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Escribe Raúl Santopietro. (Desde Atenas). Ser griego y vivir en Grecia es cada día más difícil. Restaurantes, taxímetros, agencias de viaje, supermercados, estaciones de servicio y todo aquel al que se le pregunta cómo está su situación da la misma respuesta: “Cada vez peor, día a día hay menos trabajo”. No importa si votó el “NAI” (Sí) o el “OXI” (No) al ajuste en el referéndum del domingo 5, la crisis económica que afronta el país los afecta por igual.
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El “corralito” bancario sigue (fue extendido hasta el domingo 12), por lo que a cualquier hora se ven en Atenas filas de cinco, diez y hasta 20 personas esperando para retirar el máximo de 60 euros diarios de los cajeros automáticos. No se sabe hasta cuándo habrá dinero y se empieza a notar que algunos logran extraer solo 50 por la falta de billetes de 20 y 10 euros.
En Plaka, Monasteraki, Kolonaki o Gasi, barrios de mayor movimiento turístico en Atenas, los restaurantes hace días que ya no aceptan tarjetas de crédito; solo efectivo. Y el gobierno mantiene gratuito el transporte para aliviar la falta de dinero físico.
Sin embargo, en las calles hay tranquilidad. El griego hace filas sin desesperarse y las largas horas de café se mantienen. “¿Qué podemos hacer, qué solucionaría romper todo?”, comentó a Búsqueda Theo Buchelos, profesor de la Universidad de Atenas y votante del “Sí”.
El domingo no fue la excepción. Unos seis millones de griegos votaron, luego esperaron los resultados en sus hogares, y sobre las 21 horas, cuando se supo que el “No” obtuvo el 61,3%, llenaron la Plaza Syntagma con banderas de Grecia y del partido de gobierno Syriza. Con un micrófono puesto en el centro de la plaza, los manifestantes del “No” pasaron uno tras otro para dejar su mensaje de celebración con un ojo puesto en Bruselas. “¡Aquí hay un pueblo con dignidad, escuchen señores acreedores fascistas!”, gritó uno.
Pese a que la pregunta del referéndum no tenía validez porque las negociaciones entre Grecia y Europa cambiaron cada día, tanto votantes del “Sí” como del “No” coinciden en que Grecia está peor que años atrás y que el referéndum no era sobre la propuesta de acuerdo sino sobre cómo solucionar la crisis: sí o no al euro.
Olga Laskarataou, moza de un bar, votó el “No” porque, según dijo, “ya se comprobó que más austeridad solo hundió más al país”. Y añadió: “Tenemos que cortar con Europa y volver a crecer por nosotros mismos, sin controles ni favores de nadie”.
Vivir con 60 euros.
Christina Maxouris, que votó el “Sí”, todos los días antes de ir a trabajar hace fila para retirar sus 60 euros de los cajeros automáticos. “Sabes que tienes por lo menos 15 minutos aquí esperando”, comentó.
No paga ni el metro ni el ómnibus que utiliza porque el gobierno aún mantiene el transporte gratuito. Tiene un niño al que recoge al salir de su trabajo y luego hacen las compras del supermercado. Frutas, verduras, agua, pasta, pollo, leche, cereales y huevos; todo le cuesta menos de 20 euros. Con 35 euros viven. El resto del dinero lo guarda para tener cuando toque pagar el alquiler y otros gastos de electricidad, teléfono, agua y gas.
“Vivir con 60 euros, si no tienes vida de rico, es fácil, son 1.800 euros al mes. El miedo es saber si mañana tendré mis 60 euros”, afirmó.