Como el amor y sus variantes, como la revolución (sea cual sea), el medioambiente y la conciencia medioambiental también han sido la musa de varios músicos a la hora de componer. Algunos de ellos, como el español Macaco, han hecho de este tema un motivo central de sus creaciones. Otros lo han tocado más lateralmente. A veces, con éxito.
Es utópico hablar de algo así como una canción ecológica. Además de que es imposible cualquier acción humana que no produzca emisiones de carbono, no se puede descartar que los temas que se desarrollan a continuación no hayan sido compuestos fumando, quemando aceite o arriba de un auto con motor diésel. Lo que sí queda, y vale, es el mensaje.
Los australianos Midnight Oil son una banda que desde 1971 a hoy ha gozado de enorme popularidad en ese país-continente. Su interés en la ecología, su defensa de los aborígenes y su amor a la naturaleza arrancaron desde sus inicios: su primer nombre fue Farm (“granja”) y su primera base de seguidores estaba en la comunidad surfista del norte de Sídney. Fuera de fronteras, su mayor éxito tuvo lugar en 1987, gracias a su disco Diesel and Dust y, sobre todo, a su corte de difusión Beds Are Burning. Esta habla sobre el regreso a sus tierras del desierto de Gibson y a la comunidad de Kintore de la tribu nativa pintupi. El potente estribillo (“How do we sleep while our beds are burning”), nacido de una expresión de guerra de los partisanos italianos contra los facistas, trocó su significado por el baile de alegría de los nativos al volver a sentir el calor del desierto bajo los pies, según dijo entonces uno de sus compositores, el baterista Rob Hirst. El cantante de la banda, Peter Garret, activista por los aborígenes y el medioambiente, fue —justamente— ministro de Medio Ambiente, Patrimonio y Artes de su país entre 2007 y 2010.
La cantante y actriz española María Nieves Rebolledo, más conocida como Bebe, hizo su debut discográfico con Pafuera telarañas. Ese tenía como principal corte de difusión a Malo, que se hizo muy popular por esta parte del mundo por ser la cortina musical de la versión argentina de la serie televisiva Mujeres asesinas. Esta canción y Ella la convirtieron en un ícono feminista. Quizá por la atención puesta a ambos temas, pasó más desapercibido este otro corte, el Ska de la Tierra, una belleza que recuerda, por si hace falta, que la salud de las personas y del ambiente necesariamente están de la mano. Por eso, en algunos colegios se ha utilizado esta canción con fines didácticos. Además de feminista y activista contra la violencia de género, en su Extremadura natal se manifestó contra la instalación de una refinería.
Mother Nature’s Son, The Beatles (1968)
Es polémico, sí. Esta canción suave —con guitarras acústicas, vientos y percusiones— nació durante la época más introspectiva de The Beatles, luego de sus experiencias con Maharishi Yogi en la India, y tanto puede ser un clamor de volver a una vida más simple y natural como, lisa y llanamente, el resultado de un par de días a puro porro por parte de Paul. Pero como ese mismo periplo terminó inspirando una futura canción solista e inédita de John que también olía a pasto y a manantiales, es imposible oírla sin evocar imágenes bucólicas. Además, fue durante esa década cuando empezó a hacerse fuerte la conciencia ecológica. Y los Genios de Liverpool fueron vanguardistas en todo.
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¿Dónde jugarán los niños?, Maná (1992)
Esta banda mexicana concentra amores y odios. Lo que nadie les puede negar, además del talento para meter canciones que peguen en las radios, es que lo ecológico les preocupa. En 1995 crearon la Fundación Selva Negra para promover acciones protectoras del medioambiente, con particular énfasis en el salvataje de la tortuga marina. Ese mismo año habían editado un disco, Cuando los ángeles lloran, cuyo tema-título homenajeaba al activista brasileño Chico Mendes. Su álbum de estudio anterior, ¿Dónde jugarán los niños?, también tenía una canción con ese nombre, en la que el cantante Fher Olvera se hace esa pregunta en un mundo que se está “pudriendo”, “quemando”, “a punto de partirse en dos” y en el que el mar “vomita ríos de aceite sin cesar”, tan distinto al que recordaba su abuelo. Quizá la letra hubiese tenido que ser mejor trabajada, pero aportó su granito de arena para el disco que los convirtió en estrellas del rock en español. Sus compatriotas Molotov, menos melódicos y no demasiado conmovidos por su mensaje, les contestaron en 1997 con su álbum ¿Dónde jugarán las niñas?, en la que la ecología tenía poco y nada que ver.
The Landscape is Changing, Depeche Mode (1983)
El pop electrónico que dominó Gran Bretaña luego del ocaso del punk, tiempo en el cual Depeche Mode fue uno de sus mayores nombres, también se nutrió de los coletazos de la otrora potencia industrial global. Uno de sus efectos fueron los miles de acres de campiña muriéndose, basura ácida fluyendo por los arroyos y todo tipo de huellas de carbono en colinas y bosques. Como decía el propio título, el paisaje estaba cambiando. No es el tema más bailable del disco Construction Time Again, pero es que la temática no daba para mucha jarana.
Madre hay una sola, Bersuit Vergarabat (2005)
Antes de ser uno de los mayores blancos de la cultura de la cancelación por este rincón del sur, Gustavo Cordera era el frontman de la Bersuit Vergarabat y la Bersuit Vergarabat era una de las bandas más convocantes de este continente. Lo era cuando sacaron el disco Testosterona, como lo habían sido durante más o menos el lustro anterior y lo serían todavía un tiempo más, al menos hasta 2009, cuando Cordera dejó de estar al frente. Pero mientras lo bueno duró, además de sacar canciones fiesteras sobre lo lindo que era estar desbundado y lo malo que había sido el menemismo, presentaron este corte de difusión muy a su estilo: el cantante lamenta el daño espantoso que se le está haciendo al medioambiente, al tiempo que lo sigue horadando. Como sea, es una de las últimas cosas medianamente populares de una banda que luego hizo todo lo posible para implosionar. Qué mal habrá quedado la cosa entre ellos que esta canción ni siquiera está disponible en Spotify.
Pass It On Down, Alabama (1990)
La música country es, en Estados Unidos, la música del redneck, del ugly american, de ese individuo al que el estereotipo ubica como cristiano, conservador, machista, muy patriota, poco instruido y poco ambicioso, que, en el mejor de los casos, tiene una honradez a prueba de balas (que puede ser confundida con candidez). Ese tipo va a los bailes tipo saloon a buscar whisky de centeno y un rato de esparcimiento sin mayores pretensiones. Pero como todo ha evolucionado y el country encontró sus ramificaciones bluegrass, rockeras o góticas, es imposible que no hayan permeado mensajes como los medioambientales. Esta banda de Fort Payne se fundó en los 70, logró mucho éxito en los 80 y afrontó el cambio de década pidiendo dejar algo azul arriba de sus cabezas y algo verde debajo de sus pies. Simple, pero qué sincero.
Coquibacoa, Los Zucará (1984)
El título capaz que despista. Pero si se ata al dúo folklórico rochense Los Zucará con el verso inicial “Pare primo la canoa…”, la canción ya está en la cabeza, sobre todo la de los canosos. Coquibacoa, o coquivacoa, es un término indígena que aún hoy se duda si es sobre una tribu o una región cercana al golfo de Venezuela, donde la contaminación ambiental por las exploraciones petrolíferas destruyó sus aguas y afectó radicalmente a sus pobladores. Compuesta originalmente por el venezolano Alí Primera (nacido Elías Rafael Primera) en la década de 1970, la versión del dúo uruguayo fue incluido en su disco Sueltapájaros. Hay una parte especialmente lograda que recuerda que es la conciencia y no la inocencia lo que salva a los pueblos; en este país esa fue relacionada al año en que se popularizó, al final de la dictadura. Si bien Alí Primera era también un activista político de izquierda, estos versos tenían un mensaje mucho más promedioambiente que de resistencia, más allá de que los límites entre uno y otro sean difusos.
Earth Song, Michael Jackson (1995)
Después de que se convirtiera en el Rey del Pop y antes de que todo lo relacionado a él fuera bizarro y cancelable, en la década de 1990 a Michael Jackson se le despertó la conciencia social. Eso se tradujo en canciones contra el racismo (Black or White), las desigualdades sociales (Heal the World) o las catástrofes ambientales (esta, del disco HIStory), todas ellas convertidas en grandes éxitos y todas acompañadas por videoclips de presupuestos millonarios. Es una balada rockera en la que no solo culpa al hombre por las desforestaciones, extinciones y guerras, sino también a Dios por haber permitido tamañas calamidades.
Tres mil millones de latidos, Jorge Drexler (2010)
“Estoy aquí de paso, / yo soy un pasajero. / No quiero llevarme nada / ni usar el mundo de cenicero”, arranca esta canción y arranca el noveno disco de Jorge Drexler, Amar la trama. Muy dado a las rimas (como su mentor Joaquín Sabina) y a canciones con mensajes repletos de corrección política (al revés que su mentor), lo que le ha valido tanto seguidores como críticos, con este tema el cantautor uruguayo apunta lo que no conviene olvidar: nuestro paso por el mundo es total y completamente efímero (en una vida promedio, el corazón late tres mil millones de veces) y no vale la pena dejar el mundo peor que como lo encontramos, como corresponde a un buen pasajero.