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    Tacones lejanos

    Inés Olmedo en el Museo Zorrilla

    Llama la atención la pulcritud del lugar, la precisión y elegancia del montaje. La sala está rodeada de cajitas blancas colocadas en la pared, pequeños expositores con vidrios ubicados equidistantes en línea, impecables, inmaculados. Entran levemente en el espacio. No hay descuido en la colocación, en el equilibrio que sostiene un contenido de relativo atractivo visual, pero que descubre de a poco un mundo de palabras, imágenes y comentarios al margen que construyen esta curiosa muestra titulada Rina, la primera, de Inés Olmedo (Museo Zorrilla), artista uruguaya, exquisita dibujante, pintora, grabadora y escenógrafa, reconocida por su larga trayectoria como directora de Arte en múltiples proyectos audiovisuales. Hace tiempo que Olmedo no expone. Por eso esta muestra es curiosa.

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    La artista parece ocultarse detrás de un proyecto que paradójicamente la expone, la evidencia en cuestiones más profundas que una construcción visual o artística tradicional. Hay algunos dibujos a propósito de este personaje llamado Rina Massardi, italiana, cantante lírica, responsable de la película Vocación (1938), realizada en Uruguay, nunca estrenada ante el gran público, perdida entre los balbuceos preliminares del cine nacional. Olmedo la rescata del olvido y rearma un puzzle que intenta reivindicarla como la primera cineasta latinoamericana. Trabaja en el proyecto desde 2010, año en que comienza una investigación que la envuelve y en cierta forma la compromete como artista, más allá del interés histórico o de las connotaciones de sus vínculos con lo cinematográfico.

    Lo que en manos de otro podría ser un proyecto documental impulsado a rescatar la memoria con todo el valor que implica, en la fascinación de Olmedo se convierte en algo más. Hay algo muy personal y jugado en estos pequeños y cuidadísimos detalles de exposición. Algo despertó en la artista un juego de emociones y desafíos. Eso es lo valioso que conmueve en esta reconstrucción espacial, mínima, sutil. Juega con la idea de informar o narrar desde lo verbal, de rescatar datos imprescindibles, de incorporar cierta lectura de un personaje que hasta el momento de entrar allí puede no existir para nadie. Tampoco importa mucho si al salir el espectador, una vez recorrida la muestra, crea en la existencia de este notable personaje femenino que, según cuenta, luchó para realizar esta película, con su propio equipo y técnicos, con un grupo al que hizo trabajar incansablemente en Montevideo, Minas y Buenos Aires. Importa creer en Olmedo y en su cautivante montaje que se desliza suavemente de la palabra escrita al objeto, de la imagen fija a retazos de películas, de la música al dibujo propio, en bocetos para una “posible” remake.

    También cuenta que se reencontró con una copia digitalizada de la película, aunque no se exhibe allí. La artista incorpora diferentes lenguajes, los entrevera, los hace calzar ajustadamente, al punto que los vuelve experiencia afectiva. Lo hace en trozos, en retazos, en partes de un complejo sitial humano. En principio, uno se engancha con la idea de incorporarse a la lucha por rescatar del olvido a Rita, proyecto que llevó a Olmedo a escribir al MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) para que la cineasta fuera incorporada al registro de cine de la prestigiosa institución, como la primera realizadora latinoamericana. La carta está expuesta, impresa en inglés, con correcciones a mano. Todo importa aunque sea una duda anotada al margen, una tachadura o una idea que queda por el camino.

    Hay que recorrer esta muestra con la delicadeza y esmero, con el tiempo necesario para entender que es otra cosa, alejada de cualquier idea simplista de “rescate de la memoria” o intentos reivindicativos por el perfil de género, que los hay, evidentemente, pero no determina la experiencia que uno puede recoger con toda la información disponible. Hay un punto de fuga y es el vínculo entre la cuestión íntima, la intrigante cercanía “vocacional”, el bucear entre los deseos y las realizaciones. Por si fuera poco, Olmedo escribe muy bien. Algo dice sobre sus dibujos, básicamente rostros de mujer, colocados como en tantas carpetas de bocetos que presentó en su vida. Son imágenes tan delicadas como el resto, con trazos suaves y colores casi opacados por la sensación de lo antiguo, como impresiones de revistas de farándula que vichaban las abuelas.

    Se da la mano con el toque contemporáneo que la artista imprime a la muestra. Pero es allí que Olmedo realiza una posible interpretación que desata otros caminos. Habla de “proyectos de películas que nunca fueron filmadas”. Explica que su pretensión es instalar su “obra gráfica entre esas películas nunca filmadas”. “Hago duelo por su existencia trunca, su olvido, su naufragio”. Esto explica parte de la fuerza que impone esta muestra, desde la belleza de la idea hasta los detalles.

    “Dios está en los detalles” dijo Miers Van der Rohe (1886-1969), el formidable arquitecto y diseñador de la Bauhaus. Poco hay que agregar a estas palabras y a la profundidad que ofrece Olmedo en cada detalle, en época de apuros y descuidos.

    No hay sensación de escasez visual o de contenidos a pesar de la simpleza de la instalación. Todo es claro, blanco con pequeños toques de color. En todo interviene la artista. Hay pocos objetos visibles a primera vista. Se destaca el par de zapatos de mujer que preside el espacio, en línea con una especie de vestido que cuelga de un aro. El vestido o la tela que lo simula es etérea, clara, liviana. Sus pliegues caen como caricias de esa mujer tan sugestiva y bella que seguramente fue además, un personaje especial, capaz de no dormir para filmar la procesión de la Virgen del Verdún, de hacer litros de café para su equipo o de romper varios pares de zapatos en el tortuoso camino. Hay otros velos por descorrer, hay otros materiales para conocer y adherir. Basta con seguir a Inés Olmedo y el sonido de los tacones de Rina.

    Rina, la primera. Proyecto de Inés Olmedo. En el Museo Zorrilla (Zorrilla de San Martín 96), de lunes a sábado de 13 a 18 h. Hasta fin de noviembre.