MAU_4931.jpg
Alfonso Terrón y Agustina Parada
Mauricio Rodríguez
Al principio pensaron en construir una tiny house (casa diminuta) para alquilar. Con videos de YouTube y plataformas de streaming como inspiración, surgió la idea de usar un ómnibus para convertirlo en alojamiento turístico.
No fue fácil encontrar el vehículo elegido. Buscaron en varias plataformas de venta, pero la mayoría estaban en muy mal estado y requerían demasiado trabajo para lograr algo habitable. En mayo de 2023, a través de una empresa dedicada a mediar en la salida de circulación de los ómnibus de la ex-Raincoop, dieron con el ómnibus ideal. Agustina y Alfonso fueron quienes se encargaron de llevarlo hasta el terreno, con un servicio de guinche, y allí comenzó la aventura.
“Agus tenía requerimientos. No me lo hizo fácil”, bromeó Alfonso. La amante del diseño quería nivelar la parte de atrás, en la que se suele ubicar la fila de cuatro asientos sobre una tarima elevada, lo que presentaba grandes dificultades. “Para hacer eso teníamos que cortar el chasis más o menos”, reconoció ella. Entonces, el espacio que se transformó en el dormitorio, donde ubicaron una cama de dos plazas, quedó elevado.
MAU_4921.jpg
Mauricio Rodríguez
Todo el proceso de construcción fue documentado por Agustina a través de videos que publicaba en sus redes sociales. La historia de la pareja y el proyecto de construcción en el que se embarcaban ganó tanta popularidad que, al momento de inaugurarlo y empezar a ofrecer el alojamiento al público, las reservas comenzaron a caer como lluvia.
Pasaron 18 meses entre que llegó el ómnibus a su terreno en Sauce de Portezuelo y se inauguró con el nombre de Bondi House. Durante ese tiempo, la pareja se repartía entre sus trabajos, el cuidado de su pequeña hija y la remodelación del ómnibus. Los sábados y domingos se dedicaban de forma casi exclusiva a esto último.
Lo primero que hizo Agustina fue dibujar el proyecto en un papel, para determinar la distribución de los espacios en el ómnibus. Si bien contaban con un lugar reducido, lograron que cada ambiente se sienta amplio: dormitorio, baño, living comedor y cocina. En el exterior, añadieron una tina de agua caliente y un lugar para hacer fogones.
MAU_4904.jpg
Mauricio Rodríguez
“En cuanto al diseño, es como una versión más pequeña de nuestra casa. El piso y el techo son de la misma madera, está puesto de la misma forma. Las paredes también. En ese sentido no quisimos cambiar nada, porque ya sabíamos que nos gustaba mucho”, contó Agustina.
El mayor desafío, según Alfonso, fue resolver la cañería del baño. Había que perforar vigas de hierro de ocho milímetros de espesor en un espacio reducido, y no había herramientas que pudieran hacerlo. Allí tuvieron que adaptarse a lo que el ómnibus permitía y, sin dejar de lado el diseño, haciendo cálculos precisos, achicando la mampara de la ducha, moviendo el inodoro unos centímetros para acá y otros para allá, lograron resolverlo a la perfección.
Bondi House cuenta con un living comedor con estufa a leña para disfrutar en invierno y aire acondicionado. Un sofá cama y un proyector para ver películas o series. Este último es uno de los broches de oro que Alfonso insistió en colocar. Pero a la hincha del diseño no le gustaba la idea de que hubiera una pantalla visible, así que lograron colocarla de una manera que cuando está apagada casi no se percibe.
Bondi House Sauce Portezuelo.jpg
Bondi House cuenta con un living comedor con estufa a leña para disfrutar en invierno, aire acondicionado, un sofá cama y un proyector para ver películas o series
Mauricio Rodríguez
La cocina está equipada con tostadora, cafetera, jarra eléctrica, un pequeño horno, heladera y microondas. El baño tiene su pileta, espejo, inodoro y ducha. En el dormitorio, además de la cama matrimonial, hay estantes para ordenar la ropa.
En cuanto al servicio y los amenities del lugar, Agustina quería que se pareciera a “un buen hotel”. Se preocupó por detalles como la compra de toallas, batas y pantuflas para sus huéspedes y, en un futuro, evalúa ofrecer una opción de desayuno.
La pareja realizó todo el proyecto de Bondi House con sus propias manos y, según Alfonso, el costo desde la compra del ómnibus hasta su inauguración, con todo lo que eso implicó, fue de unos 42.000 dólares. “No empezamos ni con la mitad de ese dinero. Teníamos una pequeña base y mes a mes íbamos juntando. Había meses que no teníamos para terminar esto, pero capaz que sí para terminar esto otro”, aclaró Agustina. Y así fueron avanzando.
MAU_4916.jpg
Mauricio Rodríguez
El costo de una noche en Bondi House para dos personas (la capacidad ideal, aunque podría admitir hasta tres al tener un sofá cama en el living) fue de 120 dólares la noche durante enero, y oscila entre 110 y 115 en febrero. “El ómnibus por sí mismo tiene una operativa que es bastante costosa. Sobre todo, si evaluás la hoguera, la preparación de una estadía a otra, vaciar toda la tina, regar con toda esa agua”, explicó Alfonso.
Los creadores y dueños de Bondi House no descartan adquirir otro ómnibus y embarcarse en un nuevo proyecto a futuro. Además, aseguran que ya han recibido y evaluado vehículos en venta.
MAU_4756.jpg
El ómnibus alemán de Aiguá Bus funcionó en los años 70
Mauricio Rodríguez
En sintonía con las sierras
Hasta hace 13 años, Marcela Curbelo vivía en Montevideo. Tenía varias tiendas de ropa de segunda mano en Punta Carretas, en lugares “transformados”. Sabía cómo convertir un galpón o un garaje en un espacio que invitara a entrar, a mirar y a comprar. Y eso sin ningún tipo de estudios en las áreas de construcción, decoración o interiorismo. Solo con la herencia de ver a sus padres hacer muchas cosas en el hogar con sus propias manos, y con su inventiva, gusto y creatividad.
Así fue que cuando se decidió a comprar un campo en Aiguá e instalarse a vivir entre las sierras y la naturaleza, no dudó en quedarse con un ómnibus antiguo, de 1950 y sin asientos, que tenían quienes le vendieron la tierra. Ese aparente pedazo de chatarra que unos querían sacarse de arriba y pensaban cómo tirar, para Marcela era un diamante en bruto.
Mientras terminaba de construirse su casa en el terreno adquirido, ese ómnibus funcionó como su taller. Cuando su casa estuvo pronta, el taller empezó a tomar la forma de otra pequeña casa y era allí donde se quedaban sus hijos cuando iban a visitarla. En algunas ocasiones incluso llevaban amigos. Había lugar para todos. Tiempo después, cuando Marcela ya era conocida entre los vecinos de la zona y ellos sabían de lo que era capaz de hacer con un ómnibus viejo, le comentaron que había aparecido otro. Era un vehículo que provenía de Alemania y que había funcionado en los años 70. A pesar de su estado deteriorado, conservaba los asientos y todas las piezas originales. Esto significaba un desafío extra a la hora de transformarlo en algo habitable. Desafío que una vez más Marcela aceptó. El ómnibus alemán terminó en su terreno de Aiguá junto al primero. Ella sacó todos los asientos y comenzó a armar una nueva casa.
MAU_4834.jpg
Mauricio Rodríguez
Transformó y cambió muchas cosas de los dos ómnibus. En ambos creó un dormitorio para dos personas, un baño, una cocina y un living comedor. Anexó a cada uno de ellos un deck de madera techado con mesas y sillas para desayunar mientras el sol aparece entre las sierras, merendar cuando se oculta o simplemente pasar el rato en compañía de la naturaleza. Instaló hamacas paraguayas, una bañera exterior y una especie de solárium en uno de los buses.
Esas dos pequeñas casas sobre ruedas, que en un principio alojaron a familiares y amigos de Marcela, hace cinco veranos se convirtieron en Aiguá Bus: un alojamiento turístico ubicado a pocos kilómetros de la ciudad fernandina que le dio su nombre.
MAU_4732.jpg
Mauricio Rodríguez
“Descansar, contemplar, escuchar la naturaleza, caminar y disfrutar con los animales y los colores que nos regala el cielo, son algunas de las actividades. Si tu búsqueda es el silencio y el disfrute de la simplicidad, estaría encantada de poder compartir este lugar contigo”, escribió Marcela en la publicación de AirBnb a través de la que se pueden reservar tanto el Bus Amapola como el Bus Alemán para una estadía. “En el lugar hay varios espacios disponibles para compartir. Dentro del monte nativo hay decks y hamacas, para descansar, relajar, hacer yoga o meditar en el silencio. Una pequeña cabaña para uso común, con libros, mats de yoga, etcétera. Zona de huerta, taller y arte para experimentar de forma individual o en conjunto. Hermosas vistas y caminatas para recorrer”, agregó.
En temporada alta, el costo de una noche para dos personas es de 4.800 pesos. A eso se le suman 500 pesos de tarifa de limpieza y 1.740 de tarifa de servicio de AirBnb.
MAU_4823.jpg
Mauricio Rodríguez
MAU_4805.jpg
Mauricio Rodríguez
Marcela no se inspiró en algo concreto para definir el estilo de decoración y el equipamiento de los buses. Sí sabía que quería rescatar algunas piezas originales. En el caso del Bus Amapola, mantuvo y decoró el volante. En el Alemán, todavía figuran los carteles que indicaban el origen y destino del recorrido. “La idea es que no dejes de sentir que estás en un bus”, dijo a Galería. En ambos predomina la madera como material de construcción. Por fuera, están pintados a mano con diseños de flores y hojas, en sintonía con la naturaleza.
“Los buses los limpio y mantengo yo. A veces, alguien me ayuda con algún jornal cuando hay que lijar o hacer alguna otra cosa. Pero es lo que me entretiene todos los días. Además vivo acá, tengo mi casa y una piscina linda para compartir”, agregó Marcela.
MAU_4722.jpg
Marcela creó un dormitorio para dos personas, un baño, una cocina y un living comedor
Mauricio Rodríguez
MAU_4848.jpg
Aiguá Bus cuenta con una piscina compartida con vistas a las sierras
Mauricio Rodríguez
Al principio, el perfil de los huéspedes de Aiguá Bus era el de parejas que buscaban una escapada romántica. Pero de manera muy rápida el público se amplió y llegaron a alojarse allí familias con niños, grupos de amigos y hasta bandas de música que buscaban un lugar tranquilo para ensayar. “Siempre digo que tiene que venir quien tiene que venir”.