“Hoy casi nadie pone en duda que mientras la derecha reivindica la libertad como su principal seña de identidad, la izquierda hace lo propio con la igualdad”, expresó. Pero, de inmediato, marcó un matiz nada desdeñable: “Sobre esa certeza tan extendida no vendría mal dudar un poco más porque, creo yo, las cosas no son tan sencillas como parecen, la caracterización derecha/izquierda ya no es lo que fue en el pasado y la disyuntiva que hoy tenemos planteada no es entre libertad o igualdad, ni entre neoliberalismo e igualitarismo”.
“Esta concepción de la libertad supone también más derechos y mayor compromiso ciudadano y un grado de igualdad que impida la aparición de poderes capaces de poner en peligro la libertad, sea cual sea la naturaleza, pública o privada, de los mismos. Porque el mercado, por sí solo, no produce automática y necesariamente bienes públicos. Y la democracia sin leyes e instituciones que la sustenten es frágil y, consecuentemente, puede ser efímera”, opinó.
El ex mandatario reiteró su antigua idea en cuanto a que las personas deben tener “igualdad de oportunidades ante la ley y ante la vida” pero advirtió que “la igualdad de oportunidades por sí sola puede derivar en igualitarismos que debilitan la creatividad, el esfuerzo y el compromiso tanto como lo hace la desigualdad; y dan lugar a mecanismos de legitimación de nuevas desigualdades”.
“Parece un trabalenguas pero no lo es”, destacó.
Vázquez llamó a “tener en cuenta también que la igualdad de oportunidades inicial (la que nace en el vientre materno) ha de complementarse con medidas de igualación y facilitación de recorrido a lo largo de la vida, especialmente en áreas estratégicas tales como la salud, la educación, el empleo, la protección social, el hábitat y la convivencia ciudadana”.
Vázquez, quien dijo hablar desde su “identidad, trayectoria y perspectiva personal”, sostuvo que “la historia, más allá de su complejidad y de la diversidad doctrinaria y metodológica para conocerla, ordenarla, interpretarla y explicarla, es una formidable hazaña por la libertad. Siempre hermosa pero a veces terrible”.
“¿Qué es la libertad si no un impulso sustancialmente ético?”, preguntó.
El espejismo.
En el Grand Hyatt Hotel de San Pablo, donde se desarrolla la conferencia hasta hoy jueves 11 con la compañía Boeing como sponsor principal, el ex presidente uruguayo también aludió a las protestas sociales que estallaron en los últimos tiempos en Brasil y otros países del mundo.
“No puedo ni quiero referirme a casos específicos”, aclaró Vázquez, pero opinó que “las protestas sociales que en diversos rincones del mundo movilizan a muchos, sorprenden a unos, alarman a otros e involucran a todos, más allá del malestar superficial expresan una insatisfacción profunda ante una realidad en la que se confunde crecimiento con prosperidad, consumo con inclusión social, desigualdad con equidad, pluralidad con pluralismo, marketing con política, griterío con debate, indiferencia con tranquilidad o teleaudiencia con ciudadanía”.
“Es lógico: no son lo mismo y es saludable que se descubra el espejismo”, manifestó.
Según el antecesor del presidente José Mujica, “uno de los grandes problemas de la sociedad contemporánea es que ha dejado de cuestionarse a sí misma”. Y agregó: “Si siempre hablamos y mostramos lo que está bien, ¿cuándo y cómo vamos a mejorar lo que está mal?”.
Vázquez también alertó respecto a las movilizaciones callejeras que “de poco sirve protestar contra esa realidad tan confusa si no hay propuestas razonables para mejorarla pacífica, democrática y progresivamente”.
“Si algo está meridianamente claro es que milagros no existen y a los empujones no se avanza”, sentenció.
Vázquez afirmó que “la gente no pretende ni quiere que el Estado y el gobierno de turno le resuelvan la vida” pero aclaró que sí “aspira —y le asiste razón y derecho en ello— a que en el marco de sus competencias y responsabilidades, el Estado y los gobiernos la acompañen en la construcción de su propia vida”.
“Por eso mismo tampoco quiere que la invoquen en los discursos o la convoquen únicamente cuando hay elecciones; la gente quiere ser tenida en cuenta e involucrarse en asuntos que hacen a su condición de personas y ciudadanos”, dijo.
Vázquez consideró que “la política” tiene que “sintonizar” con las personas y precisó: “Sintonizar con la ciudadanía no es sinónimo de populismo; muy por el contrario, se trata de ofrecer un liderazgo sólido y al mismo tiempo capaz de recoger las aspiraciones más compartidas por la sociedad, tanto en un nivel racional como afectivo”.
“Sintonizar con la ciudadanía tampoco significa una suerte de seguimiento mecánico de los estados de opinión pública, tal como lo fotografían las encuestas y otras modalidades de medición; no se gobierna ni se definen políticas públicas de largo aliento y amplio consenso (factores estrechamente vinculados entre sí y determinantes de un proyecto estratégico de país) según los altibajos de popularidad de un gobierno o de un presidente”, añadió.
Los grupos de presión.
El ex presidente formuló por otra parte un llamado de atención contra la injerencia excesiva de los “grupos de presión”.
Según dijo, es preciso evitar la confusión que “se produce entre ciudadanos y grupos de intereses y, ¿por qué no decirlo?, de presión”.
“Muchas veces, grupos que defienden intereses legítimos pero particulares se autoadjudican —en la mayoría de los casos en nombre de causas nobles y beneficiosas para todos— la representación del ‘interés público’, ‘el pueblo’, ‘la mayoría silenciosa’, ‘las fuerzas vivas’, etc., y en su nombre reclaman algunas políticas públicas, se oponen a otras, defienden privilegios o se niegan a cambios que afecten sus intereses”, relató.
Vázquez dijo que gobernar supone “tomar en cuenta las demandas de esos grupos, asociaciones, sindicatos, partidos políticos o movimientos sociales” y señaló que “negociar y buscar acuerdos con ellos es parte de la acción —también podríamos decir liderazgo— del gobierno”.
“Sin embargo”, advirtió, “a veces los intereses de la ciudadanía no se corresponden con los de los grupos particulares, y en tales casos el gobierno debe orientarse siempre por el interés general”.
“Ningún gobierno es neutral, pero tampoco puede ser arbitrario. Ha de encarnar el interés nacional y preocuparse por el destino de todos sin olvidar la importancia de la dignidad de la gente” y “esto también forma parte de la ética de un liderazgo”, precisó.
Vázquez estimó que “esta dimensión ética del liderazgo no es exclusiva de la política sino que, por el contrario, es válida para el ámbito empresarial y la dinámica de los negocios”.
Dijo que así como “no es verdad que cuando peor le va al Estado y al gobierno, mejor le va al mercado y al sector privado”, “tampoco es verdad que las empresas más prósperas son las más voraces y que los mejores negocios son los negocios turbios”.
“En democracia, cuando a un gobierno le va bien al país en su conjunto le va bien. Y a los buenos negocios también”, abundó.