Trabajos y salarios diversos, muchos por jornal, conviven en el puerto de Montevideo, actualmente con varios conflictos
Sergio, el Chacal, se sube a un buque con bandera de Portugal para desarmar las varillas que inmovilizan contenedores, que están apilados como si fueran legos. Una grúa móvil lleva estas grandes cajas metálicas a un camión, que espera en uno de los muelles públicos del puerto de Montevideo. Cuando el contenedor toca tierra, Sergio vuelve a la acción y saca cuatro “pinos”, una especie de zapatos sobre los que se apoya el contenedor. Y así, repite su tarea una, dos, tres, 10 veces. “Hay que estar. La mitad del día estás acá”, dice, en referencia a sí mismo.
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