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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáNo hay cómo zafar de la autocrítica cuando se pierde. Fue tema central —explícito e implícito— en la reciente Convención del Partido Nacional, y estuvo muy hábil Luis Lacalle en su discurso, al quitarle la espoleta.
La autocrítica es inevitable. Pero no inocua. Tiene consecuencias. Algunas son buenas y hasta útiles (como por ejemplo, reflexiones acerca de lo que no se debe hacer, para casos como Lavalleja y Río Negro). Otras pueden ser de interés académico, para los que le gusta la ciencia política. Aun otras son válidas para lo ocurrido, pero no extrapolables a lo que se debe enfrentar de futuro (son los que consagran a los típicos “generales de guerras pasadas”).
Si Valeria Ripoll sumó o restó, si Álvaro Delgado fue un candidato medio “triste”, con un discurso poco heroico (o sea, poco blanco), si hubo dirigentes que no sudaron la camiseta… todo eso tiene una utilidad episódica.
No hay más remedio que hacer autocrítica (con amor, dijera LLP), pero, en todo caso, es un ejercicio que debe acotarse en el tiempo: ponele seis meses y ta. Zarandear la cosa, sacar lo que puede servir para la próxima y enseguida enfocarse sobre los temas de fondo. Que no son muchos.
Hay temas que son el centro de lo que afecta al país (por consiguiente, al partido) y que no giran en torno a la autocrítica, sino que requieren una mirada más de fondo.
En primer lugar, el relato. Aquello que nos impide encarnarnos en capas de nuestra sociedad, a pesar de todos los esfuerzos por hacer un buen gobierno, la preocupación por tomar medidas que vayan al encuentro de sus problemas, la militancia, etc. Miran todo eso, incluso, ven bien muchas cosas de nuestro partido, pero, en el fondo, o no nos creen o no se sienten identificados. Cuando viene la de ponerse, se mantienen aferrados al Frente.
El relato les ha calado muy hondo. No es una novedad en nuestro país. Vivimos décadas de relato batllista. Los blancos lo sabemos bien. Ahí hay una tarea crucial para el Partido Nacional, específicamente para el directorio. Cómo hacer la “inversa Gramsci”.
Luego, concentrarse en cuatro temas básicos: 1) Combate a la pobreza (hay que estudiar e imaginar, mucho —hasta ahora como que hemos fracasado); 2) delincuencia —seguridad, mismos comentarios; 3) educación: es una de las áreas en las cuales el actual gobierno va a hacer (o permitir, que es igual) los mayores daños, y 4) la productividad: no podemos seguir siendo “Uruguay nomá” estancados o retrocediendo.
Dicho sea de paso, todos estos temas están condicionados por el relato. Lo que los hace aún más difícil de sacudir y cambiar. Como todo en nuestro país, lleva tiempo. Razón de más para terminar rápido con la autocrítica y poder encarar lo trascendente.
Ignacio De Posadas