El típico ajuste que normalmente se da tras una “crisis” de Balanza de Pagos se está produciendo de forma gradual y sin un desbarranque de las reservas.
El típico ajuste que normalmente se da tras una “crisis” de Balanza de Pagos se está produciendo de forma gradual y sin un desbarranque de las reservas.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLas cifras de intercambio comercial y financiero con el exterior —resumidas en dicha balanza— divulgadas en setiembre por el Banco Central (BCU), muestran que el saldo negativo de la cuenta corriente llegó este año a su menor nivel desde 2009. Eso indica que se redujo la diferencia entre gastos e ingresos de la economía en su conjunto.
El déficit corriente —la diferencia entre exportaciones e importaciones, más las rentas cobradas menos las pagas al resto del mundo— fue de U$S 735 millones en los 12 meses cerrados a junio.
Los datos de comercio exterior más recientes dan cuenta de que el déficit siguió bajando, y tanto las compras como las ventas están moderando su descenso.
Por otra parte, en el año cerrado a junio la entrada de capitales productivos (inversión extranjera directa o IED) se redujo y se revirtió fuertemente el flujo de fondos financieros, que salieron de la economía luego de varios años dándose lo contrario. Ese menor financiamiento externo, pese a que la “cuenta a pagar” fue menor también, propició que las reservas del BCU disminuyeran a unos U$S 4.527 millones. Esa cifra es el equivalente al saldo de la Balanza de Pagos.
Las exportaciones de bienes se encuentran disminuyendo desde principios del año pasado, pero como las compras desde el exterior lo han hecho a un ritmo incluso mayor, la balanza comercial mejoró su saldo. A su vez, en servicios se mantuvo un ligero superávit.
Las rentas del capital enviadas al exterior (utilidades, intereses, etc.) fueron —como es habitual para Uruguay— más que las recibidas. El saldo negativo en casi U$S 1.500 millones en los 12 meses a junio es, de todas maneras, menor al de años previos.
Con esto, la cuenta corriente redujo su déficit desde más de U$S 2.000 millones al inicio de 2015 hasta los U$S 735 millones a junio. En relación al Producto Bruto Interno (PBI) ese cifra representa 1,4%; está en los niveles más bajos desde 2010, y lejos de proporciones por encima de 4% que se observaron entre 2012 y 2014.
El menor saldo de cuenta corriente implica que la economía precisa menos financiamiento desde el exterior. En muchos casos la IED afecta esa medición ya que se traduce en la importación de maquinarias y otros bienes de gran magnitud, lo que abulta el déficit pero con un fin productivo que a futuro tiene correlato en más exportaciones. Por ello no siempre el déficit se lee como algo negativo y es necesario analizar la composición de las inversiones que ingresan al país.
La IED es un mecanismo de financiamiento del déficit corriente que implica mayor actividad económica, por ello se suele descontar de ese saldo para obtener más claramente las necesidades de financiamiento externo (NFE).
En el caso de Uruguay, la IED ha ingresado fuertemente en los años anteriores, aunque se vino moderando más recientemente: ascendió a unos U$S 1.175 millones en los 12 meses a junio pasado. Con esto las NFE fueron negativas en U$S 440 millones, es decir que la IED cubrió más que el total del desbalance de cuenta corriente, algo que ocurrió muy pocas veces en los últimos años.
En contrapartida, una suma muy elevada de capitales financieros abandonó la economía uruguaya en el primer semestre por la idea que primó al inicio de 2016 de que aumentarían las tasas de interés internacionales.
Las estadísticas sobre depósitos en el exterior de residentes en Uruguay, divulgadas el martes 18 por el Banco Internacional de Pagos, muestran una evolución errática. En el segundo trimestre aumentaron en U$S 246 millones y totalizaron U$S 8.271 millones al cierre de junio.
La tendencia de salida de capitales compensó el menor déficit corriente y las IED, por lo que el saldo de Balanza de Pagos fue negativo en U$S 4.527 millones; ese es el equivalente a la pérdida de reservas del BCU en el año cerrado a junio.
Sin embargo, al dilatarse el aumento de tasas internacionales, volvieron a llegar capitales a la región y a Uruguay. De esa forma, la pérdida de reservas comenzó a reducirse y en términos interanuales la baja estuvo algo por debajo de los U$S 2.000 millones al inicio de este mes.