Entraron a la casa de Pedro, él fue al baño y en ese interín, Josefina la besó.
“Nunca había besado a una chica, y me regustó. Él no me gustó tanto, sentía que sobraba”. Entre besos, caricias y juguetes sexuales, Paola no tardó en darse cuenta de uno de los acuerdos implícitos: él no la penetraría. “Si hubiese sido por mí, con él no estaba, porque no me parecía atractivo, y ella sí”.
Todo fluyó con total naturalidad hasta que Paola, de golpe, pareció desconectarse de la situación. “Se estaba dando perfecto, y en un momento mi cabeza se fue. Pensé ‘¿qué estoy haciendo acá?’”. Frenó, le preguntaron si estaba bien. Paola les dijo que siguieran entre ellos y se quedó acostada, en su mundo, mientras la pareja continuaba lo que los tres habían empezado.
Esa tarde-noche, Paola hizo realidad la que es una de las fantasías por excelencia en el mundo de la sexualidad. En 2018, el médico e investigador estadounidense Justin Lehmiller encuestó a 4.000 personas y un 89% de ellas señaló haber fantaseado con hacer un trío, lo que ubicó a esta práctica en el puesto número uno de su ranking de las siete mayores fantasías sexuales.
Paradójicamente, los tríos son “de lo más fantasioso que existe pero de lo que más tabú genera”, sostiene la médica sexóloga Fiamma Dellacasa. Con ella coincide la presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología, Vivian Dufau: “Es mucho más la fantasía que lo que realmente después se lleva a cabo”. Y los estudios lo confirman. Solo un 10% de las mujeres y un 18% de los hombres encuestados (de un total de 2.100 personas) por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Indiana afirmaron haber hecho un trío alguna vez.
Fantasía
Que la brecha entre quienes tienen la fantasía y los que la llevan a cabo sea tan amplia se explica por varias razones. En primer lugar, fantasía no es igual a deseo; es decir, no todo el que tiene una fantasía desea necesariamente convertirla en realidad. Una tríada sexual supone para muchos la puesta en juego de valores muy arraigados social y culturalmente, principalmente la monogamia. Y hay quienes ni por asomo están dispuestos a experimentar qué hay más allá de esa “norma”. Además, aún con deseo, su práctica está asociada a la exposición a sentir celos, inseguridades, vulnerabilidad, comparaciones, sobre todo, en el contexto de una pareja.
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En cualquier caso, quienes dan el salto a la realidad suelen estar motivados no solo por la fantasía, sino por una alta dosis de curiosidad. Y solo quienes han cruzado ese umbral saben que los tríos están lejos de parecerse a esas fantasías en las que, como dice Dellacasa, “todo es maravilloso”, sin lugar para la torpeza y el error.
En ese mundo —el de las fantasías— el varón heterosexual se visualiza comúnmente a sí mismo como receptor de placer de dos mujeres que al mismo tiempo se vinculan sexualmente entre ellas, una imagen también muy presente en el porno. Salvo excepciones (como los heterocuriosos), no se sienten atraídos por la idea de hacer un trío con otro varón y una mujer, apunta Dufau (@dradufau.sexologa). “Siempre se asume que si el hombre se va a vincular sexualmente con otro hombre, condiciona la orientación sexual. Entonces hay mujeres que están en pareja con hombres y quizás ni conciben que su pareja pueda estar desnuda en la misma habitación con ella y otro varón”.
Estos hombres corren con la ventaja de que, generalmente, las mujeres también tienden a preferir tríos con otra mujer y un varón, aunque por distintas razones. Ellas, a diferencia de los varones, sienten mayor libertad de vincularse sexualmente sin sentir que por eso condicionarán su orientación sexual. A la vez, muchas mujeres consideran que estar con dos hombres supondrá un doble desafío físico y emocional.
De todos modos, tanto la sexología como las experiencias reales indican que los tríos suelen ser fantasías que si se cumplen sin ningún tipo de previsión, pueden derivar en una cantidad de situaciones indeseadas. “Hay gente que la pasa muy bien, hay gente que se da cuenta de que no valía tanto la pena. Hay que tener en cuenta que cualquier práctica sexual que uno vaya a tener puede llevar a una decepción cuando la baja a la tierra desde la fantasía”, subraya Dellacasa (@hablemosdesex0).
Cuando tres no son multitud
Los tríos son una práctica sexual de por sí muy diversa. Hay parejas estables que quieren sumar a un tercero. Del otro lado, están los solteros que buscan incorporarse al encuentro sexual de una pareja. También los triángulos sexuales entre tres personas que no tienen ningún tipo de vínculo entre sí. Y, por supuesto, pueden darse entre personas del mismo o de distintos géneros y en diferentes combinaciones.
Valentina está en pareja con Delfina hace siete años, se define como pansexual y desde el comienzo de la relación se plantearon la idea de la no monogamia. Primero comenzaron a salir con otras personas; después, surgió la iniciativa de “invitar” a terceros al encuentro sexual entre ellas. “Siempre surge desde los espacios de las redes virtuales”, cuenta. Quienes se suman a su ámbito íntimo son generalmente hombres, más “fáciles” de “levantar” para una pareja de mujeres, dice. “En las plataformas de citas no hay tantas mujeres bi o lesbianas que accedan a tríos”, agrega. En cambio, cuenta que con un hombre heterosexual es “muy sencillo” concretar el encuentro, incluso si el primer acercamiento surge en el plano físico. “Solo un gesto basta para que se acerquen”, añade.
El caso de Valentina es un tanto particular: tuvo su primera experiencia sexual de a tres a sus tempranos 20, estando soltera, y más adelante esta práctica también empezó a formar parte de su vida sexual en pareja.
De todos sus aprendizajes, enfatiza en la que es justamente una regla de oro para las sexólogas consultadas. “Lo principal es que la comunicación y la sinceridad son los pilares fundamentales. Muchas veces se pasa por alto ese inmenso detalle, y cuando todo está hablado y es desde el respeto y la sinceridad, nadie sale herido”, asegura Valentina.
Claro está que la importancia de la comunicación no se limita solo al campo del sexo de a tres. Sucede que, como toda situación que escapa a lo tradicional, la desinformación puede llevar a cometer varios traspiés evitables.
Por dónde empiezo
Una típica duda de principiantes podría ser la siguiente: tengo una pareja estable, quiero hacer un trío y no sé cómo planteárselo. ¿Por dónde empiezo? Para dar este primer paso, las sexólogas consultadas sugieren transmitir el deseo con sutileza. “No sincericidios, sí sinceramiento”, explica la presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología, y da algunas ideas: “‘¡Mirá lo que soñé!, ¿viste qué loco? ¿Te imaginás?’. Hoy también tenemos muchas series que muestran este tipo de actividades y capaz así podemos introducir el tema”. Si no, alcanza con hacer la pregunta más básica: ¿tenés alguna fantasía que te gustaría llevar a cabo? Dellacasa dice que los chistes son otra vía para tantear el terreno. De todas maneras, una vez que se comprueba que la pareja está abierta a la experiencia, “hay que hablarlo de manera directa”, lo que no deja de ser una conversación para muchos incómoda, agrega la sexóloga.
El segundo paso es establecer una especie de contrato para que el encuentro sea lo más placentero posible. Un error común es suponer que la pareja ya sabe lo que uno espera y no espera de esa experiencia. “Pensé que no elogiarías su cuerpo”; “pensé que no le harías sexo oral” o “le prestaste más atención a ella/él que a mí”, son solo algunos de los posibles escenarios que, si no se hablan de antemano, podrían provocar conflictos.
Uno de los errores comunes es no cambiar el preservativo entre una persona y la otra, tanto si es para pene como barrera de látex para la vulva.
“Generalmente el reclamo más frecuente tiene que ver con si te estás vinculando más con la otra persona que con tu pareja. Dejar de lado a la pareja propia por vincularse con la persona nueva es uno de los riesgos más temidos”, apunta Dellacasa.
Un trío también podría exponer a inseguridades acerca del propio cuerpo en comparación con el del tercero, “sobre todo porque se pone en juego el deseo que la pareja ponga sobre ese otro cuerpo”, indica la sexóloga. En ese sentido, apunta que “todas y todos tenemos cuerpos diferentes, y eso no hace que nuestra pareja nos quiera o nos desee menos”.
En ese “contrato” de pareja, nada debería quedar librado a lo que dicte el azar o el sentido común. ¿El tercero será alguien conocido o desconocido? ¿De qué género? ¿Quién elegirá a la persona? ¿Se podrá repetir la experiencia? “Tenemos que marcar las pautas de los sí y los no. ¿Qué habilito a hacer y qué no? En todos los ámbitos, pero sobre todo si es una pareja estable, que quede claro si a uno de los dos no le gustaría ver al otro hacer sexo oral a la otra persona, o que genere penetraciones, o lo que fuera”, explica Dufau.
Reglas de oro
Con o sin pareja, las aplicaciones de citas son hoy en día la vía más común para concretar un encuentro sexual de a tres. Más allá de las aplicaciones, otras opciones son los escorts o los clubes de swingers, donde muchas veces las parejas van en busca de una sola persona o viceversa.
Luego del primer contacto, las especialistas recomiendan que también haya conversaciones previas entre los tres para que todas las reglas y acuerdos estén claros.
El tercer paso recomendado es concretar un encuentro con la persona con la que se planea hacer un trío, más aún si el tercero es un completo desconocido. Para Dellacasa, “tenemos la concepción de que tiene que ser todo espontáneo para que sea erótico”. Lo ideal, sin embargo, es invitar a la persona a tomar un café para conocerse, saber si están en la misma sintonía y si hay química, hablar sobre las prácticas sexuales y las expectativas. “Obviamente ese sería el ideal, porque ahí estaría todo conversado y eso haría que las personas que vayan al encuentro sexual estén más cómodas y sepan con qué se van a encontrar. Sucede que en la fantasía nada de esto está representado, porque son tres personas disfrutando el sexo a full, pero en la realidad, cuanto más cómodo uno se sienta más puede disfrutar”. Esto es lo que siempre hacen Valentina y su pareja. “Nos juntamos en un café para ver si hay onda. A veces lo que se genera virtualmente no fluye en el cara a cara. Muchas veces vamos ambas; otras, alguna de las dos”.
Para el encuentro sexual, lo que no puede faltar en un trío son los métodos de barrera. “Los uruguayos en parejas estables muchas veces no usan preservativo. Pero si estoy pensando en un trío, obviamente es fundamental entre las tres personas, sobre todo de cara a quien se involucra”.
Uno de los errores comunes es no cambiar el preservativo entre una persona y la otra, tanto si es para pene como barrera de látex para la vulva. “Para penetrar a personas diferentes, preservativos diferentes. Lo mismo si hubiera roce de vulvas, hay que usar campo de látex. Es algo que hay que tener a mano para que no corte el momento. Son cosas que interrumpen pero que tienen que estar presentes”, señala Dellacasa.
Una típica duda de principiantes podría ser la siguiente: tengo una pareja estable, quiero hacer un trío y no sé cómo planteárselo. ¿Por dónde empiezo? Para dar este primer paso, las sexólogas consultadas sugieren transmitir el deseo con sutileza. “No sincericidios, sí sinceramiento”, explica la presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología, Vivian Dufau.
También durante el encuentro, las especialistas recomiendan acordar ciertas palabras de seguridad para transmitir al otro cuando una práctica está causando incomodidad o se necesita frenar. “Se tienen que cumplir. El no tener claras estas cosas lleva a que en un proceso de excitación se dé un ‘vale todo’, y no es un vale todo”, dice Dufau.
Valentina y su pareja no tienen acuerdos, pero conversan mucho. “Hay cosas que surgen en el momento y se accede o no, u otras en las que nosotras proponemos las cosas con las que fantaseamos”, cuenta.
Por otra parte, para quienes van solos a un encuentro sexual con otras dos personas —sobre todo si son mujeres—, lo recomendable es avisar a alguien de confianza e informarle sobre el lugar y las personas con las que se va a encontrar. “Lo primero que yo trabajo con ellos es el tema de la seguridad propia. La seguridad está complicada, y a veces estas situaciones pueden ser utilizadas para otros fines”.
Ser el tercero
A diferencia de otras marcadas por la incomodidad o la falta de química, la experiencia de Emilia quizás se parezca más a la de las fantasías, algo que no atribuye a dotes de Afrodita, sino más bien a la combinación de sustancias, fiestas de electrónica y a la libertad y apertura dentro de su grupo de amigos. Fue justamente en una de esas fiestas cuando una pareja de amigos tomó la iniciativa entre roces, miradas y frases subidas de tono. “Me dije a mí misma que no me voy a morir sin hacer esto, y qué mejor que hacerlo con amigos, que es algo cuidado”. Entonces, se dejó llevar y se fue de la fiesta con ellos.
Aquel encuentro fue todo un debut para Emilia: su primera vez teniendo sexo con una mujer, su primera vez haciéndolo con amigos y su primera vez en un trío. Recuerda cada detalle de esa noche, desde los besos hasta el sexo oral con ambos y la penetración. Todo fluyó sin titubeos, como si lo hubieran ensayado previamente. “Toda la situación era rara, desde besar a una mujer, que está de más, y darse cuenta de que todo es más delicado, más lindo. Ellos lo tenían muy hablado; yo fui su accesorio. Era el mejor contexto”, detalla.
Tras esta experiencia, la amistad siguió su curso sin interferencias, con la única diferencia de que ahora esta tríada sexual de una noche forma parte del repertorio de chistes internos dentro del grupo de amigos. “Todo el grupo lo supo, y es un chiste común. Somos muy libres y después de esto estuvo todo más que bien”.
De todas formas, reconoce que “es menos responsabilidad ser la tercera, sin duda”. Hoy está en pareja y confiesa que —al menos por ahora— no haría un trío. “En la pareja es donde todo se remueve más”, dice.
Lo mismo piensa Paola. “Si tuviera una pareja que me propusiera esto, me costaría. Siento que la otra persona invade demasiado la intimidad. Podría probar otras cosas, pero justo eso creo que no”.
Paola reconoce que su experiencia en un trío no fue la “más maravillosa del mundo”, pero que fue clave haber ido sin mayores expectativas. “Mi única expectativa era ver qué onda. Ver cómo se sentía estar en esa situación. Y hoy ya no tengo curiosidad”.
Para Valentina, los tríos fueron un camino de ida. Para Paola, una oportunidad más de autoconocimiento. Lo que parece estar claro es que para que la experiencia sea lo más placentera posible hay que animarse a tener conversaciones incómodas y entender que los vínculos sexuales no necesariamente corren por el mismo carril que los afectivos. Y que es un camino apto solo para quienes estén dispuestos a abandonar el reino de las fantasías.
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Sexo y sustancias
Si bien los tríos pueden resultar aparentemente más fáciles de llevar a cabo bajo efectos de sustancias que en sobriedad, y son una práctica común en la noche y en ambiente de fiestas, los especialistas advierten sobre los riesgos de llevarlos a cabo en esas condiciones. Salvo que se den en situaciones de “mucha seguridad”, las pautas de cuidado —con uno mismo y con el otro— como el consentimiento, los límites y los métodos de protección se pueden perder, apunta la presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología, Vivian Dufau. “Son experiencias que quizás no están premeditadas, no están charladas, se dan porque consumí sustancias y después son un problemón”, agrega.