N° 2000 - 20 al 26 de Diciembre de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáIndudablemente, el pasado Mundial de Rusia fue el que acaparó la prioritaria atención de nuestros aficionados en el año que fenece. Y, culminado este, el nuevo rotundo fracaso de los clubes uruguayos en los distintos torneos continentales hizo que sus ya raleadas expectativas debieran centrarse exclusivamente en el muy discreto fútbol “de entrecasa”. Sin embargo, y afortunadamente, el próximo año se presenta pródigo de acontecimientos de primer nivel que permitirán renovar la latente atención de los amantes del fútbol en nuestro país.
Cuatro equipos uruguayos (Peñarol, Nacional, Defensor Sporting y Danubio) participarán en una nueva edición de la Copa Libertadores de América, en tanto otros cuatro (Cerro, Wanderers, River Plate y Liverpool) lo harán en la Copa Sudamericana. Sabido es que, de muchos años a esta parte, la suerte les ha resultado esquiva a nuestros distintos representantes en ambos torneos, siendo casi un imperativo —mayormente para los dos equipos “grandes”— realizar un esfuerzo serio para revertir dicha penosa situación y retornar a la ya muy lejana época de aquellos históricos triunfos (aunque el reciente sorteo de las series —tema de una próxima columna— parecería indicar que, en algún caso, ello no habrá de ser tarea fácil).
Hoy preferimos ocuparnos de dos trascendentes eventos internacionales que habrán de celebrarse en el correr del próximo año. Dentro de un mes (del 17 de enero al 10 de febrero de 2019) se disputará en Chile una nueva edición del Campeonato Sudamericano de la categoría Sub-20. En tanto que, meses después (del 14 de junio al 7 de julio), Brasil será sede de la Copa América de mayores.
El torneo Sub-20 (“Juventud de América”, es su nombre oficial) contará con la presencia de las 10 asociaciones pertenecientes a la Conmebol y otorgará cuatro plazas para la Copa Mundial de dicha categoría, a disputarse en Polonia en mayo de ese mismo año. Los participantes disputarán una primera fase divididos en dos grupos de cinco, pasando los tres primeros a la siguiente ronda. En esta, jugarán todos contra todos en procura del título. Uruguay integrará el Grupo B junto con Argentina, Paraguay, Ecuador y Perú.
Las estadísticas muestran que Uruguay fue neto dominador de las instancias iniciales de este torneo, habiéndose quedado con el título de campeón en las tres primeras ediciones (1954 en Venezuela, 1958 en Chile y 1964 en Colombia). Y, tras un interregno de una década —en la que igual obtuvo dos segundos puestos— logró recobrar su hegemonía, ganando consecutivamente los campeonatos de Perú (1975), Venezuela (1977), Uruguay (1979) y Ecuador (1981). Sin embargo, desde esa última conquista hubo que esperar la friolera de 36 años para que, en el último torneo disputado en 2017 en Ecuador, nuestra Selección volviera a coronarse como campeona. Cabe señalar que en el balance general de este torneo, Uruguay ocupa el segundo lugar junto con Argentina, con ocho títulos cada uno, detrás de Brasil, que lidera con 11. Y dentro de los logros en esta categoría, deben también incluirse dos títulos de vicecampeón de la Copa Mundial Sub-20, obtenidos en Malasia en 1997 y en Turquía en el año 2013.
De cara a este próximo evento de Chile, Fabián Coito —el eximio conductor de las últimas selecciones Sub-20— se verá beneficiado por una circunstancia especialísima. Nada menos que 11 de los 30 futbolistas que conforman el plantel que primariamente convocara ya están jugando fuera del país. Cabe recordar que en el último torneo de 2017 los repatriados fueron solo dos: Rodrigo Bentancur (Juventus) y Nicolás Schiapacasse (Atlético de Madrid). Otro tanto ocurrió en 2015, con Ramiro Guerra (Villarreal) y Diego Fagúndez (New England Revolution), y también en 2013, con Nicolás López (Roma) y Ruben Bentancourt (PSV). En las ediciones anteriores casi no hubo citaciones de futbolistas del exterior, siendo el primero Ruben Pollo Olivera en el torneo del 2003, celebrado en Uruguay.
Los nombres de los actuales futbolistas que ya han emigrado (Araújo, Batista, Dávila, Elizalde, Israel o Sanabria) no les dicen mucho a nuestros aficionados, que no llegaron siquiera a verlos debutar en Primera División en los clubes que los formaron. Sin embargo, todos apuntan para cracks y ya valen fortunas. Algunos no han logrado aún consolidarse en sus nuevos destinos, pero el mero hecho de que hayan concitado el interés de equipos europeos de primer nivel y la convivencia diaria con futbolistas de elite, pueden significar (en caso de que sean autorizados por sus clubes, los que no tienen obligación de cederlos) que ellos constituyan un valiosísimo aporte a la base conformada por jugadores que hoy están actuando en nuestro medio. Más aún cuando un buen número de estos (Cáceres en Liverpool, Busquets y Darwin Núñez en Peñarol, Ocampo en Nacional y Bruno Méndez en Wanderers, por citar solo algunos) ya cuentan con muchos minutos jugados en primera división. Incluso —y en lo que hace relación a este último futbolista— se dio un hecho muy singular, al ser sorpresivamente convocado por el Maestro Tabárez para integrar la selección mayor (actuando como titular en la zaga, de excelente forma) en los recientes partidos amistosos disputados ante Francia y Brasil. A todo ello, debe sumarse que hay algunos futbolistas (como Ardaiz, Schiapacasse y Boselli) que repiten, pues ya fueron parte de la selección triunfadora en la pasada edición.
Las varias circunstancias que vienen de mencionarse hacen que lógicamente pueda esperarse una buena participación de nuestra Selección, en la defensa de ese título obtenido hace un par de años. Existe además un antecedente bastante reciente que abona esa esperanza, como lo fue la reciente obtención por parte de casi este mismo núcleo de jugadores, en forma invicta, del torneo Cuatro Naciones en Qatar, aunque frente a rivales de relativo poderío como Qatar, Vietnam y Costa de Marfil.
Pero, por sobre todas las cosas, nuestro optimismo depende en muy alto grado de la confianza que ha sabido ganarse el conductor de esta selección Fabián Coito. Este ha estado al frente de las formaciones juveniles uruguayas en esta última década, ostentando un nutrido y muy valioso palmarés, tanto en esta categoría Sub-20 como en la inmediata anterior. Cabe recordar que fue también él quien dirigió la Selección que obtuvo el título de vicecampeón en el Mundial Sub-17 de 2011. Causa preocupación, empero, en razón de algunas de sus últimas declaraciones, la alta probabilidad de que, una vez concluido su actual contrato (al final del próximo Sudamericano de Chile), este muy capacitado profesional deje de pertenecer al proceso de selecciones liderado por el Maestro Tabárez. Más aún, cuando en la opinión de muchos —a los que no vacilo en sumarme— era el candidato “cantado” para sucederlo. Es de desear, entonces, que las nuevas autoridades que asuman en la AUF se muevan rápidamente para asegurar su continuidad, cualquiera sea el eventual resultado de dicho torneo.