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    Atrapados bajo el puente

    POR

    Sr. Director:

    Cuando para correr a detener un derrame de petróleo en el arroyo Solís un camión con grúa de Ancap chocó y quedó atrapado bajo el puente de bulevar Artigas y Ruta 1, una catarata de hechos pasados cayó en mi memoria, y estos son hechos que debemos conocer y corregir si queremos ser una sociedad desarrollada y sustentable, una sociedad donde podamos todos vivir mejor y corregir las cosas malas del pasado.

    Cuando se construyeron en la dictadura los accesos a Montevideo y este puente, donde se cruza a diferentes alturas todo el tránsito pesado de salida hacia el interior desde Montevideo, parte desde bulevar Artigas, que pasa por encima, y la mayor parte desde la rambla portuaria, incluyendo todo el tránsito de contenedores e importaciones a granel, más maquinarias, que salen desde el Puerto de Montevideo hacia el país, hubo más de un error, y fueron gruesos.

    1) La salida principal del Puerto de Montevideo hacia su hinterland no puede tener una restricción en altura. Así nunca caminarán camiones de doble contenedor, como en otras ciudades, y tampoco equipos industriales y maquinarias pesadas. Habrá que desarmarlas en piezas pequeñas a costos altísimos, y las grandes maquinarias como para celulosa y minería no podrán venir por Montevideo. Los inversores buscarán puertos y países donde sí se pueda trabajar.

    Para el Puerto de Montevideo ese paso a desnivel es un balazo en el pie.

    Para la obra de UPM2, hubo que estudiar Nueva Palmira y Fray Bentos, por Montevideo no se podía.

    2) No quedaron los cinco metros mínimos que son obligatorios. Eso hace que camiones con contenedores sobre altura no puedan pasar y ya han ocasionado daños con lesionados y muertos. No cumple las normas, y es una negligencia técnica grave. Mala praxis de ingeniería.

    Cuando se detecta un error importante, en una obra de diseño y construcción, no queda otra alternativa que demolerla y construirla de nuevo, pero bien. Esto parece duro, pero pasa. Y es la regla siempre en países serios, desarrollados, como en Alemania. Si no cumple las normas, se demuele y se construye de nuevo.

    La empresa contratista tenía un lobista que era hermano del dictador en ese entonces, se bajó un poco el camino que pasa por abajo desde la rambla y se puso un cartel. La estructura no es muy feliz y las vigas excedentes complican, y pasó el percance.

    Cuando el gobierno colorado, un camión también quedó atrapado con un contenedor sobremedida, apretado ente la ruta y el puente.

    El ministro era ingeniero y hasta profesor de caminos; sabía bien que era un riesgo inaceptable pero, por presiones políticas de un presidente que había traicionado a Jorge Batlle y era compañero en sociedades secretas con futuros presidentes del Frente Amplio y por múltiples intereses financieros de distintos gustos y colores, no se demolió. Así que se colocaron sensores de altura, semáforos para cortar el tránsito si veía algo alto, sirenas de peligro: espejitos de colores para engañar a los ignorantes.

    Cuando hicieron entre el presidente colorado y el doctor renunciar a Seregni, la mano ya venía jugada si ganaba el Frente.

    Más de lo mismo. En un estudio de la Unión Europea, porque las obras públicas, puentes y carreteras valen en Uruguay el triple que en Alemania y el doble que en España, aunque los operarios ganan menos y los materiales y los equipos son iguales, la conclusión de la Comisión Europea fue que la causa principal es única: corrupción.

    El ministro de Obras Públicas colorado debió ser investigado e iba preso cuando ganó Tabaré Vázquez; pero no, les pasó los datos y los contactos al que venía para seguir igual y hasta le prestó un ingeniero que fue echado del ferrocarril por corrupto para la Dirección de Planificación. Y con la condición de que saliera de la política y no se presentara más a la intendencia de Montevideo, ya está. Entre masones no hay cornadas.

    Cuando entró el Frente, mi esperanza de algo nuevo se desvaneció antes de asumir. Un guarda, que tenía claras las forma de seguir en los arreglos y defraudar. Con Mujica no cambió, el nuevo, carnavalero y traidor oculto de Astori fue hasta peor.

    Se terminó negociando hasta un ferrocarril para una empresa privada, pagado por el Estado, a un costo unitario triple del costo de los valores internacionales. Y con el antecedente de Zimbabue, donde por exactamente el mismo tema funcionó mal y Zimbabue paso del más rico a uno de los más pobres de África.

    Esto me hecho meditar; en las elecciones la gente siente el mal olor de algunas cosas y no las perdona. Va más allá de las personas y los carismas personales. Los uruguayos somos inteligentes, aunque no lo parezca, lo dicen las estadísticas.

    No perdonaron al Partido Colorado en el gobierno y quedó casi destrozado, fue muy desgraciado en el manejo desde los negociados hasta el sacrificio del doctor Lisidini cuando quiso combatir las mafias del contrabando.

    No perdonaron al gobierno de Mujica el lucrar con Gas Sayago y las eólicas, entre otras. Y los arreglos en los puertos deportivos, que los sufrí en carne viva.

    Y no perdonaron al gobierno que tenemos ahora porque no quiso corregir muchos arreglitos del gobierno de Mujica y ni la mejor ministra de Economía del mundo pudo entrarle a desarmar los arreglos, un corral de números técnicos que hábilmente armados por expertos son casi inextricables para el que no es del ramo.

    Ahora, ya más en frío, el accidente del puente de bulevar Artigas me hizo pensar: no es mucho lo que nos falta para ser un país desarrollado y culto.

    Para el gobierno que viene, si se toma el toro por los cuernos y, en vez de poner más inspectores y luces amarillas en el puente, resuelve el tema técnicamente, se levanta una esperanza de trabajar distinto. Hay más de una solución, soy experto en puertos y puedo apoyar ad honorem, como ya lo he hecho para la Armada y en alguna ocasión para la Administración Nacional de Puertos.

    Por otra parte, al ser investido el presidente ya es a partir del 1º de marzo el primer magistrado; representa a todos y no debe haber diferencias entre personas, grupos ni partidos. Ojalá sea totalmente desagradecido, como dijo Fiorello La Guardia cuando fue elegido en Nueva York, y elija a los mejores para cada caso. Es para hacer eso que la gente lo eligió, no ninguna rosca, y debe cumplir. Cuando veo a Rodrigo Arim en Planificación, me dio esperanzas. Ha sido el mejor rector de los últimos 50 años, ojalá pueda enseñar a los nuevos a analizar, planificar y controlar todo con seriedad.

    Y además de resolver de una y para siempre el tema del puente de bulevar Artigas y quitar el collar de perro que ahoga al puerto, se investiguen y se acaben todos los fraudes y cohechos de los años pasados. Para sacar experiencia y prevenir otros futuros.

    Hay gente nueva en el Parlamento para eso, como Gustavo Salle. Y otros con experiencia, como Pablo Abdala, que ya pudo desentrañar algunas patrañas de Gas Sayago antes de que se hundiera.

    Hay que hacer la limpieza general de fin de año para empezar de cero y poder avanzar a una sociedad más desarrollada, más solidaria, más humana.

    José Zorrilla