N° 2048 - 28 de Noviembre al 04 de Diciembre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl país está viviendo una semana por demás inusual en el terreno político, y ese viene siendo casi el único tema de discusión en redes sociales y medios de comunicación en los últimos días. Resulta sumamente complejo, entre tanta información y especulaciones, sacar alguna idea en limpio acerca de la situación actual y de las perspectivas a futuro.
Lo que sucedió el pasado domingo en el balotaje fue inesperado para la mayoría de la población: mientras que en los días previos todas las encuestadoras proyectaban una diferencia de entre seis y ocho puntos favorables a Luis Lacalle Pou frente a Daniel Martínez, la noche del escrutinio arrojó un “empate técnico” de 48,2% para cada candidato. Los fuegos artificiales enmudecieron, los votos hablaron. El país quedó suspendido en un silencio tenso. Al cerrar la jornada electoral, la diferencia entre ambos candidatos era menor que la cantidad de votos observados por escrutar, por lo que la Corte Electoral expresó que el nuevo presidente sería anunciado recién dentro de algunos días.
Son muchas las lecturas posibles sobre las causas que explicarían este giro de último momento por parte del electorado, pero algunas interpretaciones parecen leer este cambio como una fuerte señal de defensa a la democracia. Es que esta vez el balotaje no era entre dos partidos, sino entre el Frente Amplio y la llamada “coalición multicolor”, una coalición de cinco partidos que, tal vez, juntó demasiadas cosas diferentes en su interior. Sin ir más lejos, el propio Ernesto Talvi había declarado algunos meses antes que de Manini Ríos lo separaban “océanos” de distancia y que jamás integraría una coalición con él. Y aunque el juego político terminó uniéndolos, la ciudadanía demostró que hay negociaciones que no está dispuesta a hacer, a pesar de sus candidatos.
Es que desde las filas de Cabildo Abierto (CA) no paran de llegar mensajes que lo identifican innegablemente con un partido de ultraderecha, profundamente regresivo, y por momentos desestabilizador de las bases democráticas. En tan solo 20 días, la población se enfrentó a una cantidad de declaraciones y actitudes que van de lo preocupante a lo inadmisible. Por un lado, estuvieron las muy poco felices declaraciones del diputado electo Martín Sodano acerca de la “canilla libre” de abortos y el “si te gustó, bancátela”, entendiendo el embarazo no deseado como una especie de castigo al placer de la mujer. No faltaron los planteos del senador electo Guillermo Domenech acerca la “ideología de género” y su concepción restrictiva de familia, manifestando que la adopción en parejas homosexuales es algo meramente “propagandístico” a lo que no se le puede ni llamar familia. Por otro lado, el excandidato a diputado Juan Cardoso es investigado por la Justicia por publicaciones en Facebook en las que buscaba “voluntarios para escuadrón de la muerte” (CA ya tenía antecedentes de un convencional que integraba grupos neonazis). Finalmente, justo antes de la veda, aparece el video en el que el senador electo Guido Manini Ríos envía un mensaje a los soldados para que voten a Lacalle Pou (evidenciando el fuerte vínculo entre su partido y los militares); casi al mismo tiempo, el Centro Militar (cuyo presidente, Carlos Silva Valiente, es también excandidato a diputado por CA) difunde el editorial de la revista Nación con frases como “15 años de asonada frenteamplista” y “los marxistas finalmente se irán del poder”. Como frutilla de la torta, el lunes después de las elecciones, Silva Valiente declaró a VTV que no descarta que lo que está pasando en la región pueda pasar en Uruguay y que las Fuerzas Armadas –que tienen “monopolio del uso de la violencia”– están preparadas para actuar.
Así escritas en un párrafo parecen poco y a la vez demasiado. En cualquier caso, quizás resultó suficiente para que varias personas revisaran su intención de voto el pasado domingo. Es que con la estabilidad democrática y los derechos alcanzados no se juega, y eso es algo que el próximo presidente de la República deberá tener bien claro. Hoy más que nunca se necesitan una mente clara y un corazón fuerte para que los horrores que están aconteciendo en la región jamás vuelvan a tener entrada en Uruguay.