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    Tupamaros celebran acuerdo de paz en Colombia, aunque sostienen que lo de las FARC es diferente a lo que ellos vivieron décadas atrás

    Colombia dio un paso gigante hacia la paz. El histórico acuerdo firmado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de ese país (FARC), Rodrigo Londoño Etcheverri, alias Timochenko, el pasado lunes 26 en Cartagena de Indias cortó con 52 años de guerra que dejaron un saldo de más de 260.000 muertes. Aún resta el último paso, que la población lo ratifique en el plebiscito del 2 de octubre para poner fin al conflicto.

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    Desde Uruguay los referentes del Movimiento de Liberación Nacional–Tupamaros (MLN-T), grupo que en la década del sesenta optó por el camino de las armas al igual que las FARC, respaldan el acuerdo. El ex presidente y hoy senador José Mujica, integrante del MLN, formó parte de las negociaciones y será uno de los encargados de monitorear la paz alcanzada. Mauricio Rosencof y Jorge Zabalza, dos de los nueve llamados “rehenes” de la dictadura —entre los que estaba también Mujica— dijeron a Búsqueda que “es un acontecimiento formidable”.

    La interrogante surge hacia el futuro. Zabalza, por ejemplo, es escéptico de lo que pueda pasar ya que, en su opinión, “una guerrilla que buscó la justicia social hizo la paz con los mismos problemas que hace 50 años”.

    El aliado.

    Cuatro años de intensas negociaciones en La Habana (Cuba) culminaron con la firma del lunes 26. Mujica formó parte del proceso incluso antes de iniciarse y fue pieza clave por su historia de ex guerrillero que llegó a presidente por las urnas. Lo seguirá siendo como miembro de la comisión encargada de “monitoreo y verificación de la paz”.

    Mujica conoció los avances de primera mano. En agosto de 2010 cuando Santos asumió la presidencia de Colombia, el entonces presidente uruguayo le transmitió su interés en colaborar en una negociación de paz, poniendo como ejemplo a los tupamaros en Uruguay.

    Pero su participación directa en las conversaciones se dio recién a fines de julio de 2013, cuando durante una gira oficial en Cuba se reunió con dirigentes de la guerrilla colombiana que daban los primeros pasos en sus diálogos con el gobierno de Santos. (Búsqueda Nº 1.724).

    Más tarde, el 23 de setiembre, se encontró con Santos en Manhattan. Allí el presidente colombiano le pidió que jugara un rol protagónico —“mucho más activo, preponderante”— en las negociaciones. Y le adelantó parte de su estrategia: “mucha tierra vacía” para repartir como parte de la salida al conflicto, que entre sus puntos de negociación tenía una reforma agraria.

    En enero de 2014, en Cuba, Mujica se volvió a reunir con representantes de las FARC. A su vez, en julio de ese año tuvo un nuevo encuentro con Santos, esta vez durante una cumbre presidencial en Brasilia.

    Ahora, tendrá un rol clave en la consolidación de la paz. A días del referéndum Mujica envió un mensaje claro. “Si Colombia dice ‘No’, daría la impresión de un pueblo esquizofrénico que se aferra a la guerra como forma de vida”, dijo al diario local “El Tiempo.

    El perdón.

    “En nombre de las FARC–EP ofrezco perdón a todas las víctimas del conflicto”, dijo el líder de la guerrilla al sellar el acuerdo. Los colombianos eligieron el camino de la disculpa, décadas atrás los tupamaros optaron por otro.

    El ministro del Interior, el tupamaro Eduardo Bonomi, recuerda que desde la cárcel Raúl Sendic los llamó a integrarse a la institucionalidad democrática. Aunque no hubo firma de la paz el mandato era ese. Pero en ningún momento estuvo la palabra “perdón”. “Las situaciones se dieron en contextos diferentes”, explica el jerarca. “Veníamos de trece años de haber sido maltratados; no estaba en el tapete ese tema”, dice. Y asegura que “por la vía de los hechos, el MLN ha cumplido estrictamente con el compromiso, porque la integración a la democracia, como decía Sendic, era sin ases en la manga. Eso es lo que se ha cumplido y eso es lo que importa”.

    Para Zabalza también son circunstancias distintas y no haber pedido perdón se explica en los resultados. “Nosotros fuimos derrotados, el MLN fue derrotado. Las FARC decidieron por sí y ante sí entregar las armas”, dice.

    Riesgo M–19.

    El futuro de las FARC tiene similitud al de los tupamaros. Los uruguayos formaron un partido político y décadas después Mujica fue electo presidente. Timochenko sigue sus pasos y anunció que a más tardar en mayo la guerrilla tendrá su partido político. Incluso, su escenario de partida es más favorable ya que el acuerdo definió que su agrupación política tendrá un mínimo de cinco curules en el Senado y otros cinco en la Cámara de Representantes para las próximas dos legislaturas, aunque no los alcance con los votos.

    Pero este camino tiene un riesgo para los tupamaros. Les preocupa lo que llaman el antecedente M–19. El Movimiento 19 de abril fue otra guerrilla colombiana que al alcanzar la paz en 1990 se volcó a las urnas. Sus principales figuras, entre ellos el candidato a la presidencia, Carlos Pizzarro, fueron asesinados por presuntos sicarios que respondían al servicio secreto del Estado colombiano.

    “Hay que tener agallas para salir a buscar un partido político y lanzarse a la lucha institucional con una presencia tan fuerte de narcotraficantes y paramilitares. La parte difícil viene ahora”, dice Rosencof. Y apunta sus sospechas a la familia Uribe. “El hermano de Álvaro Uribe formaba parte de los grupos paramilitares y Uribe se sigue oponiendo a este acuerdo”, advierte.

    Zabalza insiste en que “los paramilitares ya mataron candidatos” y asegura que Timochenko “corre un serio riesgo” de que le suceda lo mismo. “Tal vez termine siendo candidato a la presidencia como Mujica, pero tendrá que tener cuidado con los paramilitares”.

    Información Nacional
    2016-09-29T00:00:00