Nº 2186 - 11 al 17 de Agosto de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace apenas dos años atrás circulaban frenéticamente por WhatsApp datos del tipo “cuánto sobrevive el covid en las distintas superficies”: que si ocho horas en aluminio, que 24 horas en cartón, que cuatro días en madera. Todo era verosímil, pero todo era una locura. Claro, se trataba de una enfermedad nueva, entonces tenía sentido que nadie entendiera nada.
Pero el hMPXV o “viruela del mono” no es una enfermedad nueva, de hecho, hace tiempo que es endémica en algunos países de África central. El primer caso humano fue diagnosticado en 1970 en la República Democrática del Congo: el infectado era un niño de nueve meses. Según un artículo publicado por The Conversation, el continente africano se enfrenta en los últimos 10 años a un resurgimiento de la viruela del mono, y se han diagnosticado más casos desde 2016 hasta hoy que en los 40 años anteriores. El informe destaca que, en África, la tasa de letalidad está entre 4% y 22% y que afecta principalmente a niños y niñas.
Lo cierto es que, a pesar de ser una enfermedad que fue identificada hace tanto tiempo, el conocimiento que se tiene sobre ella es muy limitado. El problema, como expresó la epidemióloga de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Nikola Sklenovská, es que hasta ahora no se ha hecho lo suficiente porque “hasta que no se produce un contagio en el norte global” nadie dedica al virus la atención que merece. Ya en 2017 la bióloga Anne Laudisoit había advertido sobre la amenaza que el virus significaba para África y para el mundo entero, y en una entrevista al diario El País de España afirmaba que “mientras no haya un blanco con viruela del mono” esta no iba a ser prioridad para los organismos sanitarios mundiales, ni iba a haber fondos disponibles para investigación.
El momento finalmente llegó: hace unos meses que la enfermedad explotó en Inglaterra, Europa y Estados Unidos, y desde entonces es una preocupación central para los organismos sanitarios y figura en las portadas de todos los medios de comunicación del mundo occidental. Lamentablemente, el manejo del tema se hizo de la peor manera posible. En lugar de centrarse en alertar por igual a toda la población sobre las formas de contagio que se conocen hasta ahora (contacto físico estrecho con alguien infeccioso, ya sea por tocarse o por estar cara a cara), la OMS prefirió dar “consejos de salud pública para homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres” (ese es, literalmente, el título del documento que la OMS publicó el pasado 18 de julio). En la nota al pie del documento, aclara que “nunca debe estigmatizarse a las personas a causa de una enfermedad. Cualquier persona puede contraer o transmitir la viruela símica, independientemente de su sexualidad”.
Es difícil pretender que no se estigmatice después de escribir “consejos para homosexuales” en letra grande y de color naranja oscuro. Si cualquier persona que tenga contacto estrecho con una persona infecciosa puede contraer la enfermedad, ¿no hubiera sido suficiente con limitarse a comunicar eso lo más claramente posible, brindando a la población las herramientas para saber cómo protegerse? El hecho de que un organismo como la OMS haya decidido plantearlo de ese modo, habilita además a que el enfoque se replique una y otra vez en cada país, tanto por parte de los gobiernos y los medios, como desde los comentarios “graciosos” en redes sociales, reforzando así un montón de estereotipos hacia una comunidad que está tratando de luchar contra el estigma desde hace décadas.
Considerando que en los países donde la enfermedad es endémica desde hace tiempo se sabe que los contagios nada tienen que ver con la orientación sexual de las personas y muchas veces ni siquiera con la sexualidad en sí, ¿valía la pena salir a señalar así a la comunidad gay? Amigos que están atravesando la enfermedad en otros países me cuentan cómo sienten el impacto de la estigmatización en el trato que reciben en los centros de salud a los que acuden, donde los dejan esperando más de la cuenta, o no les proporcionan calmantes ante expresiones de dolor intenso (me recordó a los estudios que demuestran que, en muchos centros de salud de Estados Unidos, las personas negras reciben un tratamiento desigual debido al racismo y los sesgos sistémicos en todas las áreas de atención).
Pero parece que el hMPXV viene cargado de discriminación: de ser un virus que no le importaba a nadie mientras enfermaba solo a la población africana, pasó a ser el virus que entró a occidente “por culpa” de la comunidad gay. Como si fuera poco, en Brasil ya se empezaron a registrar envenenamientos y ataques a monos por miedo al contagio (cuando en realidad la transmisión actual es solo entre humanos, y además el mono no es el único animal que la porta). La desinformación, sumada a la discriminación, en su más alto nivel. Si habrá que trabajar para “aggiornarse”, como dice el ministro Salinas.