• Cotizaciones
    lunes 06 de enero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    El 2024 fue positivo para casi todos los rubros del agro; 2025 asoma con algunas oportunidades y grandes desafíos

    El clima fue muy favorable y la suba del dólar, bienvenida; los pronósticos y la producción de terneros entusiasman, mientras que la economía brasileña y los cambios de gobierno en Uruguay y Estados Unidos provocan cautela

    Con una situación climática muy favorable y la corrección del dólar que nadie preveía, el cierre del año 2024 es positivo en términos generales, sin ningún quiebre grave de aspectos productivos y con un alivio en las presiones de competitividad cambiaria que pocos o nadie esperaban.

    Desde ese punto de vista, si se tratara meramente de proyectar tendencias, el marco general para el agro en 2025 es auspicioso. Un aceptable a buen resultado de la zafra de cultivos de invierno y un buen comienzo productivo de los cultivos de verano. Una excelente cosecha de arroz, por el precio del grano en el otoño, y una siembra ampliada que puede proyectar precios normales con un dólar más amigable.

    La producción ganadera tuvo un año que fue de menos a más en la lechería, la carne vacuna y ovina y que, si no fuera por los conflictos —tanto en la industria cárnica como en la láctea—, tendría todo para celebrar en estas fechas.

    Dentro de ese marco general, cabe apuntar signos que matizan esa situación favorable en general. Por un lado, el cultivo que ocupa más área en Uruguay, la soja, enfrenta una sobreproducción regional inédita. El crecimiento del área de los países vecinos, que en Brasil es estructural y en Argentina se vincula a la afinidad de la mayoría de los agricultores con el nuevo marco político, genera un excedente que presiona a la baja los precios hasta niveles mínimos desde 2020.

    El segundo semestre de 2024 fue de recuperación: una lluvia casi programada por semana luego de una sequía dramática y un período de reversión de la sobrevaloración del peso uruguayo. El muy alto endeudamiento resultante, que todavía persiste, muestra que los años de un dólar muy rezagado y la sequía han dejado lastres importantes. El cumplimiento de los pasivos será un factor de peso en los costos de los próximos años del agro.

    Si el clima continúa favorable y la suba del dólar no es circunstancial, seguramente el endeudamiento irá retrocediendo. Pero antes de que eso pueda proyectarse falta otro factor que en un momento histórico como el presente es una condición también importante: ¿se mantendrán las actuales reglas de juego?, ¿habrá cambios impositivos o de algún tipo que pongan condiciones nuevas?

    La suma de conflictos en el cierre de 2024, tanto en la industria cárnica como en la láctea, puede dar la impresión de que el buen marco externo se vea enturbiado por un marco interno poco amigable para emprender, invertir y apostar al crecimiento. Será de los grandes temas a observar a partir del 1° de marzo de 2025.

    Y antes de eso, un fuerte cambio de reglas de juego globales cuando el 20 de enero asuma Donald Trump en Estados Unidos, con su promesa de fuertes aranceles y de una política confrontativa con China, el principal comprador de soja y carne del mundo.

    Los mercados por tres carriles

    La ganadería tiene ante sí un ciclo favorable que puede persistir por al menos dos años desde el punto de vista de la oferta y la demanda por el faltante simultáneo de oferta en Estados Unidos y en Brasil. Pero aquí está otro de los riesgos importantes del 2025: la fragilidad de la moneda brasileña obliga a mantener la cautela.

    Con el real en su mínimo histórico y con varias medidas del Banco Central brasileño que no han logrado despejar las dudas del mercado, se configura un riesgo importante en 2025 y en adelante. Una persistencia de la depreciación del real puede moderar en buena medida el nivel de oportunidad de la carne vacuna y puede golpear también a los lácteos y a la carne ovina.

    Los mismos sectores que despuntaron por su destaque son los más directamente amenazados por un Brasil inestable. Al cierre de 2024 ese riesgo es relevante. El precio del novillo en Brasil, tras una suba persistente que lo llevó de US$ 2,50 a más de US$ 4 por kilo de carcasa, ha vuelto a ubicarse por debajo de US$ 3,50 y nuevamente la brecha de precios con el novillo de Uruguay es importante.

    Los lácteos son acusados por enésima vez de dumping y enfrentan complicaciones en las aduanas de Brasil. Para la carne ovina Brasil se ha vuelto un mercado de importancia creciente. El rumbo que tome la economía brasileña, su tasa de interés en suba, su tipo de cambio y su ritmo de crecimiento son factores claves a observar.

    Si Brasil no descarrila, hay una perspectiva favorable para la proteína animal, que especialmente en la carne vacuna tiene ante sí hitos relevantes. Una segunda parición de más de 3 millones de terneros, que nacerán en la primavera de 2025 y saldrán al mercado en 2026, marcará un cambio que puede producir un crecimiento en los vientres entorados y en la tecnología que estabiliza una producción de más de 3 millones de terneros, un mercado sólido de exportación en pie y algo particularmente importante: una aceleración del uso de grano en la ganadería.

    Esta aceleración del uso de granos viene de la mano de una situación contrastante en materia de mercados: el mundo está bien abastecido de maíz y soja, y así ese contraste lleva a relaciones carne-grano y leche-grano favorables. Por otra parte, las buenas cosechas de trigo y cebada este año, pero con problemas de calidad, provocan también una oferta de estos granos a un precio favorable, tanto para el uso en ganadería de carne como de leche.

    Perspectivas agrícolas

    La expansión de la producción de soja en Estados Unidos, por la buena cosecha pasada, y en el Mercosur, por la que se viene, supera largamente a las necesidades del mercado y choca con una política de China que apunta a depender lo menos posible de importaciones, que se han estabilizado.

    Las primeras proyecciones del gigante asiático para 2025 marcan una disminución sistemática en las importaciones no solo de soja, también de maíz y trigo para 2025. Ese marco es claramente una presión sobre el precio de la soja, que de los US$ 500 por tonelada que tuvo durante mucho tiempo ha aterrizado al eje de US$ 350 y los futuros en Chicago lo proyectan en ese nivel hasta adentrado 2026.

    Cómo convivirá la soja en Uruguay con un Brasil que puede superar este año la friolera de 170 millones de toneladas producidas y que puede seguir subiendo en su producción, es una interrogante clave. Mientras las oleaginosas para combustibles no fósiles se expanden, la producción mundial de harinas proteicas crece y el stock mundial de soja es récord.

    En algunas zonas de alta fertilidad y buen drenaje surge el maíz como una alternativa con mayor margen. Tiene una cosecha de primera casi asegurada y tendrá en 2025 un año clave de testeo de una nueva realidad, a partir de un problema sanitario que irrumpió causando graves daños en 2024: las enfermedades transmitidas por el insecto llamado chicharrita (Dialbulus maidis).

    En este carril de precios presionados internacionalmente a la baja entran también —aunque con menos intensidad que la soja— el trigo y la cebada, que tienen a su favor dos cosechas consecutivas flojas en los países del mar Negro, Rusia y Ucrania, como factores que evitan una caída fuerte de los precios como la que ocurrió con la soja.

    Pero también tienen una similitud con la oleaginosa, que es el crecimiento de la producción regional. El aumento de la producción de Argentina y Brasil lleva a que haya una presión más fuerte para diferenciarse por calidad, por un lado, y por buscar nuevos mercados, por otro.

    Por ahora los mercados de futuro plantean una mejora leve sobre los insuficientes US$ 195 que reciben en el presente rumbo a US$ 220 en diciembre de 2025. Por eso colocamos al trigo y la cebada en un matiz de cautela, pero no tan presionado a la baja como la soja. El gran factor a observar es la merma en la producción de los países del mar Negro, por razones climáticas, más allá de la incertidumbre de la guerra en esa zona. En los cultivos de invierno está lo más interesante de los mercados, que es la emergencia de las nuevas oleaginosas.

    Las nuevas oleaginosas

    La irrupción de los combustibles de aviación sostenibles (SAF, por su sigla en inglés), alternativos a los derivados de energías fósiles, están llevando adelante una diversificación inédita de la agricultura de invierno, que ha tenido como aliciente a los precios y la demanda.

    En un momento se pensaba en la colza como una soja de invierno, pero este mes llegó a cotizar por encima de US$ 510 por tonelada, mientras que la soja se ubica por debajo de US$ 350. ¿Puede eso mantenerse en 2025? Es dudoso que un diferencial tan fuerte se mantenga. En buena medida los altos precios de la colza derivan de una magra cosecha en Europa.

    Graficas Blasina.jpg

    Lo importante, más allá de vaivenes de precios que a esta altura no pueden anticiparse, es que estos cultivos, trazados, con condicionantes ambientales definidas, muy probablemente llegan para quedarse y producen una diversificación agrícola que puede consolidarse en 2025 y puede incluir un gradual crecimiento del girasol.

    Cabe esperar más área de colza y carinata el próximo año. El mercado de aceites ha encontrado en los biocombustibles de nueva generación una demanda que debe seguir creciendo por varios años y dar nuevas opciones.

    En términos de márgenes de cultivos de invierno la carinata fue la ganadora de 2024 y, por lo tanto, tendrá un crecimiento importante en 2025, al igual que la colza. En esta categoría de nuevos cultivos de invierno también entran la camelina, con un ciclo muy corto y con bajo costo, y el lupino, un cultivo que cumple una función más forrajera, pero que, por los buenos resultados que viene mostrando, se va sumando a la paleta de posibilidades agrícolas de invierno.

    Factiblemente, la colza y la carinata, que sumaron 125.000 hectáreas, se acercarán a las 200.000 en la siembra de 2025 y se estabilizarán las superficies de trigo y cebada que estuvieron en 355.000 y 262.000 hectáreas, respectivamente, en 2024.

    En el global puede prolongarse el crecimiento del área de invierno, mientras que el área de verano puede ceder algo de área a pasturas en la primavera 2025 si, como creemos, persisten los altos precios ganaderos.

    Mientras que el stock mundial de trigo entrará a 2025 en su quinto año consecutivo de descenso, el de soja será el mayor de la historia. Mientras la demanda por los nuevos aceites crece, la demanda por harinas proteicas del que participa la oleaginosa de verano está saturado. Y con un marco políticamente más amigable los agricultores argentinos seguirán plantando soja, este año por la expectativa del fin del cepo, el siguiente por la expectativa de que empiecen a bajar las retenciones. ¿Qué sucederá con el área de la oleaginosa en la era Trump? Es una de las grandes interrogantes.

    Balance de 2024

    El 2024 puede calificarse como positivo, a excepción del sector lanero. Por la trayectoria que tuvo el año que está terminando, para proteínas animales y para las “nuevas oleaginosas” la perspectiva es favorable. Pero los productos en los que Brasil es protagonista —carne, lácteos, trigo— enfrentan un escenario de riesgo. No de un derrumbe, pero sí de que las expectativas muy favorables que se han planteado no se cumplan plenamente.

    Por otra parte, la situación de Brasil, que puede poner un techo a los precios, también ayuda a corregir el lastre del atraso cambiario que dominó el marco de la exportación en 2023 y hasta setiembre de este año. ¿Cuál va a ser la trayectoria del dólar en 2025? Esa parece una variable clave muy difícil de anticipar.

    Panorama de 2025

    Más allá del panorama de mercados, la conflictividad emergente y otros factores, la parte principal del resultado de los productores se juega en la producción pura y dura. Y haber cruzado una primavera con buenas lluvias, y ahora con temperaturas en el Pacífico que en breve deben empezar a aumentar y alejar definitivamente la situación de riesgo de Niña, permite pensar un 2025 con un marco de menor riesgo climático, algo fundamental en este planeta recalentado en el que estamos.

    Si productivamente hay un año neutral en el Pacífico que no trae anomalías graves en el clima, estará gran parte del partido de 2025 ganado. La zafra de terneros del otoño 2025 puede ser récord y puede repetir esa lógica en la zafra de 2026 a partir de un buen entore en curso. La producción lechera puede consolidar el repunte que va insinuando luego de años difíciles.

    El comienzo de 2025 será el tiempo de esperar por la agenda del nuevo gobierno, las continuidades y las discontinuidades en aspectos clave como el riego, los seguros agrícolas, el combate a la garrapata, el futuro del programa contra la bichera, el rumbo de Colonización, el INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) con su nueva gerencia y el Inac (Instituto Nacional de Carnes) con el desafío por sacarle el mayor provecho a la plataforma que verifica la condición de libre de deforestación, la posible ley de promoción del campo natural, el futuro de las transiciones agroecológicas delineadas, entre tantos otros temas que tiene en la agenda política el agro uruguayo y que tendrán en 2025 un nuevo rumbo.

    Entre la biología y la política, la posibilidad el crecimiento

    El agro uruguayo ha cruzado años adversos climáticamente con una resiliencia muy importante en todos los rubros. Ahora tuvo un respiro, al lograr 12 meses de lluvias frecuentes, incluso a veces excesivas.

    Pero tiempos de cambios políticos son inevitablemente de una cierta incertidumbre. Qué exactamente va a cambiar al 1° de marzo es todavía una incógnita a despejar. El país tiene una tradición de continuidades, desde la trazabilidad a la ley de Uso y manejo de suelos, y la política de energías renovables.

    En este sentido cabe destacar la importancia que tiene la plena libertad de exportación en pie como el factor que ha llevado a una mejora persistente de la cría en Uruguay. La tentación de poner trabas ocasionales sería, a nuestro entender, un error importante que amenazaría el crecimiento en la producción pastoril sobre campo natural, que tanto hay que valorar.

    La combinación de cría sobre campo natural en condiciones óptimas de carbono en el suelo y biodiversidad, con un engorde veloz usando granos serán tendencias que pueden acelerar en 2025 y los siguientes. Tal vez sea también el año próximo el que dé en la tecla con mercados de futuros que den en carne las herramientas comerciales que ya tiene desde hace años la agricultura.

    Si la confianza, que es base de la inversión, se mantiene y consolida, si se persiste en una estrategia de diferenciación que genere más y más nichos de valor, hay un espacio para un cauto optimismo.

    Cauto porque los veranos serán cada vez más difíciles, porque la población humana crece a menor velocidad, las exigencias de mercado seguirán aumentando y fácil y rentable no hay nada.

    Exportar a un valor cada vez más alto, persistir en la permanente lucha por bajar barreras comerciales y diversificar mercados serán seguramente consensos.

    Es posible que haya un desafío importante para pensar en el mediano plazo una agricultura de verano en que la soja no sea tan dominante, especialmente para aquellos suelos no aptos para maíz. Y continuar pensando en diversificaciones productivas. Arvejas, garbanzos, lentejas, cultivos de proteína animal tienen una demanda creciente.

    Mercados de alto valor agregado como Medio Oriente y el sudeste asiático deberían ser de alta prioridad en los próximos años, así como lograr la sinergia entre la necesaria descarbonización de los procesos, aunada a la imprescindible baja de los costos energéticos, componente clave de la competitividad.

    Siempre es más fácil el qué hacer, que el cómo hacerlo. Así que solo cabe desear que la implementación de estos objetivos permita que el crecimiento agropecuario siga siendo la contribución clave del desarrollo nacional durante los próximos años.