejorar la infraestructura vial y adecuar los límites y señalización a los riesgos (tema hoy en discusión pública)
Uruguay tiene varias historias de éxito en la modificación de conductas perjudiciales, como el caso del cigarrillo. El tránsito seguro es un desafío aún más provocador. No hay una bala de plata que mate a todos los demonios que asesinan en la calle a los uruguayos; es necesaria una acción y comunicación permanentes en el camino de mejora.
Pero hay muchos técnicos capaces y mucha experiencia acumulada aquí y en el resto de los países como aplicar la mejor reglamentación, los controles apropiados y promover los hábitos más seguros de los conductores. Solo hace falta lucidez para entenderlo y determinación para aplicarlo.
Ing. Ernesto Bastarrica
CI 1.706.449-1