En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Estamos a punto de entrar en la apasionante discusión del presupuesto. Un momento delicioso de nuestra sociedad en el que todos nos dedicamos a repetir cifras que no conocemos, conceptos que no entendemos demasiado bien y soluciones para nuestras deficiencias económicas que responden, en gran medida, al más puro pensamiento mágico. El primero en marcar la cancha en ese sentido fue el propio gobierno, que va a presentar un presupuesto solo para el 2018. Eso es, una vez más, patear la pelota para adelante, y en el fondo dicha actitud —casi una filosofía de vida— esconde el siguiente pensamiento mágico: posterguemos discusiones álgidas para cuando estemos mejor, en el futuro la economía estará mejor y podremos armar un presupuesto más complaciente y menos peliagudo; más electoral, digamos. De paso, tratamos de cuidar el grado inversor como si fuera un 1 a 0 de local, como si fuera lo más valioso que tenemos en la vida, como si fuera el sujeto omitido en el consejo que nos da el porteño amigo cuando viene a Uruguay: “Cuiden esssto chicos, cuiden esssto”, y “esssto” sería el grado inversor, según Tabaré.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Pero al PIT-CNT y al Frente Amplio B (bonachón, benefactor, bienpensante) no les gusta esssto. Les parece que el grado inversor es un invento del capitalismo para no repartir la riqueza, y les desagrada especialmente porque ven a Astori hablando por boca de Tabaré. Al FA-B y al PIT-CNT no les gusta Astori, el representante máximo del Frente Amplio A (Avaro, Antiproletario, Astorisoretista). ¿Y quién está ahora como respaldo académico económico del PIT-CNT metiendo cuchara en el Cuesta Duarte? ¡Olesker! ¿Y en qué basa sus últimos 30 años de carrera política y hasta —por qué no decirlo— de vida, el Cr. Olesker? En estar en contra de Astori. El PIT-CNT y el FA-B ya no eran muy afectos a creer en la necesidad de reducir el déficit fiscal (les parece un invento del capitalismo para no repartir la riqueza), ni en las dificultades económicas o la desaceleración (un invento de los economistas defensores del capitalismo para no repartir la riqueza), menos si lo pide Astori.
Va una lista incompleta de otros pensamientos mágicos que se escuchan o se escucharán a partir de la fecha:
“6% para la Educación”.
El número mágico del PBI inducido por la Unesco para la ilustración y formación de los pueblos. Un clásico. La Unesco establece ese Número Mágico Universal para que el Dios de la Educación nos favorezca. Son dos gordos de Ginebra sentados en su silla de rueditas que se les ocurrió ese número fantástico (antes era el 4,5 y ahora es el 6), y no importa en qué país sea, ni en qué forma se desglose el gasto, ni cuánto creció de un año al otro el PBI; no importa nada, solo el 6%, pelado, y sirve como llave universal hacia un futuro próspero. No es excluyente de la educación tampoco, esto de asignar un porcentaje fijo del PBI para determinada área como manera de arreglar instantáneamente un problema de la sociedad; también se usa con la seguridad, por ejemplo. Y en ese caso es lindo porque se puede escuchar a doña María hablar con propiedad del tema y repetir el % del PBI que necesita para que no la arrastre un plancha de la cartera y la haga practicar street surfing cuando sale de su casa.
En términos de realidad, cualquiera que tenga dos dedos de PBI de frente se da cuenta de que es una paparruchada. Pero el asunto gana en absurdo cuando hablamos de educación. Se supone que discutimos sobre las instituciones que van a enseñarles a pensar a nuestros niños y jóvenes (no pongo a los adolescentes en esta lista porque son impermeables a cualquier cosa que se parezca a la reflexión, hay un problema ahí en el lóbulo frontal durante la adolescencia que no funciona bien, o el hipocampo, que los transforma en idiotas temporales), pero no logramos salir de la repetición de consignas vacías y números arbitrarios.
“Lo único que hay que hacer es distribuir mejor la riqueza”.
Uno supone que quien enuncia con esta simpleza está imaginando, en el momento en el que lo dice, fichas de dominó, un mazo de cartas o una pascualina. Es probable que la metáfora de “repartir la torta” haya dañado nuestros cerebros para siempre y creamos que lo de “distribuir la riqueza” es algo sencillísimo que solo requiere de buena voluntad, y con eso alcanza para ser felices por siempre.
“Para reducir el déficit, estamos pensando en el camino de la inversión y el crecimiento”.
Típico calmante de las autoridades económicas para no generar alarma en nadie, ni en los gremios, ni en los empresarios, ni en la ciudadanía. Queda en evidencia con el “estamos pensando en…”, están pensando mágicamente. Yo estoy pensando en dirigir Los Ángeles Lakers en la NBA, pero eso no responde a la realidad. Ante el déficit fiscal, las autoridades de la Economía suelen utilizar la táctica del cura que tiene una erección: pensar en Dios y en los caminos prístinos del Señor para que se vayan esas malas ideas de la cabeza (subir los impuestos o inventar alguno nuevo, reducir sueldos públicos, etc.).
“Cuando UPM instale la tercera planta estamos del otro lado” (o “Hay que llegar al Mundial”).
Nuestra señal económica más alentadora es una tercera planta que, con suerte, viento y pavimento a favor, arrancaría dentro de dos años. Así que nada muy diferente a lo que les vengo diciendo desde el 2015: hay que llegar al 2018, hay que llegar al Mundial de Rusia, en los mundiales hay pico de consumo, la vamos a levantar desde ahí. Si llegamos al 2018, estamos prontos para el éxito: mundial, televisores 50 pulgadas, planta de UPM, motos para todos, muñequitos de Suárez y Cavani, caminadores para ver los partidos del Mundial mientras hacemos ejercicio, etc. No es una idea descabellada desde el punto de vista de nuestra economía: podemos aspirar a mantenerla viva hasta el 2018, y ahí vemos. En qué reside el pensamiento mágico de este caso, entonces, se peguntarán. Y yo les respondo con una pregunta: ¿ustedes vieron jugar a la Selección? ¿Les parece que vamos a llegar a Rusia? ¿En qué se basan?