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    Y bate, y bate, y bate ese debate

    No es broma

    Pensar que yo iba a escribir esta semana sobre el conceptuoso discurso de nuestro benemérito canciller en la Asamblea de las Naciones Unidas, donde les dijo a los doce asistentes que “poblaban” la sala principal (entre los cuales estaban sus secretarios y algún integrante de nuestra delegación permanente) que en Uruguay no hay niños que duerman en la calle, y que Venezuela necesita tiempo (¿20 años? ¿200 años?) para normalizar su inquieta situación interna, consolidando su democracia y replicando diálogo tras diálogo con los peleles de la oposición inventada, mientras la desfachatada Michelle Bachelet sigue registrando falsedades acerca de las supuestas ejecuciones de disidentes y los encarcelamientos de delincuentes comunes que dicen ser políticos opositores…

    Estaba bueno el tema, pero, disculpen, no pude evitar la tentación de darles algunos datos de interés acerca del acontecimiento de esta semana: el debate prepresidencial.

    No voy a caer en el lugar común de transcribir los bien estructurados monólogos  de los participantes, ni la trascendente labor de los prestigiosos periodistas que “coordinaron y moderaron” los cuatro tramos, en parejas, con participaciones tan precisas y significativas como “comienzan sus 240 segundos, ingeniero Martínez”, o tan agudas e incisivas como “es su turno para los 60 segundos de réplica, doctor Lacalle Pou”. No se equivocaron ni una sola vez, seguramente porque se trata de periodistas de larga trayectoria, con amplia experiencia en moderar eventos de esta trascendencia.

    Lo que tengo son algunos datos jugosos de la compleja y trabajosa producción y coordinación del encuentro, y algunos juicios evaluatorios de los aspectos menos comunes pero igualmente significativos (desde el punto de vista psicológico, semiótico y transcultural) del significativo hito de nuestra vida democrática, que pautará nuestro destino para siempre.

    A modo de ejemplo, y en lo que tiene que ver con la producción previa, ha trascendido que, a pesar de haber fracasado en el intento, los organizadores se contactaron oportunamente con la Conmebol, con el fin de procurar aplazar en 24 horas el encuentro entre Boca y River por las semifinales de la Copa Libertadores. Como el debate estaba originalmente programado para las 21 horas del martes, ambos shows del entertainment se habrían pisado inexorablemente en un tramo importante, quitándole una significativa  porción de telespectadores al encuentro deportivo. La Conmebol fue inexplicablemente insensible ante este planteo, lo que llevó a que se adelantara la hora del debate para las 20 horas, de manera de defenderle al encuentro deportivo su explicable atractivo.

    En lo que tiene que ver con las evaluaciones técnicas del apasionante encuentro (el político, no el deportivo), tengo algunos otros datos de interés.

    El doctor en semiótica política Braulio Elrebus Cado, profesor titular de Mediciones Abstrusas de la Pontificia Universidad San Bernabé de la Pesquisa, del Estado de Michoacán, México, especialmente invitado a presenciar en vivo el debate, manifestó a la prensa, al concluir el mismo, que “la pupila izquierda del Ing. Martínez se desviaba ligeramente hacia la derecha cuando hablaba su contrincante, lo cual era perceptible a pesar de las gafas vintage que portaba el candidato, indicando claramente que, en ese momento, su cerebro se inclinaba más hacia posturas de derecha, alejándose de su posición izquierdista, debilitando así su conciencia, y dejando un claro flanco para el ataque verbal de su interlocutor”.

    Ante la pregunta de si ese elemento podría tener influencia en la actitud de los telespectadores­ indecisos que presenciaban el debate en procura de hacer su opción electoral, el técnico señaló que “sin duda es así, ya que ello coincidía con la leve inclinación hacia arriba de la ceja izquierda del doctor Lacalle, que además ocurría con la oportuna toma de la televisión en un sesgo de 45 grados desde el lado derecho del atril en el que este se encontraba, determinando así que el cerebro de los telespectadores indecisos se inclinara por quien demostraba la posición más fuerte y enérgica. No hay dudas de que un porcentaje estimado entre el 67 y el 72% de los indecisos procedieron, de manera imperceptible pero científicamente comprobada, a tomar la decisión que determinará su voto en las elecciones de fines de octubre”.

    Por su parte, la Lic. Esperanza Laciber Nética, magíster en Redes Sociales Indescifrables por el Instituto Borromingson de la Universidad de Uppsala, Suecia, quien siguió el debate en directo  por Skype a pesar de que en Suecia ya era la madrugada, publicó en su página de Facebook que “hemos registrado en las redes 145.010 tuits que mencionan a Martínez y 144.980 que mencionan a Lacalle Pou, con lo que queda claro que Martínez ganará las elecciones por 30 tuits de ventaja, a pesar de que solamente el 27% de los tuits que lo mencionan a Martínez son elogiosos, y el 73% son insultos, mientras que en el caso de Lacalle el 85% de los tuits son elogiosos y solamente el 15% son desfavorables, porque según el Teorema de Langensberger, y la ecuación cruzada de Piricutti, lo que interesa en materia electoral son los tuits totales, y no los que te elogian o te insultan. La victoria de Martínez es un hecho, lo puedo anunciar desde ahora mismo”, concluyó.

    Tengo algunos comentarios más, algunos formulados por los semioticistas que ampliaron la imagen de las solapas de los trajes que vestían los candidatos, y contaron las puntadas del pespunte de cada una de ellas, sacando conclusiones muy interesantes al respecto, así como de los que observaron el color de los calcetines que ambos llevaban puestos, los que, a pesar de que no se vieron en pantalla, indicaban el espíritu triunfador o derrotista con el que los candidatos habrían elegido dónde enfundar sus pies.

    También el de unos funcionarios de Canal 4 que asistieron desde una sala contigua a la del estudio del debate, y, cuando este terminó, salieron a tomar aire a la puerta, viendo venir por la vereda a un matrimonio de mediana edad, vecinos del canal y conocidos de ellos.

    —Mirá, ahí vienen doña María y don José, vamos a preguntarles qué les pareció este acontecimiento —dijo uno de ellos, y tras saludarlos, les preguntó:

    —¿Qué les pareció este importante debate de los candidatos?

    A lo que don José le contestó:

    —¿Qué debate?