—No. No es mi caso. Simplemente creo que es un problema de oportunidad y, según el momento en el que te sorprende la situación, puede llegar hasta a molestarte. ¿Por qué? Porque esto es una vergüenza, realmente. Yo no sé cómo resolver este problema. He tenido la gran oportunidad de estar acá en dos períodos. Desde que vine al ministerio por primera vez en 2005 pasaron 14 años y no se ha podido destrabar la situación. Claro que tiene elementos jurídicos e intereses en juego, y demandas, y litigios, pero se le está privando a Montevideo y a Uruguay la utilización de un lugar destacadísimo, y lejos de aprovecharse eso se ha degradado toda la zona. Siento vergüenza de no poder resolver eso, como uruguayo y como integrante de este gobierno. Créanme que he hecho todo lo que desde el punto de vista de mis responsabilidades se puede hacer. Por meses he tenido el expediente en mi despacho, siendo que nunca fue un elemento que dependiera directamente de nosotros. Expropiamos en el período anterior. Cuando me fui de acá resulta que el asesoramiento jurídico recomendó que se entregara el predio expropiado, y ahora cuando volví la situación seguía igual, seguía trabada. Al punto que estoy procurando volver a repetir el procedimiento de la expropiación porque no hay forma de lograr la posesión. Buscando apoyos e instrumentos jurídicos, por ahí descubrimos la posibilidad de un articulito (en la Rendición de Cuentas) que nos servía para tener la custodia. Y ustedes vieron que con la custodia sacamos las chapas, liberamos a Artigas, cercamos, iluminamos. ¡Se la devolvimos a la gente! Porque me parece que era el primer paso. Todavía no tengo la posesión y entonces, sin tener la posesión, no es responsable ponernos a discutir qué cosas vamos a hacer, y si vamos a hacer esto o lo otro. Puede llegar hasta a molestarte cuando vos ves…
—¿Le molestó?
—Y la verdad que sí. Porque me hubiera gustado que me preguntaran antes: “¿De qué manera te podemos ayudar?”, “¿de qué manera podemos generar un movimiento que nos permita recuperar la posesión de esto?”. Tengo clara conciencia de que con lo que queda de gobierno no nos va a dar para concretar ningún proyecto importante. Pero dar la pelea por la posesión es contribuir a que el mejor proyecto posible se pueda concretar en el futuro.
—¿Eso es lo que quería decir con lo de tener los pies en la tierra?
—Sí, efectivamente. Esa frase no sé si la dije toda o si una parte la representé físicamente (golpea el piso con el pie). Hay muchos proyectos, muchas ideas, y muchos sueños. Son legítimos y algunos pueden ser muy buenos, y llegado el caso estará la instancia para decidir. Pero sinceramente, me da la sensación de que lo primero que tenemos que hacer es romper esta inercia, que es absolutamente increíble y que me da vergüenza.
—El equipo del intendente presentó el proyecto de la Estación del Futuro ante el BID.
—No voy a agregar más nada porque si no, van a decir que estoy haciendo una contracampaña de quien eventualmente puede llegar a ser mi candidato a la presidencia (se ríe).
—¿Eventualmente porque ahora no es su candidato?
—Eventualmente porque todavía hay una elección interna por delante.
—¿En las internas va a apoyar a Carolina Cosse?
—No voy a expresar mi opción interna. Yo sé que voy a votar al Frente Amplio en la elección nacional. Creo que no aporto nada intentando prealinear a los que vamos a participar del acto electoral.
—¿Pero tiene una preferencia o la oferta no lo conforma?
—No es una preferencia todavía definida.
—¿Cosse está más comprometida con el oficialismo que Martínez?
—No sé. La carrera está en marcha. Con Carolina hemos trabajado tres años y pico sentados al lado. Yo me sentaba en la silla de al lado, la conozco bastante. Pero más conozco a Martínez. Dormí muchas más noches con Martínez que los días que trabajé con Carolina. Y conozco también a los otros, y bastante. Son buena gente y buenos candidatos. Pero déjenme madurar la decisión.
—La intención de voto en la mayoría de las encuestas ubica al Frente Amplio más o menos equiparado con el Partido Nacional. Eso marca una diferencia con lo que sucedía en elecciones anteriores en esta etapa. ¿A qué lo atribuye? ¿Puede tener que ver con las precandidaturas del Frente Amplio para esta elección?
—No daría por hecho esto que señalás. No es un punto de partida que esté demostrado para mí.
—¿No se guía por las encuestas?
—Algunas sí, otras no. Creo que son instrumentos que sirven para orientar, pero difícilmente puedan definir un estado de situación. Es posible que, así como ha ganado el Frente Amplio, esta vez pueda ganar el Partido Nacional, pero que exista un cambio sustancial respecto a lo que era el modo de pensar de las uruguayas y uruguayos, todavía no estoy de acuerdo. Ha cambiado mucho la sociedad y la conducta de los ciudadanos, la forma de manifestarse y expresarse. Hay un cambio que está incidiendo en la conducta de la gente que más rápidamente expresa su opinión, toma partido y después hace una pausa y saca conclusiones. Primero se expresa a través de las redes y después toma la decisión.
—¿No ve una debilidad en la oferta del Frente Amplio?
—No veo que la oferta de candidatos del Frente Amplio esté en desventaja con la que presentan otros partidos.
—¿Antes había una ventaja?
—Bueno, sí. Había candidatos que tenían un peso individual más decisivo. Como se da en otros partidos. No es lo mismo la performance del Partido Colorado antes de Sanguinetti que después de que entró Sanguinetti. La individualidad tiene su aporte y su peso.
—¿Le preocupa que la llegada de Sanguinetti pueda reforzar a la oposición?
—No, pero es notorio que en el Partido Colorado generó una expectativa y una proyección que sin Sanguinetti no tenían. No me preocupa en absoluto. Conocemos a Sanguinetti, sabemos de sus características, sus capacidades y virtudes. Y también sabemos por qué no lo votamos. Ahora, si para Mujica 80 y pico de años era un elemento en contra, no creo que sea un elemento a favor para Sanguinetti. Pero bueno, a veces uno escucha y pareciera que lo que era un desmérito para Mujica es una virtud para Sanguinetti (se ríe).
—¿Esperaba tantas críticas al proyecto de UPM y de tantos flancos distintos?
—(Se toma diez segundos para pensar) Creo que es un proyecto que tiene un apoyo muy importante y muy extendido. Es un apoyo superior a la forma en la que generalmente se divide la sociedad. Aparte de alguna encuesta y con todas las limitaciones que esto tiene, lo veo en la calle. Se ve en el proceso de expropiaciones que se lleva adelante. A la gente obviamente le angustia y le preocupa su situación personal, y busca la mejor solución a su situación. Pero en líneas generales, la gran mayoría ve con buenos ojos y valora que el esfuerzo que se le pide esté vinculado al desarrollo del Ferrocarril Central, y valora también positivamente la instalación de la tercera planta. También deben ser tenidas en cuenta y respetadas las opiniones que por distinta razón expresan su oposición. En algunos casos sin mucho fundamento, pero deben respetarse.
—¿Cuál es la situación del Ferrocarril Central hoy?
—Como en el Antón Pirulero. Si bien trato de saber lo que pasa en el barrio, nosotros atendemos nuestros temas. Desde el punto de vista de las autorizaciones ambientales sé que hubo algunos problemas que tenían más que ver con las condiciones de trabajo de los funcionarios que con el contenido. Se han hecho los estudios, se han incorporado los análisis correspondientes y tengo la información de que eso va bien rumbeado. Después, si demora un día más o uno menos por razones administrativas o laborales, es una cosa distinta.
—En tres casos son organizaciones sindicales las que generaron demoras al proyecto de UPM. La Unión Ferroviaria primero, el Sunca después con la decisión de dejar de ir a las reuniones en las que se trataban los asuntos laborales de la planta y ahora lo del sindicato del Ministerio de Vivienda. Usted estuvo en la actividad sindical, ¿cómo ve ese tipo de decisiones en el marco de un proyecto que tiene cierta delicadeza?
—Desde siempre ha habido en la actividad sindical quienes quieren ir más ligero y quieren todo ya, y quienes creen que es un camino de acumulación y de construcción que va a la vez mejorando las condiciones de vida de la gente y construyendo herramientas más fuertes. Un viejo dirigente sindical me decía que mientras tuviéramos la herramienta pronta teníamos condiciones de negociación, el día que se baja esa herramienta ya no. Muchas veces hay un conflicto y lo primero que resuelve el sindicato es la huelga general y por tiempo indeterminado, antes de madurar las condiciones para lograr una conquista. El día que largás la huelga, largás la huelga. ¿Qué vas a hacer? Solo te queda prepararte para recibir medidas de represión, castigo, vivir sin jornal durante determinado tiempo. Pero no ha habido inconvenientes, salvo esto del Ministerio de Vivienda. Lo de AFE fueron decisiones sin mucha significación.
—¿Y lo del Sunca?
—En un camino de negociación de este tipo son cosas normales.
—¿Afecta en algo la imagen de Uruguay a los ojos de UPM ese tipo de medidas?
—La primera preocupación es ante los ojos de los uruguayos. UPM si está acá es porque ya conoce lo que puede esperar del país y de los trabajadores uruguayos. Que haya desencuentros y encuentros… ¡Por favor! Pongan un grabador en una mesa donde esté yo mismo negociando algún aspecto con un representante de UPM y a veces vuela el techo. Pero eso no quiere decir que UPM no conozca qué busca en el Uruguay y que nosotros no sepamos lo que al Uruguay le viene bien.
—Asumió con el objetivo de elevar el estándar de calidad de las rutas nacionales. ¿Qué resultado puede mostrar a un año de terminar la gestión?
—Ha cambiado a favor el número de rutas buenas y muy buenas, ha disminuido el número de rutas regulares y malas. Quisimos eliminar los puntos críticos, los que realmente interferían en la circulación, y hoy no hay ningún kilo de carga que no pueda salir por culpa de las rutas nacionales. Este año vamos a invertir unos US$ 500 millones más, pero es un camino que hay que seguir. El problema de Uruguay en esta materia es que después cambia el gobierno, y vuelve a repensarse, y se demora un poco, y arranca todo de vuelta. Esto es un problema país y tiene que haber una política continua.
—¿Cómo ve la caída de carga en los puertos?
—Algunos están tan empeñados en demostrar que el Uruguay se cae a pedazos que terminan haciendo daño al país y a ellos mismos, porque dicen cosas que no son buenas, porque la prensa la leen también afuera del país y generan la impresión de que hay cosas que andan mal y andan muy bien. La participación del sistema portuario nacional en las cargas de la región está en el promedio de las cifras que históricamente se han manejado y, si bien ha habido alguna tendencia de menor movimiento, deben mirar cómo anda la región. Históricamente nosotros tenemos exportaciones e importaciones, más movimientos de tránsitos y transbordos. Es cierto que el año pasado perdimos la oportunidad de aumentar el porcentaje de participación en el manejo de la carga paraguaya. Se analizaron cuáles fueron las razones y fueron razones de imposibilidad de cumplir con los contratos de un operador privado. Pero en el promedio general de movimiento siguió manteniéndose ese porcentaje y la tendencia más bien es a crecer en cuanto a la captación de transbordos y tránsitos en los puertos del país. Se han dado algunos elementos interesantes, como el dragado del Martín García a 34 metros, que era una bandera histórica. ¿No reclamaba todo el mundo eso? ¿El Centro de Navegación no planteaba ese tema como una necesidad? ¡Y se logró!
—Gracias a la amistad del presidente argentino Mauricio Macri.
—Gracias a la amistad de Macri y al trabajo de nuestra gente. Se dragó además el río Uruguay y se consolidó el transporte de carga por el río Uruguay. El acceso a 14 metros al puerto de Montevideo era otra de las banderas, y se logró el beneplácito argentino, y eso se va administrando de modo de ir dragando de acuerdo a las necesidades. Entonces, se ha avanzado y las perspectivas son auspiciosas. Acá cada vez que Buenos Aires ensaya una reestructura aparecen los fantasmas en Uruguay. Han fracasado reestructuras, no han terminado algunos y han empezado otras. En buena medida nosotros existimos porque ahí en frente hay 30 millones de personas. Pero el puerto de Montevideo sigue teniendo dos metros más de profundidad, más facilidades de desarrollo y va a seguir jugando un rol muy importante en la organización de la carga, que llega también al puerto de Buenos Aires. El mérito no es de este ministro, quizás haya sido de Lord Ponsomby.
—¿Qué va a suceder con el puerto de aguas profundas?
—Montevideo todavía tiene capacidad y margen para crecer y jugar de pívot, pero cuando se le empiece a agotar, esa es la carta que tenemos que jugar. Por eso esa carta no es frenteamplista, no es de Mujica, no es blanca, no es colorada, no es verde, es una carta del Uruguay. Tenemos que saber cuál es la costa oceánica y dónde podemos jugar ese partido cuando llegue el momento.
—¿Qué avances lograron?
—Queremos invitar a una presentación a todos los partidos. No quiero que se politice más el tema, porque nos hizo un daño brutal. Hay cosas que el Uruguay las tiene que hacer porque le sirven el país. Ya definimos la localización en la última Rendición de Cuentas: lo que era un punto específico resolvimos que fuera una faja, unos 15 kilómetros donde hay que ubicar al puerto. La naturaleza mueve las arenas y mueve las costas, no se puede engominar la costa, por lo tanto hay una información macro y el detalle del punto se decidirá cuando llegue el momento.
?? “No fuimos suficientemente conscientes” en una licitación