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La ciencia ha sido y sigue siendo un valioso combustible para los creadores. El teatro, como el cine y la literatura, se ha nutrido siempre de dilemas, conflictos, descubrimientos y desastres científicos. Bertolt Brecht llevó al escenario la porfiada peripecia de Galileo Galilei, y Peter Brook escenificó los trastornos psicofísicos descriptos por el neurólogo Oliver Sacks en su libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, por citar solo dos casos emblemáticos. Leonardo Da Vinci y Julio Verne imaginaron disparates que inspiraron a decenas de científicos locos a convertirlos en realidad.
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El dramaturgo francés Laurent Baffie es uno de los últimos y más exitosos ejemplos de la generosa simbiosis entre ciencia y arte. Más de cien millones de seres humanos padecen algún tipo de “trastorno obsesivo compulsivo”. Se volvió un leitmotiv demasiado tentador para su pluma habilidosa. Fue así que compuso una situación extrema donde media docena de pacientes aquejados por curiosas disfunciones se encuentran en la sala de espera de un médico especialista que demora en aparecer. Así, se ven forzados a ayudarse mutuamente para enfrentar sus problemas, los cuales les impiden llevar una vida normal.
Allí donde se la estrenó, “Toc Toc” fue un exitazo de público. En Buenos Aires está en cartel en la Avenida Corrientes desde 2010, y adquirir entradas para verla, incluso por teléfono, es sumamente difícil, mientras que el 25 de julio debutó en Montevideo en una versión adaptada a la actualidad nacional por Rafael Pence a partir de la traducción del español Julián Quintanilla.
El mismo chiste.
Una de las mujeres repite dos veces todo lo que dice (Noelia Campo); otra debe desinfectar de inmediato todo lo que entra en contacto con sus manos y su cuerpo (Virginia Ramos); un señor muy bien educado carece de represión para sus pensamientos más salvajes y primitivos (síndrome de Tourette), lo que lo vuelve un acosador e insultador pertinaz (Carlos “Bananita” González); otro, como Jack Nicholson en “Mejor imposible”, no puede pisar líneas ni rayas y debe ordenarlo todo (Darío Sellanes); un chofer de taxi padece aritmomanía (no puede evitar calcularlo todo) y saca cuentas a una velocidad asombrosa (Alejandro Camino), y una mujer muy creyente, en un auténtico colmo de la inseguridad, verifica una y otra vez todo lo que hace (Elena Brancatti).
Más allá de las virtudes cómicas del texto, al menos durante su primera mitad, y del pulso firme que imprime Nacho Cardozo a la dirección, se trata de una pieza especialmente jugada al talento histriónico de los intérpretes, aspecto que resulta un tanto desparejo en esta versión montevideana que combina performances ajustadas y chispeantes, como las de González y Camino, con otras bastante pobres, como la de Ramos y Brancatti.
El otro problema del que adolece esta comedia es que la progresión dramática se enlentece a tal punto que todos los chistes que resultan efectivos en la primera mitad se repiten casi hasta el final de la obra, con lo cual la comicidad disminuye paulatinamente hacia la previsibilidad. Sin novedades después de esa media hora de acción, la vuelta de tuerca, algo sorpresiva pero lejana a la genialidad, no justifica la espera.
“Toc Toc”, comedia de Laurent Baffie. Dirección: Ignacio Cardozo. Teatro del Notariado. Miércoles y jueves, 21 horas. Entradas: $ 200 y $ 250.