A tan solo una hora y media de Buenos Aires en avión está una de las siete maravillas naturales del mundo: cataratas del Iguazú. Del lado argentino, en la provincia de Misiones, se encuentra el Parque Nacional de Iguazú, uno de los destinos turísticos más importantes del país vecino. A pesar de que el gran atractivo son los saltos de agua, el encanto de la ciudad no se agota en ellos, también se puede pasear por minas de piedras semipreciosas, salir en la noche y disfrutar de la gastronomía local.
Lejos de lo que muchos piensan, Iguazú no es un destino para ver solo las cataratas. Es un sitio pensado para ser disfrutado por todas las edades y en todas las épocas del año. Los jóvenes, que también buscan salidas nocturnas para vivir la experiencia de las cataratas en su totalidad, pueden encontrar boliches en la famosa calle Avenida Brasil.
Inmersión en la naturaleza
Lo primero que impresiona al llegar a destino es la exuberancia de la vegetación y la cantidad de fauna que se ve desde los senderos, como monos o coatíes. Se destaca la amabilidad de los lugareños; puede que se justifique porque es un territorio que aporta 9% del Producto Bruto Interno (PBI) de la provincia al vivir del turismo.
En el Parque Nacional Iguazú, la Garganta del Diablo es la atracción principal. A pesar del ruido ensordecedor provocado por el agua al caer 80 metros de altura, los visitantes disfrutan de una larga caminata por las pasarelas, desde las que se aprecian los típicos arcoíris producidos por la refracción de la luz a través de las gotas de agua que quedan dispersas en el aire. Si el turista visita el parque un día soleado, es porque tiene la suerte de su lado, porque el agua está para ser disfrutada sin miedo a mojarse. Y si se trata de un día muy caluroso, es conveniente ir con una botella de agua porque siempre existe la posibilidad de deshidratarse.
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Los trenes conectan a los visitantes con los distintos circuitos de las cataratas
En el caso de los viajeros a los que les gusta la adrenalina, se recomienda la Gran Aventura, un paseo en lancha por debajo de uno de los saltos más bajos. Es una actividad que no deja lugar a los miedos y despierta todo tipo de emociones, desde la alegría hasta la sorpresa. A pesar de ser una de las experiencias más extremas que se pueden hacer, no deja de ser seguro. Todos los participantes llevan chalecos salvavidas, los objetos que se pueden dañar con el agua, como celulares o cámaras, se guardan en unas bolsas impermeables en las que también entran mochilas, remeras y championes.
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En un camión abierto, una guía turística lleva a un grupo a la Gran Aventura
Santiago Gorrini, guardaparques y jefe del Área de Cataratas del Parque Nacional Iguazú, comentó que en total el lugar tiene 67.700 hectáreas, de las que solo 200 son de cataratas, el resto es selva. Con el costo del ingreso al parque están incluidos viajes en tren que llevan a los visitantes a los distintos paseos; pueden ir a la Estación Cataratas o a la Garganta del Diablo, la joya del lugar. Para apreciarla hay que caminar un kilómetro hasta el balcón en el que mejor se puede ver la caída más alta del parque. El agua y el viento pegan en el cuerpo dando una sensación de renovación energética que eleva la experiencia a algo casi místico. Incluso, algunas personas, ante la majestuosidad del paisaje, lloran sintiendo la inmensidad de la naturaleza.
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Santiago Gorrini, guardaparques y jefe del Área de Cataratas del Parque Nacional Iguazú
En la Estación Cataratas se puede hacer el circuito superior e inferior, que tienen un recorrido de 1.500 y 1.700 metros, respectivamente, diferentes alternativas para seguir disfrutando de esta maravilla de la naturaleza. Uno de los senderos es llano y fácil de recorrer, pero el inferior tiene escaleras, por lo que no es accesible para todos.
En un día normal se pueden hacer los tres paseos, pero Gorrini recomienda hacer el total en dos días. También se puede realizar un paseo por un sendero agreste llamado Macuco, que no es recomendado para personas muy mayores o niños, ya que son cerca de siete kilómetros entre ida y vuelta llegando al salto Arrechea, en el corazón de la selva.
Para los que disfrutan de las salidas nocturnas, resulta obligatorio pasar por un puesto callejero de bebidas. Son como los típicos carros de comida pero con beberaje con y sin alcohol. Una de las que todos recomiendan es la caipiriña, el típico trago brasileño, preparado con la tradicional cachaça Velho Barreiro.
El misticismo de las piedras
Un paseo destinado a los creyentes de las energías naturales es la minera de Wanda, un lugar en el que se extraen piedras semipreciosas con un método artesanal. No se usa dinamita, sino martillos neumáticos y pólvora, se corta al ras del suelo y hay túneles de no más de dos metros sobre el basalto (roca volcánica). La mina fue descubierta en los años 70 por una familia que plantaba yerba mate y continúa siendo un emprendimiento familiar.
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La minera de Wanda extrae piedras semipreciosas de manera artesanal
Los minerales que se pueden extraer se formaron por un fenómeno geológico: en el movimiento de las placas tectónicas que permitió la salida del magma. Sucedió hace aproximadamente120 millones de años y producto del arrastre de la lava quedaron atrapadas sales minerales. El lugar tuvo que estar completo de agua para que con el choque de las temperaturas se formaran burbujas llenas de sílice que con el tiempo se convirtieron en piedras semipreciosas.
Una de las leyendas habla de la amatista, la típica piedra de color violeta. Se dice que al ser del color del vino, Baco (dios griego de la bebida) protege a las personas que la llevan en su bolsillo impidiendo que cometan tonterías si toman alcohol. Además, en la cultura cristiana representa la paz y la tranquilidad en el reino de Dios.
Después del recorrido por la mina se puede ir a la tienda de artesanías y joyas. La tradición dice que es la piedra la que elige a la persona, por lo que hay que comprar la que más atención llame a primera vista.
En la minera, una de las pruebas para los escépticos es tocar con la mano izquierda un cuarzo cristal mientras se levanta la derecha. Si el cristal se oscurece es que había mala energía o personas cansadas en el grupo. Las piedras se limpian a la luz de la luna.
A pesar de que en Misiones podría haber una explotación minera importante, los distintos gobiernos han decidido mantener el hábitat natural y enfocarse en otra explotación: el turismo.
Un lugar especial para comer
Uno de los punto altos de viajar a las cataratas es la excelente gastronomía que se ofrece. Se pueden encontrar desde platos típicos hasta elaboraciones más sofisticadas.
Un gran lugar para disfrutarla es Yabuticaba, Mercadito de la Selva, un restaurante con múltiples propósitos. Tiene varios pisos diseñados para agasajar a distintos tipos de comensales. El piso superior está diseñado para grandes grupos de al menos 70 personas. El piso del medio es más tradicional porque se celebran los clásicos platos argentinos. En la planta baja y exterior hay una pizzería, una cervecería y un sitio especial para probar la variedad de vinos y tragos.
El lugar está construido en medio de la naturaleza, incluso lo atraviesa un arroyo, dándole el encanto de lo natural. Su nombre se debe a que en medio del patio crece un yabuticaba, un árbol que da una fruta muy dulce parecida a la uva.
El local fue construido en pandemia y está inspirado en el mercado San Miguel de Madrid. Tiene una decoración sobria en la que se destaca un techo de cristal con vitrales que homenajean a la cultura guaraní. Los pueblos originarios no solo están en los techos, sino también en las paredes tapizadas con un papel pintado a mano por una artista local. Sobre las mesas, además, hay pequeñas artesanías de madera que representan animales del lugar.
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El viaje por JetSMART
A Iguazú se puede llegar a través de JetSMART Airlines, que tiene en funcionamiento nuevos modelos de aeronaves.
JetSMART y la Fundación Temaikèn, organización argentina que trabaja para conservar y restaurar la biodiversidad, anunciaron que las instituciones decidieron renovar y extender hasta fines de 2025 el acuerdo de colaboración y trabajo conjunto por la conservación y restauración de la biodiversidad en Argentina y la región.
“Iniciamos este trabajo conjunto a mediados de 2022 y, luego de dos años, vemos que los resultados son positivos y prometedores. Entendemos que el trabajo en el campo de la sostenibilidad requiere de la continuidad que estamos confirmando hoy con la extensión de este acuerdo. Esperamos que esta iniciativa siga dando buenos resultados y, a la vez, contribuya a que más organizaciones en la industria se sumen a programas como el que tenemos hoy con Fundación Temaikèn”, señaló Estuardo Ortiz, CEO de JetSMART.
Desde su creación, JetSMART ha incorporado en la cola de los aviones ilustraciones de animales autóctonos de Sudamérica, muchos de ellos con necesidad de conservación o en peligro de extinción, como una forma más de crear conciencia sobre ellos y sus ecosistemas. Otra iniciativa es que no bautizan a las nuevas naves con el clásico chorro de agua. Con esta medida, en 2023 se logró ahorrar 100.000 litros de agua.