En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
La histórica Cooperativa de Lechería de Melo (Coleme) atraviesa sus horas decisivas. Tras años de crisis económica, reducción sostenida del aparato productivo y un endeudamiento que se tornó impagable, la asamblea de productores aprobó la venta de la planta industrial a capitales privados argentinos. La operación, aún en etapa de cierre formal, representa el punto final de un proceso de decadencia que, según admiten sus propios dirigentes, se arrastra desde hace al menos una década.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Coleme, fundada en 1932, se convirtió en un emblema de la producción láctea de Cerro Largo. Sin embargo, la persistente pérdida de productores remitentes y los problemas para sostener la competitividad industrial debilitaron las bases cooperativas al punto de que hoy solo 14 remitentes –12 de ellos cooperativistas– entregan leche a la planta.
La cuenca lechera entorno a Melo se fue desmantelando, con tambos cerrados y reconversión hacia la ganadería, mientras la cooperativa intentaba sobrevivir con costos crecientes y márgenes estrechos.
La situación se hizo insostenible este año, cuando la planta quedó operando con solo 11.000 a 12.000 litros de leche diarios, volúmenes marginales para mantener una estructura industrial con cerca de 30 empleados. A eso se sumó una deuda acumulada, cuyo principal acreedor es el Banco República (BROU), con una exposición de aproximadamente US$ 800.000, además de otros compromisos con bancos privados, proveedores y transportistas.
Un negocio que cambia de manos. Según confirmaron a Agro de Búsqueda fuentes vinculadas al proceso, el comprador de Coleme será Visturio SA, empresa creada en Uruguay por el empresario argentino Osvaldo Spataro, conocido en su país por su trayectoria en el ámbito empresarial y su vinculación con el fútbol. Visturio absorberá la planta industrial, las maquinarias, la marca Coleme y el pasivo financiero.
El acuerdo establece que el comprador no desembolsará dinero por la planta, pero se hará cargo de los pasivos, además de garantizar el pago a los productores de la leche remitida en abril, mayo y junio, que totalizan una deuda de US$ 300.000.
El comprador también se compromete a mantener la plantilla laboral, en un gesto que busca mitigar el impacto social de la transferencia de propiedad.
Las negociaciones fueron asesoradas por el Instituto Nacional de Cooperativismo (Inacoop) y un equipo de expertos que acompañaron a los cooperativistas en la elaboración de las condiciones mínimas para evitar que los productores quedaran enganchados con deudas que ya no están en condiciones de honrar.
Alternativas agotadas. La alternativa a la venta era el llamado a un concurso de acreedores, camino que terminaría en el cierre definitivo de la planta y el deterioro total del valor residual de los activos. Incluso se exploró en su momento la posibilidad de que Conaprole absorbiera la cooperativa, pero la empresa descartó la opción, especialmente tras la decisión de cerrar su planta en Rivera, evidenciando que el modelo de expansión industrial en el norte está en retroceso.
La cooperativa había buscado sobrevivir sobre la base de medidas de emergencia. Se utilizaron fondos que originalmente estaban destinados al pago de proveedores para financiar el funcionamiento cotidiano, incluyendo salarios y aguinaldos.
Este esquema, insostenible a mediano plazo, dejó a los productores en una situación delicada. Muchos de ellos son deudores personales frente a los proveedores, aunque ya se hayan efectuado las retenciones correspondientes.
Actualmente la cooperativa ya no dispone de insumos básicos como fertilizantes o semillas, lo que agrava el cuadro productivo de los tamberos que aun remiten leche. El deterioro llegó al punto en que algunos productores recurrieron a créditos o adelantos informales para mantener operativo el tambo, mientras otros directamente abandonaron la actividad.
Impacto regional y oportunidades. El caso de Coleme refleja la fragilidad de la lechería en la región noreste, donde la actividad láctea se encuentra en franca retirada. En algunas colonias de la zona, donde años atrás había hasta ocho tambos, hoy sobreviven apenas tres o cuatro, mientras la mayoría optó por la ganadería de carne, menos exigente en capital de trabajo y menos dependiente de ciclos financieros complejos.
Desde el punto de vista institucional, el pasaje de Coleme a una empresa no cooperativa implica un cambio radical de paradigma para la zona, que durante décadas fue un vector de desarrollo rural. La expectativa de los tamberos es que el nuevo inversor reactive la industria, asegure la absorción de la producción y contribuya a recomponer el aparato productivo primario, hoy reducido a la mínima expresión.
El riesgo, según coinciden los actores involucrados, es que sin un apoyo concreto en la revitalización de los tambos, la planta industrial quede subutilizada o dependa de la captación de leche desde otras zonas, debilitando aún más la trama productiva local.
Un proceso vigilado. La negociación para la venta quedará formalmente cerrada en un plazo estimado de 30 a 50 días, período en el que se intercambiarán garantías y se ajustarán los términos legales y financieros.
Los cooperativistas esperan que el proceso de compraventa se desarrolle y finalice sin sobresaltos, ya que representa la única alternativa para liberarse de las deudas heredadas, evitar el colapso definitivo de la cooperativa y abrir un nuevo ciclo.
Conflictos en el sector lácteo
En las últimas semanas se reavivó la conflictividad en el sector lácteo. Por un lado, Conaprole decidió cerrar su planta de Rivera y eso generó la oposición de la Asociación de Obreros y Empleados de Conaprole (AOEC), que impulsó medidas gremiales que dificultaron la operativa de la empresa, provocando retrasos en la recolección del producto en los tambos y su descarga en las plantas industriales.
Esto provocó que tanques de fríos se desbordaran en varios establecimientos, imágenes que se difundieron a través de redes sociales, lo que generó un enfrentamiento dialéctico entre los productores y el sindicato. Desde el gremio se indicó que las fotos y videos no eran verdaderos, y enfatizaron que no es legal tirar leche, según lo establece la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama). Ante estas acusaciones, las gremiales lecheras realizaron una conferencia para explicar la situación, asegurar que las imágenes sí eran verdaderas, y describir los perjuicios que generaron en los tambos las medidas de AOEC.
La semana pasada el gremio volvió a anunciar medidas de fuerza, ante la falta de convocatoria a un ámbito tripartito de negociación, algo que finalmente ocurrió.
Por otra parte, la dirección de Claldy comunicó a la opinión pública que en los últimos días se vieron afectadas operaciones productivas de la empresa por medidas sindicales, que “boicotean la normal implementación de nueva maquinaria, recientemente incorporada con el objetivo de mejorar la eficiencia y asegurar la sustentabilidad de la empresa”. La empresa indica que el sindicato “impide que los supervisores puedan cumplir su función” y por eso se debió retirar a los trabajadores de todas las líneas de producción.