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El patrón se repite: como ocurrió en anteriores episodios de fuerte afluencia de capitales, un cambio repentino en ese flujo —a causa por ejemplo de un agravamiento de los problemas en Europa— puede sumergir a Uruguay en una “crisis” cambiaria y de actividad. La “buena noticia” es que, a diferencia del pasado, ahora es bajo el riesgo de que sobrevenga además un impacto en el sistema bancario y sobre la deuda pública del país, que usualmente resulta “mortal”.
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Eso vaticinó el director académico del Centro de Estudios sobre la Realidad Económica y Social (Ceres), Ernesto Talvi, durante una disertación, el martes 29 en el Club de Golf de Punta Carretas.
Ante unas 300 personas, mayoritariamente del ámbito empresarial, el economista se refirió al enredado panorama económico mundial, que encuentra a Estados Unidos “anémico” y con significativos desequilibrios financieros, y a Europa con problemas similares pero con una “asimetría cambiaria brutal” como “nudo gordiano”. Según cálculos del Ceres, Grecia, Portugal, Irlanda, España e Irlanda precisarían un euro a 0,7 por dólar (una depreciación de 40% respecto a la cotización actual), mientras que para Alemania la moneda común está subvaluada y debería costar 30% más. “Al no poder devaluar, los países de la periferia europea permanecen en la trampa del bajo crecimiento, alto desempleo y presiones deflacionarias”, explicó.
El expositor planteó algunas hipótesis sobre la eventual salida de la crisis europea, como una reestructuración de las deudas públicas y privadas a partir de un acuerdo con otras potencias y el Fondo Monetario Internacional. Eso, dijo, requeriría de un fuerte liderazgo de Estados Unidos.
Si esa situación se resuelve favorablemente, se prolongará para Uruguay la actual fase de “exuberancia”, por “varios años”, sostuvo.
Pero si “Europa cae” habrá una “reversión de los flujos de capitales” hacia el país y otros emergentes, auguró. “Vamos a vivir una situación compleja. Vamos a tener que apretarnos los cinturones” si eso ocurre, graficó.
Patrones.
En la charla Talvi presentó un estudio del Ceres en el que se analizan los episodios de fuerte afluencia de capitales registrados desde la posguerra: el de 1974 a 1984, que terminó con la cesación de pagos de México; el de 1991 a 1997, que concluyó con el default de Rusia; y el actual, que empezó en 2004 y aún sigue.
Presentó los resultados, para una muestra de 43 países emergentes, del impacto en las reversiones abruptas y severas en los capitales como las que acontecieron en 1982 y 1998. La conclusión es que 93% de las economías que habían sido receptoras de capitales sufrieron retiros de fondos después de esas crisis. Dentro de los afectados, cerca de dos tercios padecieron una devaluación brusca y un freno en su actividad económica, casi la mitad terminó con una crisis bancaria y un tercio enfrentó una crisis de deuda. En el 17% de los países se combinaron todos los problemas en una “cuádruple crisis”.
Talvi constató que varios fenómenos derivaron de los episodios de fuerte afluencia de capitales que se repiten como “patrones”, también en el actual. La “plata dulce” produce una sensación de “euforia”, explicó.
En el caso de Uruguay, se verifica una “explosión del crédito” —aunque la mayoría por fuera del sistema bancario—, un “boom en la actividad económica” y una “fuerte apreciación cambiaria” que deriva en alteraciones en la producción (la construcción y los servicios crecen más que los sectores primarios) y el comercio (aumento “muchísimo más rápido” de las importaciones que de las exportaciones). También surgen presiones inflacionarias y un “boom de ingresos fiscales” que dan pie a una suba del gasto público, enumeró el disertante. Sobre este último aspecto estimó que el déficit fiscal estructural (descontados los ingresos extraordinarios asociados al ciclo de bonanza) es de 6,1% del Producto Bruto Interno, muy superior del 2,7% en los doce meses a marzo que surge de las estadísticas oficiales.
Se trata de patrones que Uruguay no controla y que dependen de factores externos, apuntó Talvi.
Actualmente “el flujo de capitales sigue. ¿Qué podría interrumpirlo?”, preguntó luego. Todo depende de la suerte de Europa, respondió.
El director del Ceres —un centro de investigación independiente financiado con el aporte de empresas, básicamente— aseguró que los países que más se han beneficiado por la coyuntura actual de altos precios de las materias primas (commodities) y la afluencia de capitales, serán los más perjudicados si se produjera una “ola de pánico” en el sistema financiero internacional.
Y dijo que, ante la eventualidad de que eso ocurra, Uruguay cuenta con una posición de liquidez “excelente” que le permitiría “aguantar un vendaval largo”, así como un sistema financiero “súper sólido”. Pero contrastó eso con la situación fiscal “muy frágil”.
Auguró que, en caso de sobrevenir nuevos “espasmos y reberberaciones” en la economía global, Uruguay sufriría impactos en su nivel de actividad, en materia cambiaria, y un deterioro en las finanzas públicas.
Luces y sombras.
Talvi sostuvo que las condiciones externas que disfruta Uruguay son las más favorables desde fines de los años cincuenta; “esto ha sido lo mejor de lo mejor”. Evaluó que, en ese contexto, lo hecho en materia de políticas arroja “luces y sombras”.
Destacó que el ingreso del país mejoró y se interrumpió el “período de decadencia” respecto de aquellos más avanzados, bajaron los niveles de pobreza y casi desapareció la indigencia, si bien se mantuvo la “fractura social”.
También resaltó que Uruguay es un país “serio” y que recuperó el grado de inversión no especulativa (investment grade), aunque matizó que las calificadoras de riesgo se “suben a la ola de la exuberancia” y “están tirando a la marchanta” esa nota.
Cuestionó que aumentó la delincuencia y que no hubo mejoras en la calidad de la educación. “No es lo mismo mejorar los ingresos porque subió el precio de los productos que vendemos y bajó el costo del capital y los recursos financieros que usamos para producirlo, que lograrlo porque se tiene una buena base de capital humano. No es lo mismo mejorar los ingresos porque uno se saca la lotería a tener mayor capacidad de generar ingresos” gracias a una mejor formación, afirmó.
Para Talvi, en materia de reforma educativa no se hizo “nada” y en el caso del programa Promejora, ilustró que luego de los “vetos sindicales que lo depuraron de sus elementos más interesantes, quedó “una caja de cosméticos con el cepillo y sin los polvos para maquillar”.