Nacida en Rivera hace 40 años, alumna de la escuela Chile de Montevideo y del liceo IAVA, Cáceres llega a la ANEP después de ocupar diferentes cargos en la Corte Electoral y la Oficina Nacional del Servicio Civil. Desde julio de 2020 se desempeñaba como secretaria general del Codicen, convocada por Silva.
Está convencida de que la reforma “no solo era necesaria, sino que estuvo bien pensada, hecha a tiempo y, además, está bien rumbeada”. Los recientes informes nacionales e internacionales, asegura, implican unas “muy buenas noticias” para Uruguay en el marco del contexto internacional por la pandemia.
Sigue un resumen de la entrevista de Cáceres con Búsqueda.
—“Hoy, por primera vez, en este organismo tomará la conducción una mujer y romperemos así un nuevo techo de cristal”. Esas fueron sus primeras palabras como nueva titular de la ANEP, el 28 de noviembre. ¿Por qué empezar por ahí?
—Porque me parecía que era realmente importante lo que estaba pasando. No por mí ni para mí, sino para la institucionalidad de la ANEP. Entre el público, además de quienes me estaban acompañando —mi familia, las autoridades y los funcionarios— había muchísimas amigas mujeres que vienen del ámbito público también. Para quienes tenemos una mirada sobre el rol político y una perspectiva de género, cada vez que se abre un nuevo espacio en el que no estaban las mujeres presentes, a partir de ese momento, sea quien sea, es un logro. Que nunca una mujer haya ocupado un cargo tan importante en la ANEP, un organismo altamente feminizado, habla un poco también de cómo funcionan todavía las estructuras de nuestro país y, sobre todo, de las más tradicionales y más longevas. Me parecía que estaba bueno marcarlo, porque estas cosas, cuando no se dicen, no existen. La verdad que recibí de parte de mujeres del sistema un feedback muy bueno. También quise plantearlo así porque es importante que no se transforme en un paréntesis en la historia institucional, que de verdad opere como una especie de tapón que saca el embudo. Muchas mujeres se me acercaron y me dijeron: “Ojalá que eso sea así”.
—¿Esta desigualdad que señala sigue siendo tan marcada en los máximos órganos de decisión política? Con usted, en el Codicen la mayoría son consejeras (tres a dos), y casi todos los mandos medios de la administración son mujeres.
—Es verdad que siempre ha habido una participación en los consejos y en otros ámbitos de decisión y que en realidad quienes sostienen el sistema educativo en este país son las mujeres. Históricamente, lo fueron las maestras, y hoy mismo las planificaciones educativas son todas lideradas por mujeres. En el Codicen están Adriana Aristimuño (directora ejecutiva de Políticas Educativas), Laura Bianchi (UTU), Patricia Kuzma (Secundaria) e Ivonne Constantino (Primaria); todo el equipo técnico-docente-pedagógico está liderado por mujeres. Perohabía una cosa que estaba como dormidita, que se daba como algo natural y obvio y que hacía que las cosas sucedieran de otra manera —con hombres al frente de la conducción—, y cuando pasan este tipo de cosas es cuando una dice que está bueno que esto también cambie en paz.
—Su venia parlamentaria para designarla en el cargo fue cuestionada por la oposición legislativa y sindical. “Se me ha tratado de ilegal, se ha generado un hecho político disfrazado con argumentos jurídicos”, dijo en respuesta, al asumir. En cambio, tuvo una activa defensa del ministro de Educación, Pablo da Silveira, quien achacó las críticas a su condición de mujer. ¿Qué concluye de ese proceso?
—El ministro asumió un rol muy activo en la defensa y está bueno agradecerle y marcarlo, porque al final de todo este lío, de todos estos embrollos, siempre lo que queda son las personas. Es difícil, porque todavía hay un montón de preconceptos y de barreras que a veces no son tan perceptibles, sobre todo cuando una decide dar un paso más y postular para acceder a puestos públicos de mayor responsabilidad. Hay muchas barreras todavía. La política está pensada y estructurada de una manera que no es amigable para las mujeres.
—¿Por qué lo dice?
—Desde los horarios de las reuniones, que suelen ser a contrahorario del horario laboral... Para las madres, es muy difícil poder trabajar y después ir a la reunión política. Además por los espacios en que se dan esas reuniones. En general, el sistema está armado de una manera que es poco amigable y poco abierta para la participación de las mujeres, y me parece que es importante seguir destrabando eso. Cuanto más accesible sea la participación y mejores las condiciones para ellas, lo que estaremos haciendo es mejorar la calidad de la democracia. Este es un tema transversal y el que no lo entienda de esa manera se está haciendo trampas al solitario.
—Pero llega a un cargo de máxima responsabilidad y lo que se destaca en el sistema político es su condición de mujer y joven. ¿Paga un “derecho de piso” ajeno a sus aptitudes profesionales?
—Sí. En este y en cualquier otro cargo y circunstancia. Es verdad que también se ha puesto el foco en eso. Obvio, vivimos en un país que tiene una mirada muy longeva y eso lo vemos en cualquier aspecto. Para nosotros, una persona de 50 años (en política) es joven, recién está empezando... cuando en el resto del mundo no lo ven así. Acá la edad tiene un peso muy importante y está muy asociada con la sabiduría. No digo que no sea así, pero pasa esto, que con 40 o 50 años se diga que una es joven.
—También se ha puesto en duda si tiene “la espalda suficiente” para recibir tantas ofensivas gremiales y chicanas políticas...
—Sí. Son cuestionamientos cargaditos de prejuicios. Ante un varón de la misma edad y condiciones no sé si es válida la duda. Esas son las pruebas constantes que una tiene que ir dando. Yo siento que estoy preparada. Estoy dispuesta a afrontar, a negociar y a trabajar como lo vengo haciendo en los otros cargos que he ocupado. Por supuesto que este tiene una particularidad que es un nivel de exposición que es muchísimo más alto. Lo tengo claro.
—Entrevistada por El País, ha dicho que con usted está garantizada la continuidad de la reforma. ¿Por qué está es “la mejor transformación posible”?
—En el propio concepto de transformación se engloba la visión que tiene esta administración de que la educación tiene que ser a partir de ahora un cambio constante. Y había que empezar por algo. Esta es la mejor transformación que podíamos hacer en este momento para dar el primer paso. Esta transformación no solo era necesaria, sino que estuvo bien pensada, hecha a tiempo y, además, está bien rumbeada. Tiene que continuar, tiene que haber una segunda y tercera generación de transformaciones. Todas las necesarias para ir adaptando el sistema educativo a las necesidades de un mundo que cambia constantemente. Además, la hicieron los mejores técnicos, los que de verdad saben del tema, son los que hicieron esta reforma y están trabajando en la ANEP. Eso también es una garantía para todos. Acá no fue que se juntaron en una mesa tres personas y elaboraron la transformación o que la trajeron de otro lado. Fueron docentes y técnicos uruguayos; algunos vinieron a trabajar específicamente con esta administración y otros forman parte de la burocracia estable de los subsistemas y del propio Codicen.
—¿Realmente cree que la reforma “la hicieron los docentes”? ¿Hubo suficiente o necesaria participación de los educadores en su diseño?
—Sí. La reforma la hicieron los docentes, porque todos los que formaban las comisiones integradas por equipos técnicos son docentes del sistema. Muchos de ellos dan clases, algunos ocupan roles de inspección, de coordinación, en fin. Entonces sí participaron los docentes. Sí, la reforma la hicieron los docentes. Siempre hay espacios para seguir generando participación. Obviamente que, cuando se hacen transformaciones tan grandes, el nudo del conflicto siempre está puesto sobre si hay tanta participación o no. Algunos van a decir que el debate y el diálogo nunca es suficiente y que siempre se puede ir a más; yo creo que un poco de razón hay en eso. También está la otra escuela que dice que no nos podemos pasar debatiendo y dialogando porque en algún momento hay que decidir. Creo que se encontró el equilibrio justo.
—“Las noticias son muy buenas, parece que no hubiera pasado la pandemia por Uruguay”, dijo sobre los resultados en Uruguay de las pruebas PISA 2022, que muestran cierta estabilidad en los desempeños con una caída mayor en matemática en relación con 2018. También valoró positivamente los resultados del informe sobre el estado de la situación en Uruguay del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed). Sin embargo, también hay alertas para el sistema local…
—Para mí, lo más importante es que tanto el informe de Ineed como el informe de PISA dan buenos resultados para el país en el marco del contexto internacional de la pandemia y de la región. El estado de situación de la educación uruguaya es bueno. Son informes que nos deben dejar contentos porque muestran que Uruguay no tuvo un retroceso ni en aprendizajes ni egresos ni en cobertura. Durante la pandemia fue poco el tiempo que estuvieron los centros educativos cerrados, pero también fue muy importante todo el acompañamiento que se hizo a los estudiantes. Hay muchas horas invertidas en tutorías que antes no existían tanto para bachillerato como para la educación media básica. Hay un cambio en esto de acompañar al estudiante desde otro lugar y se están poniendo recursos, tiempo y pienso en eso. Además de otras acciones puntuales para fomentar que los alumnos terminen sus cursos con planes específicos. Pero, en definitiva, ambos informes tienen resultados muy buenos y nos marcan desafíos donde también hay que poner los focos.
—Los informes reflejan que persisten problemas de segregación escolar e inequidad vinculada al origen socioeconómico, lo que repercute en la asistencia, los aprendizajes y los egresos. Entre los más pobres y los más ricos los resultados muestran diferencias de casi 100 puntos (470 a 368). ¿Qué piensa de eso?
—Algunos desafíos ya venían de antes. Ya veníamos arrastrando algunos problemas estructurales muy fuertes de inequidad, de segregación escolar, de tasas de egreso, sobre todo en educación media y superior, que venían siendo muy bajas. Sin embargo, la pandemia no profundizó eso. Podría haber pasado. Les pasó a muchos países. Hay desafíos nuevos, por ejemplo, la baja natalidad, que está impactando muy fuerte en educación inicial, y el tema de avanzar hacia la universalización de la cobertura, sobre todo en tres años. Pero los informes, más allá de cualquier discusión y de entrar en lo más chiquito, nos deben dejar muy conformes. Es una muy buena noticia que en algunos casos hayamos logrado cumplir las metas que la ANEP se había planteado, que hayamos aumentado la cobertura, la progresión de los estudiantes y el egreso en educación media superior.
—No obstante, persisten altas tasas de rezago y Uruguay es el octavo país con mayores tasas de repetición de los 81 medidos —14 latinoamericanos— por PISA. ¿Cómo se explica esto?
—Los que más saben de educación coinciden en que la repetición opera como un factor que condiciona una posible desvinculación del sistema educativo. Que lejos de colaborar en mejorar los aprendizajes, la repetición como herramienta pedagógica es inútil: segrega, marca, contribuye a que abandonen.
—¿Qué responde a quienes dicen que la flexibilización de criterios de pasaje de grado, en los hechos, es un “pase libre”?
—En el nuevo régimen de evaluación no hay “pasan todos y listo”, porque eso tampoco ayudaría a mejorar los aprendizajes. Acá hay un énfasis en los acompañamientos que son como el eje que sostiene todo el proceso de pasaje de grado y egreso de los estudiantes. Ahí está la clave. Lo que se quiere es que los jóvenes aprendan, no que repitan. Porque si no, ¿qué hacemos? ¿Dejamos que sigan repitiendo, que sigan abandonando el sistema educativo, sin aprender nada? ¿Entonces, no hacemos nada? Lo que estamos haciendo es lo que el mundo muestra que hay que hacer. Pero no tiene que ver simplemente con una flexibilización. Esto es un cambio de paradigma.
—¿Cuándo empezará a verse ese cambio en clase?
—Ya los hay. Pasa que los grados van variando muchísimo en cada centro, pero empiezan a vislumbrarse algunas muestras del cambio. Tiene que ver con el proceso que van haciendo los docentes de aula para incorporar todo esto. La reforma no la podemos medir todavía, pero hay indicadores que muestran que va avanzando bien en la implementación. Del relevamiento se empiezan a ver algunos cambios en las pautas de trabajo y demás, que muestran que se está empezando a internalizar el cambio cultural que implica la transformación a nivel de los equipos docentes, de inspectores y de las comunidades.
—¿Cuánto condicionó la pandemia y las restricciones presupuestales a la reforma? Si bien las pruebas PISA no evalúan el impacto del Covid-19, son los primeros resultados de una generación —cohorte de 15 años— afectada por la crisis sanitaria.
—La pandemia condicionó todo. Para empezar, retrasó el inicio de los diseños de la transformación, los documentos, porque obviamente hubo que poner todo el sistema, todos los equipos y todo a disposición de ver cómo salíamos de ese momento que fue muy complejo y era todo un caos... Eso retrasó todo, sin duda. Pero se capeó el temporal sin demasiadas lesiones. No lo digo yo, lo está diciendo el Ineed, que tiene autonomía técnica y que no forma parte de la estructura y está integrado por todo el sistema político. Sobre las restricciones presupuestales, yo creo que en general no generaron un problema o condicionaron la transformación. De hecho, hubo mucha plata para el tema de los mentores, una figura muy importante para la implementación de la transformación, o los cursos de formación para directores e inspectores, que implicaron gastos y allí tampoco se vio restricción presupuestal.
—Para lo que queda de gestión, ¿cuáles son sus prioridades? ¿Y cuál cree que será su impronta diferencial a la administración Silva?
—Primero y principal, la implementación de la transformación. Falta aprobar los programas definitivos de primer año de Bachillerato, que están a consideración de la Asamblea Técnico-Docente, y el año que viene los programas de segundo y tercer año de ese nivel. Con eso ya queda aprobado todo el diseño. Este primer año de implementación está empezando a permear en nuevas prácticas, en tratar de meterse de lleno con el espíritu de la transformación. Ya hay experiencia, un entusiasmo y una tranquilidad que permitirá que el proceso se acelere. Ahora el envión va a ser más fuerte. Sobre mi impronta, no me gustan las comparaciones y creo que no son justas. Claramente tenemos dos perfiles distintos. Para empezar, y volviendo al tema de inicio, él es hombre y yo soy mujer, y ya ahí nos paramos desde lugares distintos. Pero además los contextos son diferentes. No es lo mismo empezar una gestión en donde estás poniendo sobre la mesa una transformación educativa como esta y toda la tracción que hubo que hacer, que el fin de una gestión en donde la tracción ya está hecha. Dicho esto sin minimizar la tarea que tengo por delante. ¡Semejante tarea!
Información Nacional
2023-12-06T19:38:00
2023-12-06T19:38:00