En la antigüedad, las cosas parecían ir a otro ritmo. En el año 313 la política represiva del Imperio Romano contra los cristianos finalizó por edicto del emperador Constantino. El Papa Julio I, el 35º de la Iglesia, ungido en el 337, decidió que el nacimiento de Cristo, lo que hoy conocemos como Navidad, sea celebrado el 25 de diciembre —una fecha establecida de una forma no muy clara más de un siglo atrás por el historiador Sexto Julio Africano—, coincidiendo con las festividades paganas de los Saturnales y el Sol Invicto; Solis Invicti, el nacimiento del dios Apolo y el solsticio de invierno, ahí donde estaba el mundo conocido. Mucho más que una constatación histórica, la Navidad es fruto del sincretismo.
Antes, el nacimiento de Jesús de Nazaret se celebraba por las comunidades cristianas en los alrededores de mayo, en la primavera boreal, en base a interpretaciones del Evangelio. Eran festividades, además, muy inferiores en rango a las Pascuas. Algunos registros históricos dicen que en el 336 ya había celebraciones navideñas. Pero la primera mención a una comida de Navidad, y con eso poner por delante un opíparo agasajo a cualquier cuestión espiritual, es situada en el año 379 en Constantinopla a cargo del arzobispo Gregorio Nacianceno.
Ya para entonces otro papa, Liberio, había decretado en el 354 que Jesucristo había nacido un 25 de diciembre. Hoy, cálculos matemáticos, astronómicos e históricos mediante, sabemos perfectamente que quien ha quedado para la historia como el Mesías no nació ese día y que no cierra de ninguna manera que haya marcado el año 1 de nuestra era. Pero eso queda para otro análisis. En esta ocasión, el interés está puesto en los 25 de diciembre a lo largo del tiempo, su evolución y los festejos que pasaron a la historia, muchas veces por motivos nada celebratorios.
La coronación de Carlomagno
El rey franco considerado “padre de Europa”, que en realidad lo fue de la Europa medieval, el que soñaba a todo un continente unido bajo la bandera de Dios, fue coronado por el papa León III el 25 de diciembre del año 800. Fue durante la misa de Navidad en la antigua basílica de San Pedro, en Roma. Carlomagno se hincó a rezar y el Sumo Pontífice —que lo necesitaba de su lado si quería que él y la institución que lideraba siguieran vivos— lo nombró Imperator Romanorum (emperador de los romanos), en un momento en que eso significaba regir sobre cualquier noble bajo dominio de los francos, lo que luego fue conocido como el Sacro Imperio Romano Germánico.
Se puede decir que la Edad Media, con su predominancia religiosa y su división en feudos, de relaciones muy pocas veces armónicas, comenzó entonces una Navidad.
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La Coronación de Carlomagno (Friedrich Kaulbach, 1861)
El ascenso de Guillermo el Conquistador
En la Navidad de 1066, se terminó de consolidar la conquista normanda de Inglaterra con el nombramiento de Guillermo I como rey en la Abadía de Westminster. Si Carlomagno hizo que Europa continental entrara en la Edad Media, lo mismo hizo este descendiente de vikingos en la mayor de las islas británicas. Se construyeron castillos en todo el territorio, se extendió el sistema feudal y se hizo un censo poblacional para saber cuántos siervos tenía el monarca y dónde estaban, hubo un acercamiento con Francia y un alejamiento de los reinos escandinavos.
Nuevamente, una Navidad cambiaba el curso de la historia en la Edad Media.
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Guillermo el Conquistador
Las maderas de la Santa María
La Niña, la Pinta y la Santa María fueron las tres carabelas con las que Cristóbal Colón realizó el primero de sus viajes a América. La Niña y la Pinta volvieron a España; la Santa María no. Esta, la mayor de las tres, la que era comandada por el almirante genovés, encalló el 25 de diciembre de 1492 en un banco de arena frente a la isla La Española (hoy Haití) y quedó inutilizable. Con sus maderas se construyó un fortín en la bahía de Guaricó, que resultó ser el primer asentamiento europeo en el Nuevo Mundo.
El asentamiento se llamó Fuerte Navidad. Para 1493, un año después, no quedaba nada.
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A orillas del río Yi
Uruguay no era Uruguay, pero José Artigas ya comenzaba a ser considerado el Jefe de los Orientales. En su campamento a orillas del río Yi, Artigas rubrica el 25 de diciembre de 1812 su importantísima pero no siempre tan recordada “Precisión del Yí”, en la que por primera vez rompe con el Gobierno en Buenos Aires que estaba dirigiendo la revolución independentista en esta parte del mundo.
En esa Navidad Uruguay seguía sin ser Uruguay —y nunca llegó a serlo en la intención de Artigas—, pero la nación oriental como entidad propia comenzaba a tomar fuerza.
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Noche de Paz
En las guerras no abundan los episodios que reconcilien a alguien con la vida. Cinco meses después de iniciada La Gran Guerra, luego Primera Guerra Mundial, Europa estaba en llamas. Sin embargo, por Tregua de Navidad fueron conocidos una serie de ceses al fuego informales que se sucedieron entre el 24 y el 26 de diciembre de 1914. En todo el Frente Occidental, cientos de miles de tropas de las Potencias Centrales y de los Aliados compartieron villancicos, saludos, cigarrillos y hasta partidos de fútbol. Incluso se aprovechó para recuperar los cuerpos de los compañeros caídos. Particularmente conmovedora fue la tregua en los campos belgas de Ypres, donde los alemanes comenzaron cantando Stille Nacht, Heilige Nach y los ingleses les respondieron con Silent Night, antes de abandonar las trincheras y saludarse como si fuera la última vez.
Efectivamente fue la última vez. Como esos ceses al fuego no fueron oficiales (de hecho, a la oficialidad no les gustó nada), la orden al año siguiente fue seguir masacrándose sin importar la fecha.
Desde el espacio
La del Apolo 8 fue la primera misión tripulada en salir de la órbita terrestre, orbitar la Luna y volver a la Tierra. En la Nochebuena de 1968, mientras veían cosas que ningún hombre había visto nunca y sentían cosas difíciles de describir con la palabra, el piloto William Anders comenzó a leer: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…”. Así, en una transmisión televisiva que tenía a millones de personas pegados contra sus pantallas, los tres tripulantes leyeron los diez primeros versículos del Génesis, el primer libro de la Biblia. Al terminar, el comandante Frank Borman dijo: “De parte de la tripulación del Apolo 8, cerramos con buenas noches, buena suerte, una Feliz Navidad y que Dios los bendiga a todos, a todos ustedes en la buena tierra”.
Envalentonados por el éxito de esta misión, al año siguiente la NASA consiguió el primer alunizaje de la historia.
El fin de una era
Para los que dicen que nunca pasa nada en Navidad, un 25 de diciembre desapareció un país. Y qué país. Ese día de 1991 Mihail Gorbachov anunció su dimisión como presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cargo que ostentaba desde 1985. Este episodio fue precedido por la perestroika, el retiro de las tropas de Afganistán, la unificación de Alemania, el surgimiento de fuertes nacionalismos en países otrora bajo la férrea bota del Kremlin, un desarme planificado en el que Estados Unidos resultó muy favorecido y un intento de Golpe de Estado en el que el principal vencedor fue Boris Yeltsin. Con Ucrania (la segunda república soviética en importancia y poderío tras Rusia) independiente y una cosa rara llamada Comunidad de Estados Independientes naciendo, la otrora superpotencia mundial ya no tenía razón de existir.
Los últimos vestigios del mundo bipolar terminaron de caer.
Árboles, pesebres y regalos
Armar el pesebre quizá sea de todas las tradiciones navideñas la más íntimamente relacionada con el hecho histórico evocado. El primero fue “vivo” y su responsable fue Francisco de Asís, en 1229, para lo que le pidió ayuda al noble Giovanni Velita de la ciudad italiana de Greccio, en Rieti, a que le prestara sus tierras para recrear el nacimiento. El pesebre moderno hecho con figuras de madera es obra de San Cayetano de Thiene, en Nápoles, en 1534.
Letonia y Estonia se enfrentaron diplomáticamente por ser los dueños del primer árbol de Navidad. Ambos países tienen raíces germánicas, lo que refuerza la idea de que en Alemania nació esta costumbre de adornar abetos en estas fechas. Hay documentación de un árbol ornamentado en la catedral de Estrasburgo (en el límite entre Francia y Alemania) en 1539 y un decorado con velas encendidas en Silesia en 1611. El aluvión de inmigrantes alemanes a Gran Bretaña y Estados Unidos hizo el resto, incluir en esta fecha surgida por un motivo religioso una tradición pagana totalmente ajena a la Navidad (es imposible que hubiera abetos, pinos o similares en la tierra donde nació el llamado Hijo de Dios).
Si bien para la representación actual de Papá Noel mucho tuvieron que ver la Coca Cola y el siglo XX (o sea, Estados Unidos), este personaje está inspirado en un obispo romano de los siglos III y IV, San Nicolás de Mira (Turquía), que hacía regalos en secreto a familias que lo necesitaban. Sin embargo, ya en la época romana se intercambian obsequios en los Saturnales, sobre todo figuras de cera y cerámica. En la Edad Media, los señores feudales ofrecían a sus vasallos —en el que era posiblemente su único acto de generosidad del año— ropa y comida para que ellos pudieran sobrevivir el invierno. Si bien los niños comenzaron a ser más protagonistas de este capítulo navideño en la Inglaterra Victoriana, no fue hasta principios del siglo pasado que la comercialización en esta fecha comenzó su auge.
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