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    Una pobre votación

    N° 1877 - 28 de Julio al 03 de Agosto de 2016

    En cada quinquenio electoral la legislación establece que deben realizarse elecciones internas en todos los partidos, una única vez, a comienzos del año en que se realizan las elecciones nacionales. Estas elecciones son obligatorias para los partidos (si no lo hacen, no pueden participar en las nacionales), pero no son obligatorias para los votantes. Además de estas internas fijadas por la ley, en cada quinquenio hay una única interna partidaria, realizada por el Frente Amplio, según sus propias reglas y controles (podríamos llamarla “privada”).

    Esas fueron las elecciones realizadas por el Frente Amplio el domingo 24. Con cifras sujetas a revisión por el Comando Electoral del Frente Amplio, votaron alrededor de 92.000 frentistas.

    Para su contexto, ¿esta es una buena votación? ¿Estos 92.000 frentistas son muchos o pocos? Según las comparaciones objetivas “razonables”, son pocos. En relación con la última elección interna del Frente Amplio del mismo tipo, en el año 2012 (allí votaron algo más de 170.000 frentistas), la votación cayó casi a la mitad. En 2016, el Frente Amplio perdió el 46% de los que lo votaron en 2012. Si también se tienen en cuenta las internas inmediatamente anteriores (las de 2006: allí votaron casi 223.000 frentistas), los resultados muestran una fuerte tendencia declinante para toda la década: por cada 100 frentistas que votaron en la interna de 2006, en 2012 solo votaron 77 y ahora 41.

    En las “otras” internas (las establecidas por la ley), en 2014 el Frente Amplio recibió algo más de 300.000 votos; los 92.000 del domingo son el 30% de ese total. Vistos desde una perspectiva distinta, finalmente, esos 92.000 votantes son un 8% de los más de un millón cien mil que votaron al Frente Amplio en octubre de 2014. En la comparación internacional (cuando es posible hacerla) es un porcentaje pequeño.

    Todos estos puntos de vista llevan a la misma conclusión: los 92.000 votantes del domingo son pocos. Desde el propio Frente Amplio, sin embargo, la gran mayoría de las reacciones conocidas públicamente no lo ven así. “El Secretariado Ejecutivo del Frente Amplio valoró como muy positivo el resultado de las elecciones del domingo 24”, evaluación particularmente importante porque “se debe tener cuidado con los ‘microclimas’ que se generan en torno a los dirigentes y que pueden terminar confundiéndolos en su lectura de la realidad”. (“El Observador”, martes 26)

    Además del tema tradicional de “levantar la moral”, esta valoración “muy positiva” de un resultado pobre probablemente tiene varias causas.

    Por un lado, como se deduce de la más bien oscura advertencia anterior contra los “microclimas”, anticipar o enfrentar los juicios negativos (el “derrotismo”) de algunos dirigentes críticos.

    Por otro lado, como en el Frente Amplio en principio se temía y se esperaba una votación baja, el resultado fue bien recibido (como lo dijo un colega: es lo que pasa si espero que me goleen 7 a 0 y me hacen solo 5). La comparación aquí, como se ve, es con esa expectativa previa (subjetiva y no necesariamente realista) sobre el número de votantes.

    Uno de los candidatos a la presidencia del Frente Amplio llegó a sostener: “Esto va a traer mucha tranquilidad y confianza a los compañeros y nos permite abordar las batallas políticas futuras con mucha más decisión”, idea que solo tiene sentido si los 92.000 votos son realmente “muchos”.

    ¿Por qué el Frente Amplio reunió pocos votos (según todos los criterios ya indicados) el domingo pasado? Probablemente por una combinación de al menos tres familias de factores.

    En un extremo, factores políticos “estructurales” que afectan a todos los partidos y no solamente al Frente Amplio. Ejemplo: el porcentaje de uruguayos que vota en las internas partidarias establecidas por la ley está cayendo sistemáticamente. No necesariamente se trata de una “crisis de la participación”; al menos en parte, puede ser un “retorno” a formas más habituales (menos intensas, menos activistas) de la política.

    En parte por esta clase de factores es que caen los votos del Frente Amplio en estas internas (de 100 en 2006 a 41 ahora), pero no en las elecciones nacionales: por cada 100 votantes del Frente Amplio en octubre de 2004, hubo aproximadamente 96 en 2014. Estos problemas afectan aproximadamente por igual a todos los partidos.

    En el extremo opuesto, factores políticos de corto plazo que afectan principal o exclusivamente al Frente Amplio. Porque es el responsable de un gobierno que en los últimos meses ha sido visto por los votantes mucho más críticamente que en el pasado, lo que se refleja en las evaluaciones de las gestiones del presidente y de su gobierno y en las popularidades personales de sus líderes políticos.

    En un plano intermedio, por la acción de muchos problemas que no necesariamente son vistos como responsabilidad exclusiva del Frente Amplio, pero de los cuales el oficialismo es parcialmente responsable (en grados variables y que cambian con el tiempo): desde la seguridad pública hasta la educación.

    Entonces: ¿cuáles son las consecuencias para el Frente Amplio de la pobre votación del domingo? En lo inmediato, pocas. Explicita y subraya el decaimiento de la militancia. A mediano plazo, sin embargo, es uno de los indicadores que señalan la dirección del viento político. Por ahora esa dirección, desde hace ya algún tiempo, no es buena para el Frente Amplio.

    © Luis E. González. Derechos reservados (especial para Búsqueda).