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Para el presidente del Banco Central (BCU), Mario Bergara, el “atraso cambiario” es un asunto de preocupación, y lo mismo opinan varios analistas privados, los empresarios del agro y los exportadores, así como algún político de la oposición. Pero el ministro de Economía, Danilo Astori, no ve allí un problema actualmente.
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La discusión sobre ese fenómeno —que alude a un rezago en la evolución del tipo de cambio respecto a los costos internos que se traduce en un deterioro de la competitividad comercial— se da en momentos de estabilidad de la cotización del dólar en la plaza financiera uruguaya. La divisa se operó en torno a $ 28,7-$ 28,8 todos los días de setiembre, aunque el miércoles 13 tuvo un repunte ($ 28,978), según el promedio de los negocios interbancarios que informa el BCU. Un operador atribuyó la suba de la víspera —la mayor en lo que va del mes— a compras de divisas realizadas por un fondo del exterior, más que a una alteración de la tendencia de estabilidad de las últimas semanas. Si ese cliente consiguió todos los dólares que precisaba, el precio debería volver al rango de las jornadas previas.
Astori dijo el jueves 7 que “el país no tiene atraso cambiario. Tiene una política cambiaria que acompaña las tendencias internacionales y elimina volatilidades”. Agregó, en un foro organizado por Somos Uruguay: “Hay atraso cambiario cuando tenemos tipo de cambio fijo (…)”.
Pocas semanas antes, Bergara había aludido a la “preocupación por el atraso cambiario”, en dos eventos distintos. En uno —un congreso de contadores y economistas efectuado el 5 de agosto— señaló: “Entre los objetivos que decimos que hay que resolver simultáneamente, la competitividad de las empresas es uno, y el tema cambiario, (…) tenemos preocupación y la vocación de evitar atraso cambiario, porque entendemos que estos son movimientos no basados en fundamentos económicos sino en factores de flujos circunstanciales”. Bajo esa premisa es que el BCU ha comprado más de US$ 2.000 millones en lo que va del año, buscando sostener el tipo de cambio, destacó.
La semana pasada, Bergara volvió sobre el tema, por tercera vez. El jueves 7, hablando en la 21ª Conferencia del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) en Washington DC, Bergara señaló que “uno no puede permitir desalineamientos significativos de la variables cambiarias y financieras porque destruirían un sector real que después es muy difícil recomponer. Por eso la flexibilidad cambiaria ha sido una bendición; la sociedad ha incorporado un funcionamiento de un dólar que puede bajar (…)”.
El tema estuvo presente en la reunión que Astori, Bergara y otros jerarcas del área económica mantuvieron el martes 12 con directivos de la Asociación Rural (ARU) en el marco de la Expo Prado.
En los textos académicos, la expresión “atraso cambiario” refiere a la situación en la que el tipo de cambio nominal no sube lo suficiente conforme la evolución de los precios internos, ocasionando un sostenido deterioro del tipo de cambio real que conlleva un déficit elevado de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Dicho de otra forma, existe atraso cambiario cuando el tipo de cambio real ha quedado significativamente por debajo de su valor de equilibrio de la cuenta corriente, y el valor nominal del dólar no se ajusta al alza para restaurarlo, quedando “atrasado”. La razón por la que tal ajuste no sucede se halla en que el déficit de cuenta corriente está siendo financiado con la entrada de capitales al país, aumentando su oferta en la plaza financiera local, lo que bajo un régimen de tipo de cambio flexible —como el que prevalece actualmente en Uruguay— presiona a la baja la cotización de la divisa.
El déficit de cuenta corriente puede calcularse adicionando al desequilibrio fiscal, el déficit del sector privado (inversión superior al ahorro). El recientemente fallecido economista y docente universitario Enrique Gagliardi expuso una aproximación cuantitativa de este fenómeno para Uruguay en un libro publicado años atrás: “Podríamos hablar de ‘atraso cambiario’ cuando, en términos anuales, el déficit fiscal y de cuenta corriente son del orden del 4% o más del Producto Bruto Interno durante varios años consecutivos, y por consiguiente la deuda externa tiende a subir significativamente en términos del producto de la economía”. Esto no ha sucedido en Uruguay en los últimos años.
El índice de tipo de cambio real, que combina la evolución del precio del dólar y la inflación interna en el país y la de sus principales socios comerciales, se ubicó en julio pasado 8% por debajo del nivel de un año atrás. En el caso de Brasil, el principal destino de las exportaciones de bienes uruguayos, la competitividad medida por ese indicador bajó 3% y lo hizo casi 13% con China.
El e-mail “de la verdad”.
La discusión trasciende los ámbitos estrictamente académicos.
Junto a algunos analistas privados, a la pólemica se sumó el senador Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, quien el viernes 8 tras reunirse con directivos de la ARU en la Expo Prado expresó su “preocupación por algunas declaraciones de jerarcas del gobierno, como el ministro Astori, negando hechos que son claramente relevantes y notorios”. Para el excandidato presidencial blanco sí hay atraso cambiario en Uruguay; eso mismo ha sostenido el economista Ignacio Munyo, quien hizo pública en Búsqueda la semana pasada su calidad de asesor de Lacalle Pou.
Desde el sector empresarial, Guzmán Barreiro, presidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Fomento a la Inversión de la Cámara de Industrias, dijo el viernes 8 en una charla organizadoa por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa y la Fundación Konrad Adenauer que “el tipo de cambio tiene su incidencia y es clave porque tiene un efecto inmediato (…) sobre los números” de las firmas. El empresario planteó una interpretación de competitividad de largo plazo y no solo la asociada a cambios en precios relativos: “(…) Es todo el plan y el proceso que tuvo (la empresa) hasta llegar al momento de la verdad, (…) que es ese e-mail en que nos responden: ‘Apreciamos su oferta pero hemos encontrado una más económica y de igual calidad a la suya’”.