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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLeí con sumo interés el artículo firmado por Sergio Israel en sus páginas 10 y 11 de la edición del pasado 10 del corriente en relación con la identificación de los restos de Eduardo Bleier. El hallazgo conmovió al país en general, muy especialmente en el contexto de la campaña electoral y todo lo que en ella está en juego; pero además, como judío, me pareció muy simbólico que la noticia se difundiera en vísperas de Iom Kipur, el Día del Perdón; me consta que la coincidencia no pasó desapercibida para quienes ese día tiene una significación tan especial.
Sin embargo, cuál fue mi sorpresa cuando veo que el artículo no solo explora el origen judío de Bleier y su familia y sus primeros años en Uruguay, sino que, como una suerte de paréntesis, hace foco, nada menos que en cuatro párrafos en el centro del texto, en la suerte de la hija de su primer matrimonio, Irene, y su familia radicada en Israel. En especial, cuando en medio de un artículo documentado e informativo, aparece “información” especulativa al decir que “ella (la hija) quedó convencida de que ya entonces había una estrecha colaboración entre los servicios israelíes y uruguayos, que se profundizó durante la dictadura”.
Después avanza con las peripecias del nieto Amit como objetor de conciencia en el Ejército de Defensa de Israel en relación con la situación en Cisjordania. También esta información parece fuera de contexto cuando el tema es la identificación de un desaparecido durante la dictadura en Uruguay, pero digamos que suma cierta coherencia y cohesión ideológica familiar, con lo cual no tengo ninguna objeción.
Lo que sí objeto enérgicamente es la inclusión en el texto de un “convencimiento” subjetivo de una persona involucrada en referencia a supuestos vínculos entre el régimen dictatorial uruguayo y los “servicios israelíes”. Tan involucrada y subjetiva que su propio hijo hace alarde de su estirpe ante sus superiores en el Éjército.
¿Cómo puede hacerse semejante aseveración en forma tan liviana? ¿Hay un trabajo periodístico que la avale, fuera de la citada entrevista a la “convencida”? Si hubo comercio de armas entre las partes, lo cual no es descartable, ¿es eso suficiente para hablar de “estrecha colaboración”? ¿Por qué, por otro lado, no se menciona que Bleier fue torturado con especial saña por ser judío, cuando el tema es vox populi?
Los cuatro párrafos de referencia son gratuitos y tendenciosos. No contribuyen en nada a ilustrarnos sobre el cierre de “un capítulo para una familia” y mucho menos para “exponer las mentiras de los militares”, que es lo que el título anuncia. En lugar de este “odio gratuito” destilado por el texto, prefiero quedarme con la intención de “los Bleier” para “cerrar este capítulo en cual han recibido ‘cantidad impresionante de amor’” (cito el texto).
Ianai Silberstein
CI 1.412.860-4