Todo el año es carnaval

Todo el año es carnaval

La columna de Pau Delgado Iglesias

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Nº 2086 - 27 de Agosto al 2 de Setiembre de 2020

La olla no se destapó, siempre estuvo destapada: el acoso y abuso sexual a mujeres y niñas ha sido parte de la cultura desde hace siglos. Lo que viene sucediendo en Uruguay desde hace algunas semanas a través de las redes, apenas evidencia que cada vez más mujeres se están animando a hablar. Empezó por las denuncias de estudiantes y egresadas de Facultad de Medicina, siguió con Facultad de Derecho y luego saltó a las experiencias sufridas con “varones de carnaval”. Se sumaron también cuentas de denuncias sobre Facultad de Psicología, liceales, mujeres en el Poder Judicial y “varones del rock”, y todo parece indicar que seguirán apareciendo cuentas. Los relatos son variados y los énfasis cambian según el contexto, pero se puede identificar un denominador común en el que hombres adultos sistemáticamente abusan o acosan a mujeres jóvenes o menores de edad.

Hay quienes cuestionan que las denuncias se hagan de forma anónima y a través de redes sociales, en lugar de presentarse denuncias formales. Sin embargo, investigaciones sobre el impacto del activismo digital, o lo que se conoce como “feminismo hashtag”, señalan que este tipo de campañas permiten que una mayor variedad de mujeres accedan al debate público sobre violación, sexismo y acoso sexual (Kaitlynn Mendes, Jessica Ringrose, Jessalynn Keller, 2018).

Así, el activismo digital logra hacer visibles diversas voces (en términos de edad, raza, clase, etcétera) y causa efectos que pueden llevar a que muchos hombres poderosos sean finalmente responsabilizados por sus comportamientos históricos de abuso. La decisión del fiscal de Corte, Jorge Díaz, de actuar de oficio y remitir a la Fiscalía de Delitos Sexuales los contenidos de la cuenta de Instagram #varonescarnaval es un buen ejemplo de la relevancia y los efectos concretos de este tipo de movimientos. También, la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía habilitó una línea telefónica para recibir denuncias formales vinculadas al tema (091 507 531). Es probable que muchas de las denuncias que se formalicen por esta vía nunca hubieran salido a la luz sin el surgimiento del movimiento en redes: es que la existencia de un grupo de referencia resulta clave para las mujeres que denuncian. Este es, de hecho, uno de los aspectos más destacados en las investigaciones de Mendes, Ringrose y Keller: la capacidad del “feminismo hashtag” de crear comunidad, apoyo y solidaridad entre las mujeres que sufrieron abuso.

Sin embargo, el activismo digital también resulta complejo: los estudios internacionales muestran que la mayoría de las mujeres que participan de este tipo de campaña experimentan “ansiedad y miedo a ser atacadas por sus opiniones feministas” (Mendes, Ringrose, Keller, 2018). En el caso concreto de #varonescarnaval, son varias ya las amenazas recibidas: “Borren ya los mensajes de fabricio y maxi o si no apróntense para lo peor. Se les viene la noche” o “No te metas con Pablo porciuncula porque te vamos a sacar todo lo que tengas” (sic), son algunos de los mensajes enviados hasta ahora. Este tipo de amenazas ilustra por qué denunciar de forma anónima y colectiva son aspectos clave para animarse a hablar.

Es importante también entender que todas estas mujeres no van solamente en contra de los hombres a los que denuncian: van en contra de todos los otros hombres que no cometieron abuso pero mantuvieron silencio, en contra de quienes creen que detrás de las denuncias hay “intereses político-partidarios”, y, en general, en contra de la violencia sexual generalizada promovida día tras día por la cultura mediática.

Vale la pena recordar, una vez más, que los medios de comunicación fomentan constantemente una cultura que objetiviza sexualmente a las mujeres, y, como afirma Jean Kilbourne (1999), “transformar a una persona en una cosa, un objeto, es casi siempre el primer paso hacia la justificación de la violencia contra esa persona”. Me vienen a la cabeza aquellos comentarios de Alberto Sonsol sobre “la exquisitez de las morenas” o “qué lindas deben ser las finlandesas”, refiriéndose a las jugadoras del Mundial de Fútbol femenino sub-17, todas por supuesto menores de edad. Aunque parezca extraño, este tipo de comentario en los medios es más la regla que la excepción, algo que probablemente se relacione con la enorme ausencia femenina en estos espacios —según el Proyecto de Monitoreo Global de Medios de Comunicación en datos para 2015, la presencia de mujeres en radio era 21% frente a 79% de hombres, en televisión 24% frente a 76% de hombres, y en prensa escrita 26% frente a 74%.

A la cultura de la violación hay que desmantelarla todos los días, y es tarea de mujeres y hombres. Sorprende todavía escuchar a algunos varones (en los medios) diciendo que “son las mujeres las que tienen que hacerse cargo” de que estas cosas no pasen más. Porque para que en términos de abuso sexual Uruguay deje de ser el país en el que “todo el año es carnaval”, es imprescindible el trabajo conjunto y urgente de toda la sociedad.