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La ludopatía, el mal que avanza y causa estragos en adolescentes

Una investigación de la Fundación Manantiales indica que el 39% de los adolescentes de Montevideo ha participado en apuestas online, 27% de ellos todos los días; los expertos alertan sobre los riesgos de una adicción y hacen un llamado a los padres

El 39% de los adolescentes montevideanos ha participado en apuestas online. De estos, el 27% lo hace todos los días y el 42% lo realiza sin consentimiento de sus padres. Los datos se desprenden de una encuesta realizada por Fundación Manantiales a fines del año pasado, a 925 estudiantes de entre 12 y 18 años, de 27 centros educativos (sobre todo, colegios privados) de la capital, y dan muestra de una realidad alarmante Esta conducta puede ser el inicio de una adicción, la ludopatía, con el consiguiente impacto en la salud mental, en el rendimiento académico y en las relaciones sociales de los más jóvenes.

Otro hecho que demuestra esta tendencia preocupante es que de 2019 a 2024 la cantidad de consultas por ludopatía que recibió Fundación Manantiales creció del 12% al 21%. Para Adrián Dall’ Asta, director del programa Casa del Este de esa fundación, las cifras dejan en evidencia dos realidades muy importantes. Por un lado, el ingreso de menores a los sitios virtuales de apuestas, algo que está prohibido y es ilegal. “Resulta muy fácil y está poco controlado, por lo que falta muchísima regulación al respecto”. Y por otro, “los padres están mirando otra película”. “Los chiquilines están endeudándose, tienen problemas de sueño, de rendimiento académico y problemáticas relacionadas con la formación de un yo virtual en vez de un yo real; y los padres están mirando hacia otro lugar”, dijo a Galería. Según el experto, esta realidad debe interpelar a la sociedad entera. “No podemos seguir mirando hacia el costado porque todo esto va a ir in crescendo”.

Si bien la encuesta se realizó en liceos de Montevideo, desde Fundación Manantiales señalan que su trabajo de campo les permite afirmar que el fenómeno se da en todo el país y atraviesa a todas las clases sociales. “Algunos piensan que para caer en la ludopatía tenés que tener plata y no necesariamente. Hoy cualquiera tiene un celular y pide prestado para jugar. Incluso, muchas veces los chicos son capaces de robar para poder apostar”, advirtió a Galería Pablo Rossi, director general de Fundación Manantiales.

En este sentido, otro dato que muestra la encuesta es que del 39% de adolescentes montevideanos que ha participado de apuestas online, el 47% lo hace usando su propia tarjeta de crédito o débito y un 37% lo hace a través de dinero que recibe de familiares o amigos. Al respecto, Dall’ Asta señaló que el uso de tarjetas o billeteras virtuales por parte de menores de edad “abre las puertas a un mundo que puede ser de alto riesgo, ya que la ausencia de educación financiera hace que los chicos no tengan conciencia del dinero, lo cual es un gravísimo problema”. A su entender, hasta al menos los 16 años no hay conciencia suficiente para manejar tarjetas de crédito ni billeteras virtuales.

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Rossi, por su parte, manifestó que muchos padres se enteran de que su hijo está apostando porque reciben en su estado de cuenta un gasto que desconocen y cuando lo denuncian salta que fue su hijo. Subrayó, incluso, que muchas veces los chicos utilizan los documentos de sus padres para hacerse pasar por adultos. No obstante, ambos expertos señalaron que nada de esto ocurre de la noche a la mañana. En el transcurso de la vida del niño/adolescente que llega a ser adicto siempre hay señales y medidas de prevención que no se tuvieron en cuenta a su debido tiempo.

Primeras señales de alarma

Los cambios repentinos de hábitos y conductas es de las primeras señales que suelen dar las personas que están cayendo en la ludopatía. “Si el chico es muy expresivo y le gusta el deporte, se empieza a encerrar, deja de hacer deporte, se pone de mal humor. Entonces, aparece el segundo síntoma, que es la irritabilidad”, comentó Dall’ Asta.

Por lo general, este tipo de personas son muy compulsivas y tienen muy activado el sistema de recompensas, es decir, siempre necesitan del premio, de sentirse ganadores. “Si no ganan, si no consiguen lo que quieren, se enojan, se irritan, no soportan el no. Por eso, también se los observa jugar con un apasionamiento que no es normal”.

El cambio de compañías, la aparición de problemas para dormir y la baja en el rendimiento escolar son otros síntomas que deberían prender la alarma de padres y docentes. De hecho, la investigación señala que el 44% de los adolescentes de la muestra sufre problemas de sueño debido al uso excesivo de tecnología. El 41% duerme menos de lo recomendado y más de la mitad (52%) reconoce que necesita reducir su tiempo en línea, pero no puede hacerlo.

“Algo que recomendamos a las familias es, por ejemplo, establecer que a partir de las 22 horas no se usa más el celular. Pasa mucho que los padres piensan que su hijo está durmiendo, pero está jugando con el celular debajo de las sábanas. Eso le quita la posibilidad de tener un sueño reparador, de rendir académicamente, de estar atento en clase y de relacionarse adecuadamente con los demás”, manifestó el director de la Fundación Manantiales.

"Muchos padres se enteran de que su hijo está apostando porque reciben en su estado de cuenta un gasto que desconocen y cuando lo denuncian salta que fue su hijo. Incluso muchas veces los chicos utilizan los documentos de sus padres para hacerse pasar por adultos", dice Pablo Rossi, director general de Fundación Manantiales.

Incluso, los expertos señalaron que a su entender, el uso de pantallas que se hace en el ámbito escolar resulta excesivo. “El uso del celular con fines académicos no está recomendado. Los expertos de los países más avanzados en la educación están restringiéndolo, a título de prohibición. Países como Finlandia y Suecia, a los que nos encanta mencionar como ejemplos en educación, tienen legislaciones muy restrictivas. Todos están volviendo al papel porque la escritura tiene una función fundamental en el desarrollo cerebral, más en un momento en el que el cerebro está en pleno desarrollo, como es la adolescencia”, afirmó Dall’ Asta.

Al respecto, adelantó que existen varios estudios que dan cuenta de daños en el lóbulo frontal (regulador de las emociones) de los niños altamente consumidores de pantallas. “Al igual que las sustancias que producen daños irreparables, las pantallas también están produciendo daños irreparables. Después nos sorprendemos cuando un niño reacciona violentamente, es intolerante o llega a extremos, como en la serie Adolescencia. ¿Ese chico se enfermó de adolescente? No, hay una historia detrás, que cuando ya es emergente, llegamos tarde. Por eso es tan importante la prevención”.

Los padres y la falta de límites

Rossi­ alertó que muchos de los juegos que ofrecen las pantallas preparan el camino para que los chicos entren en el mundo de las apuestas y luego caigan en la ludopatía. “Los juegos, en general, vienen con algún componente adictivo, con el que podés comprar para ganar o tener más poder. Sus algoritmos preparan la cancha para caer más fácil en la ludopatía”.

A esto se suma la publicidad agresiva en internet de muchos sitios de apuestas, que además utilizan a jugadores de fútbol para captar la atención de los más chicos, lo cual es ilegal. “Hoy no ves a un ídolo deportivo promocionando un cigarrillo, pero cuántos años hubo que trabajar en eso”.

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Por esta razón, los expertos subrayaron la importancia de la presencia constante de los padres, el control del uso de pantallas y el diálogo con ellos. “El tema de los límites cruza todas las adicciones, el límite entre lo tóxico y lo nutritivo (es importante). Hoy los padres dan el celular a los niños de tres años porque quieren que los chicos salgan tecnológicos. Otras veces, se usa como chupete tecnológico. Incluso los padres te dicen que prefieren que estén en el cuarto jugando y no en la calle, drogándose. Es decir, lo ven como algo menos dañino, cuando es tan dañino como las sustancias”, apuntó Rossi. De esta realidad se desprende que solo el 42% de los adolescentes participe en juegos de apuestas sin el consentimiento de los padres. El resto (58%) lo hace con su aprobación.

“Acá estamos fallando. Los padres muchas veces confunden amar con dejar al hijo hacer lo que quiera, solucionarles sus problemas y darles cosas. Pero los límites, la tolerancia a la frustración, el saber esperar son factores fundamentales para su desarrollo como ser humano. La familia es la entrenadora para la vida”. No obstante, muchas veces pasa que los padres tampoco saben manejar sus frustraciones. “Son tan dependientes, tan simbióticos con respecto a sus hijos, que no se bancan que estos se enojen cuando les ponen límites. Como padres tenemos que aprender a tolerar esa frustración; si no, perdemos autoridad”.

En este sentido, Dall’ Asta advirtió que “un adolescente que no tenga un adulto que le prohíba, que le postergue, que lo oriente y le marque el camino es un joven que se siente solo. Podrá estar muy acompañado, pero sus sentimientos son de soledad”. A su entender, esto es lo que sucede actualmente: “Están acompañados de una cantidad de estupideces innecesarias y no de personas referentes que se comporten como adultos, que se banquen un no y que su hijo no sea el más canchero del grupo. Eso sí es amor”, afirmó.

“El adolescente rechaza el mundo adulto porque necesita crecer, es parte de su crecimiento. Si vos no estás, va a hablar con otro. Entonces, que disienta en el diálogo, que te busque para confrontar es buenísimo, porque justamente le enseña a resolver los conflictos, algo fundamental”, asegura Rossi.

El experto hizo hincapié en que los padres no pueden sentirse mal porque su hijo adolescente no quiere hablar con ellos. “El adolescente rechaza el mundo adulto porque necesita crecer, es parte de su crecimiento. Si vos no estás, va a hablar con otro. Entonces, que disienta en el diálogo, que te busque para confrontar es buenísimo, porque justamente le enseña a resolver los conflictos, algo fundamental”. Rossi, por su parte, recomendó a los padres que, aunque su hijo adolescente no les hable, ellos le pregunten y le cuenten sobre su día. “Por ahí no te escucha, pero eso sirve de confrontación y para que sienta tu presencia”.

La familia previene y cura

Así como la familia es importante en la prevención de la ludopatía en adolescentes, también lo es en el tratamiento que implica superar la adicción. De hecho, en la mayoría de los casos de menores, con una terapia individual y otra familiar, el adicto puede salir adelante en poco más de un año, aproximadamente.

El objetivo de la terapia familiar es orientar a los padres y demás miembros de la familia en la puesta en marcha de una detox digital, para entonces replantear el vínculo con los celulares y las pantallas en el seno de la familia y así apoyar al adicto. “Lo bueno de esto es que no solamente mejora a la persona en cuanto a la adicción en sí misma, sino que además se hace un replanteo familiar, y el chico aprende otras habilidades que estaban escondidas o encuentra un hobbie o actividad que le gusta”, explicó.

En los casos más comprometidos, cuando la persona está obsesionada con el juego, tiene compulsión por las apuestas, pierde el control fácilmente y reniega de su estado, se hace necesario, además de la terapia individual y la familiar, su participación en grupos de autoayuda. En estos casos, el tratamiento suele llevar más tiempo.