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¿Por qué los jóvenes usan cada vez menos preservativos en Uruguay?

Con el Día Mundial de la Salud Sexual, que se celebra este jueves 4 de setiembre, como excusa, nos preguntamos qué hay detrás del aumento de los casos de sífilis en Uruguay y en el mundo

Editora de Galería

Ella: Escuchame, ¿tenés forros? Si no tenés, están en el mueblecito de ahí.

Él: No hay apuro.

Ella: Para que tengas a mano te digo.

Él: No la veo… se me baja con forro.

Ella: Ah, no es que te ibas a poner después, directamente no pensás usar.

Él: ¿No habíamos hablado del valor de la honestidad? Estoy siendo honesto. Estas son mis condiciones, hacé lo que quieras.

Esta es una escena del primer episodio de la segunda temporada de El fin del amor, la serie que adapta el libro El fin del amor, querer y coger, de la filósofa y escritora argentina Tamara Tenenbaum. Lali Espósito es Ella, Tamara en la ficción, una feminista, autora de libros feministas, activista del feminismo. Y aun así, después de este intercambio —con un hombre al que es la primera vez que ve y que probablemente no volverá a ver—, se queda.

La escena no es ciencia ficción, sino un reflejo de lo que sucede cada vez más en la intimidad de parejas sexuales casuales. Según un estudio que la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó en 2022 a adolescentes de 15 años de 42 países, solo 61% de los varones y 57% de las chicas dijeron usar preservativo. Un tercio de los jóvenes sexualmente activos no usaban ni este ni ningún otro método anticonceptivo. Esto llevó a la OMS a hablar de una “tendencia a nivel global” y a despertar una alerta.

En Uruguay esto se traduce en un aumento en la cantidad de casos de sífilis, una infección de transmisión sexual (ITS), que en los últimos cinco años se duplicaron. En 2020 se reportaron 3.566 casos (1.956 en hombres y 1.610 en mujeres), y en 2024, 7.035 casos (3.558 hombres y 3.477 mujeres).

Josefina Tarigo, ginecóloga y profesora adjunta de la Unidad Académica Ginecotocológica A de la Facultad de Medicina, es contundente al afirmar que, efectivamente, “se ha visto una disminución del uso del preservativo” por “una falsa sensación de seguridad” con respecto a las relaciones sexuales, debido a la anticoncepción de emergencia y a la anticoncepción hormonal: “el miedo está centrado en el embarazo y se dejan de lado las enfermedades de trasmisión sexual”, asegura. Esto resultó en un aumento de la incidencia de sífilis (una infección de transmisión sexual silenciosa y que se contagia con mucha facilidad, lo que explica por qué el aumento de esta y no de otras), en particular en los grupos más jóvenes, de entre 18 y 29 años.

Este jueves 4 de setiembre se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual, un concepto que la OMS define como “estado de bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad, que va más allá de la simple ausencia de enfermedades o dolencias. Implica un enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, donde las experiencias sean seguras y placenteras, libres de coerción, discriminación y violencia”.

“Es un tema recurrente que las mujeres se sientan presionadas para no usar preservativo: hay varones que argumentan que les interrumpen el momento, o que no sienten igual, y para no generar conflicto algunas ceden ante esta imposición, incluso en parejas que no son exclusivas", dice Josefina Tarigo.

En este contexto cabe preguntarse a qué se debe este aumento de las prácticas de riesgo. ¿Se habla menos de sexualidad? En tiempos en que la información está tan a la mano, ¿por qué hay tanto desconocimiento? La cada vez más instalada práctica de tener múltiples parejas sexuales, sumada a la creencia de que “a mí no me va pasar”, hacen que los preservativos se vuelvan, en lugar de un hábito, una elección.

En la cama

“Obviamente está la cuestión de que es mucho mejor sentir piel a piel en lugar de sentir un coso de látex ahí; ese es el primer punto”, explica a Galería un joven, profesional y con una maestría —al que llamaremos Juan— antes de pasar a detallar el resto de los motivos por los que en la mayoría de sus relaciones sexuales casuales no utiliza protección.

Uno de los argumentos más esgrimidos por los varones es la falta de sensibilidad en las relaciones al usar preservativo, y uno de los mayores conflictos es, aunque no siempre se ponga en palabras, que al ponerse el condón, se pierda la erección. Algo que en estos tiempos de inmediatez, y en la situación de un encuentro casual, sin confianza ni cuidado mutuo, implique exponerse a una reacción negativa o falta de comprensión en el otro.

“Hablando de mi caso particular, estuve años y años de novio y fue un tema acostumbrarme a eso. Hoy en día, si uso forro me cuesta muchísimo acabar. Nunca me llegué a acostumbrar del todo (al preservativo) porque me puse de novio muy chico”, agrega este joven de 29 años.

¿Y qué pasa con ellas? En la visión de este hombre, “la mina como que acepta, va para adelante con el tema, y vos como que siempre querés; y si la mina te dice que no, bueno, ahí te ponés”.

“El no uso del preservativo es un tema complejo, es algo que charlo con mis pacientes en todas las consultas”, cuenta Tarigo. “Es un tema recurrente que las mujeres se sientan presionadas para no usar preservativo: hay varones que argumentan que les interrumpen el momento, o que no sienten igual, y para no generar conflicto algunas ceden ante esta imposición, incluso en parejas que no son exclusivas, donde no hay un contrato de confianza en el que como pareja se opte por el no uso de preservativo”.

Esto es lo que sucede en la escena con la que empieza esta nota. La mujer muchas veces no se para firme en estas circunstancias; a veces porque no quiere, o a veces porque no sabe cómo, a veces porque no puede. Una joven de 30 años contó a Galería que no supo detener al hombre con el que estaba saliendo la noche en que le dijo no tener preservativos. Utilizaron el “método” del coito interrumpido, y ella esperó con nerviosismo su próxima menstruación, con el agregado de que no volvió a ver a quien fue su compañero sexual en ese encuentro, y sin siquiera poner en la ecuación la posibilidad de transmisión de una enfermedad sexual.

Hay que erotizar la colocación del preservativo, propone Dufau. “Es un embole frenar todo para ponerme el forro, pero si lo hacés bien, está buenísimo. Yo les digo a los chiquilines: es como jugar al fútbol, ponerte las canilleras, atarte bien los cordones para que no se te desaten en medio del partido".

La terapeuta sexual Vivian Dufau está a la cabeza de la Unidad de Infecciones de Transmisión Sexual, una policlínica de la Médica Uruguaya que se creó hace dos años en vista del aumento de sífilis. Lo que busca en la consulta, explica, es empoderar a la mujer desde el autocuidado. “Para eso tenemos los preservativos vaginales o internos, que inclusive no son de látex, por si tenemos alergia, y te lo podés colocar antes de la práctica sexual, entonces evitaríamos lo que se llaman ‘paros sensitivos’, que es como ese corte de la dinámica sexual para ponerse un forro”, explica la sexóloga. Hoy, los preservativos vaginales ya están en el Sistema Nacional Integrado de Salud y pueden conseguirse en farmacias (aunque a un precio más elevado que el de los preservativos masculinos).

“Impráctico”

Lo que más preocupa es que no se dimensione el riesgo real que hay detrás de las infecciones de transmisión sexual. “Si bien la sífilis, cuando es diagnosticada, tiene un tratamiento efectivo y una muy buena evolución, lo mismo que el HIV, cuando no se realiza este diagnóstico y no se recibe tratamiento, puede tener muchas complicaciones para la salud a largo plazo, o si (las mujeres) se contagian durante el embarazo”, dice la ginecóloga.

En el caso de este varón de 29 años que dio su testimonio, sus criterios para sentirse “seguro” teniendo relaciones sin protección se basan en la intuición y los prejuicios. “Las minas que nos levantamos, medio que las conocemos, son de la vuelta (Instagram o amigos en común); las ves medio prolijas y decís: esta no tiene nada. Capaz que es una cuestión de prejuicio o de preconcepto, un poco de ignorancia también”.

Habla, además, de las complicaciones “logísticas” del uso del preservativo. “A veces te olvidás, se te terminaron, o te embola ir a comprar… es como que no lo tenés muy presente”, explica Juan, y sigue explayándose en las incomodidades de ponérselo antes de la relación sexual. “Hay otro tema en la dinámica del acto. Por ejemplo, estás en pleno, querés un poco de (sexo) oral, y no te vas a sacar el forro y después, para seguir con el acto, te vas a poner otro. Es impráctico, digamos”. Y acá entra un factor que suele pasarse por alto y que es determinante en la transmisión de enfermedades: que el método barrera suele usarse “solo como método anticonceptivo, y no en prácticas sexuales que no sean coitales”, dice Dufau. Como el sexo oral.

“Siempre está el común denominador, que es la falta de método de protección de barrera en todas las prácticas sexuales y desde el momento uno, y no solo cuando voy a la penetración o cuando pretendo eyacular”, agrega; “no tienen idea, no entienden que se contagian por un sexo oral”.

Preservativos salud sexual 2

De acuerdo con la sexóloga, en los jóvenes hay una falta de “conciencia mórbida”. “El pensamiento es que no me va a pasar nada, ¿qué problema hay si me agarro una ITS? Hoy en día, salvo excepciones, las infecciones de transmisión sexual ya no dan tanto miedo como el VIH; la sífilis es una bacteria que con un benzetacil se soluciona, hay vacunas para hepatitis B, para el HPV”, dice Dufau, alarmada.

Esa sensación de invulnerabilidad definitivamente juega en esto de sentir que no hace falta protegerse. “Como no tenés casos cercanos de gente a la que se le haya complicado la salud por eso, como que decís ‘no me va a pasar’. Yo no conozco a nadie que tenga sida o haya tenido sífilis o algo muy complicado. Es una cuestión estadística, no es muy probable que a vos te pase si no le pasa a nadie que conozcas”, opina Juan, sin tener en cuenta que las infecciones de transmisión sexual cargan con un estigma, que es que quienes las padecen difícilmente lo cuenten.

Dufau sostiene que muchas infecciones dejan a la vista también una ausencia de responsabilidad afectiva, cuando la falta de protección se da en prácticas sexuales fuera de las parejas estables, en infidelidades.

Sin educación

Hay que erotizar la colocación del preservativo, propone Dufau. “Es un embole frenar todo para ponerme el forro, pero si lo hacés bien, está buenísimo. Yo les digo a los chiquilines: es como jugar al fútbol, ponerte las canilleras, atarte bien los cordones para que no se te desaten en medio del partido; todo lleva una preparación para que después no te perjudique en el partido. Esto es lo mismo. Si tenés el condón ahí al lado, ya lo dejás abierto, ya te fijaste la fecha de vencimiento, erotizás el momento aprendiendo a ponerlo con la boca, o que te lo ponga tu pareja. Hay distintos tamaños, diámetros, gustos, espesores, y hay que probar, pero si no se educa, nadie sabe cómo usarlos. Se compran el primero que aparece y les queda chico o se les sale”.

La falta de educación es lo que más llama la atención a los especialistas en toda esta tendencia de no usar preservativo. Según Unesco, el 71% de los jóvenes de entre 15 y 24 años buscan educación sexual en internet. Esto quiere decir que falta información por las vías formales, que falta una educación sexual institucionalizada, que faltan campañas.

“Viven la sexualidad totalmente diferente (que generaciones anteriores). Tienen más prácticas sexuales, mucho más descontracturadas, pero también de forma más irresponsable, porque la educación sexual sigue siendo casi nula; aprenden viendo porno, y el porno de educativo no tiene nada, al contrario, enseña todas las conductas que están mal”, señala Dufau.

Según Dufau, es importante cambiar el paradigma de la educación sexual. “No tiene que ser punitiva, y desde las infecciones o los embarazos no deseados. Si vos a una persona le enseñás cualquier práctica nueva desde ‘va a estar buenísimo, intentá, vas a ver que lo pasás bomba".

La representación del sexo casual en la ficción (salvo contadas excepciones) tampoco aporta en este tema. Sin llegar al ejemplo del porno, en donde obviamente los protagonistas no usan protección, es difícil (si no imposible) ver una escena de sexo casual en una película en la que la coreografía erótica incluya el ponerse un preservativo.

Los expertos uruguayos coinciden en que el aumento de casos de sífilis hace visible la falta de educación sexual en el país, y es una evidencia clara del retroceso en los hábitos de autocuidado. “Vemos que hay una falla en la prevención básica, que es el uso del preservativo. Entonces es imposible dejar de lado la necesidad que hay de una educación sexual integral que nos dé autonomía, que nos hable de lo que es la negociación, que hablar del preservativo con tu pareja no sea un tema tabú y de dimensionar los riesgos reales de las ITS”, dice Tarigo.

Según Dufau, es importante cambiar el paradigma de la educación sexual. “No tiene que ser punitiva, y desde las infecciones o los embarazos no deseados. Si vos a una persona le enseñás cualquier práctica nueva desde ‘va a estar buenísimo, intentá, vas a ver que lo pasás bomba’, se aprende lindo y más fácil que si decís ‘te lo tenés que poner porque si no te enfermás, te embarazás’”.

También faltan campañas efectivas a nivel país, o que lleguen a la población correcta. “Necesitamos estrategias que sean más agresivas y dirigidas a este público en particular”, opina Tarigo. “Se ha anunciado desde el ministerio (de Salud Pública) el fortalecimiento en el diagnóstico y en campañas que estén específicamente dirigidas a la población más joven, pero necesitamos campañas que hablen el lenguaje de los jóvenes, que estén en redes sociales. Que se aborde el tema sin moralismos, que logremos una respuesta nacional coordinada”. Según la docente, en algunos departamentos se está viendo una tendencia al aumento desmedido, con una “duplicación de los casos en los últimos dos años”, lo que hace “imperativo” tomar una acción más agresiva y más clara para hacer entender que el uso de preservativo es necesario. n